Inauguración de la temporada 2010/2011

25 octubre, 2010 • Miscelánea

Esta temporada, que tardó en comenzar más de lo normal, estalló éste sábado, cuándo quedé con mis amigos Jesús y Juan para cazar.

Por la mañana, en torno a las ocho, llegué a Navalmoral de la Mata, dónde vive Jesús y allí me estaba esperando él, junto a su padre Julián y dos amigos más, Vicente y su sobrino. Tras meter mis perros en su remolque, y todos los demás bártulos en su coche, nos dirigimos hacia el cazadero.

De izquierda a derecha: Juan, yo, Jesús.

Al llegar allí, el terreno me gustó, un arroyo bastante duro y muy grande, rodeado de siembras. Los perros iban trabajando, más los suyos que los míos, que extrañaban tanto el terreno como la falta de caza, pero al final, acabaron dando la cara. Tras un tiro a una paloma, decidimos irnos hacia la siembra de tabaco, ya que el arroyo había poca cosa que hacer. En el tabaco, aparte de ponernos perdidos de agua, y el tiro fallido de Vicente a una paloma, no obtuvimos nada más. Decidimos coger el coche y desplazarnos hacía otro terreno cercano, esta vez se trataba de dehesa y monte bajo, una finca muy bonita, también libre, en la que ya cacé el año pasado.

Mis perros aquí se desenvolvían mejor, pero de nada sirvió, se vieron muchas camas de liebre, pero como se suele decir, mucho ruido y pocas nueces. Después de andar mucho, como ya se nos hacia tarde, decidimos irnos a comer, nos despedimos de Vicente y su sobrino, y cuando el reloj señalaba las tres estábamos comiendo unas exquisitas migas,  en la finca de Jesús, con su familia, y con Juan que venía de cazar de su coto, en él que abatió un gallo banda, de los que quedan pocos hoy en día.

Por la tarde, decidimos dejar a mi padre y a Julián en el banquillo, y irnos los jovenzuelos a patear dehesa extremeña, y así fue, algo más de cuatro horas en las que no vimos ni una pieza, pero en la que el trabajo de los perros y el buen ambiente no falto. Vimos bastantes bandos de paloma, parece que están entrando bien, y que de aquí a unas semanas se podrá disfrutar de lo lindo con ellas, al igual que los zorzales, de los cuales, tuvimos muchos a tiro, pero todavía no se pueden cazar en Extremadura.

En el último cuarto de hora de la tarde, y cuando creíamos que ya nos íbamos bolos para casa, abatimos cada uno un estornino, de un bando espectacular, de los que acaban donde no te alcanza la vista y de los que, para abatir un ejemplar, no tienes ni que apuntar, como fue el caso. No sin antes, asustar a varios patos: en mi caso, disparé una hembra que me salió de una charca, aunque se fue a criar, poco después disparé a un macho de un grupo de tres, al cual, Juan también disparó sin suerte alguna para ambos.

Un buen fin de semana, sin grandes perchas, tampoco las esperábamos porque el terreno no da de sí, pero sí estuvimos, tanto mi padre como yo, con grandísimas personas y en un ambiente ejemplar.


Hay sólo 1 comentario. Yo sé que quieres decir algo:

  1. campero dice:

    ¡Ozú, vaya trío! Anda que no ha llovido y cambiado la película… ¡Y los perros!

    Quédate con el buen recuerdo de aquella y otras muchas jornadas… Todo sea por la buena caza.

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