Vuelca por no «pisar» una liebre

17 febrero, 2016 • Información de interés

Vamos circulando por una carretera y, de pronto, algo se cruza en nuestro camino. Así, de sopetón. En la mayoría de los casos se trata de animales salvajes o domésticos. Son unos segundos o quizá menos tiempo el que tenemos para reaccionar y tratar de evitar una colisión o lograr que esta sea lo menos grave posible. La primera reacción instintiva ante un choque es la de evitarlo, así que un acto reflejo suele hacernos frenar de golpe o girar el volante con mayor o menor brusquedad para no chocar.

Un frenazo brusco es lo que ha provocado, el 16 de febrero, un accidente en la provincia argentina de Neuquén. Esta es la reacción que tuvo el conductor de un camión ante la aparición de una liebre sobre el asfalto. Al frenar de esta manera en una de las rotondas de la Autovía Norte con dirección a la localidad de Senillosa, el camión volcó invadiendo el carril paralelo y causando que un turismo se saliese de la vía para evitar ser arrollado. Los ocupantes, un hombre y una mujer, resultaron heridos y trasladados posteriormente a distintos hospitales, según informa el diario digital rionegro, que no facilita datos sobre el estado del conductor del camión pero sí añade que dijo que “frenó de golpe para no pisar una liebre”.

Vehiculo accidentado

En realidad, este tipo de accidentes son situaciones que hemos de valorar en muy poco tiempo para tomar una decisión rápida. Dependerá de la distancia a la que pueda aparecer el animal, su porte o envergadura y, a tener muy en cuenta, la velocidad a la que vayamos. Por eso, como ante este tipo de situaciones de peligro lo que nos interesa es ganar tiempo de reacción, la primera medida aconsejada sería reducir la velocidad de nuestro vehículo, pero de manera progresiva y nunca mediante un frenazo en seco. Sin embargo, la distancia con el animal y la velocidad a la que circulemos, a veces, no permiten esto.

Las principales recomendaciones que se dan para estos casos imprevistos parten, antes de nada, de intentar ganar tiempo para controlar nuestra reacción. Por ello, aunque resulte obvio, se recomienda que prestemos atención durante nuestra conducción, aumentándola cuando circulemos por vías con escasa visibilidad a derecha e izquierda o con riesgo de que puedan cruzar animales. También habremos de estar más atentos durante las primeras y últimas horas del día, así como por la noche, periodos de mayor movilidad de las especies salvajes. Adaptar la velocidad de viaje según el tipo de vía y sus contornos parece un buen complemento de precaución. Recordemos que a 60 km/h, la distancia de frenado es de unos 35 metros. Esto es básico para prevenir encontronazos indeseados. Pero, ¿y si un animal irrumpe en la vía, qué haremos? Sí, trataremos de evitar el atropello o el choque, pero hay muchos factores a tener en cuenta. El primero de ellos nos dice que más vale controlar un choque que evitarlo incontroladamente, poniendo en peligro nuestra vida y la de los demás.

Lo primero que se recomienda es que evitemos los frenazos bruscos y los volantazos (hay salvedades si el vehículo dispone de ABS y EPS). Si la situación lo permite (distancia hasta el animal, circulación, etc.), trataremos de evitar el atropello o el impacto manejando el volante y pedales con firmeza y suavidad. Además, si observamos animales en la cuneta o a punto de invadir la vía, reduciremos la velocidad, evitaremos las luces de largo alcance para no deslumbrarlos e incluso usaremos el claxon para ahuyentarlos. Si esto no fuera posible y no podemos evitar el atropello de un animal, siendo de pequeña talla lo recomendable es sujetar bien el volante y no variar la marcha, reduciendo la velocidad lo que podamos y de manera suave. Si por el contrario nos aparece un animal de gran porte, si no podemos evitarlo sin poner en riesgo nuestra situación o la de otros conductores, trataremos de frenar controlando la marcha de manera que el impacto sea lo más leve posible. Soltar los frenos en el último momento puede ayudar a que el vehículo levante ligeramente su parte frontal antes de la colisión. También hemos de tener en cuenta que, si se puede, hay que evitar un choque frontal para impedir que el animal pueda meterse dentro del habitáculo a través del cristal delantero. Por tanto, partiendo de una conducción preventiva en aquellas zonas o situaciones que lo requieran, en caso de que no podamos evitar de forma segura el choque contra un animal, nos enfrentaremos a él intentando controlar el vehículo. Después de una colisión controlada, tendremos que señalizar adecuadamente nuestra situación ante otros conductores e informar lo antes posible a los agentes de la autoridad o asistencia en caso de emergencias.

Son muchos los impactos, colisiones o atropellos que se producen con especies cinegéticas. Según la Ley 6/2014, por la que se modifica el texto articulado de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, aprobado por el Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 de marzo, será el conductor del vehículo el responsable de los daños provocados contra personas o bienes en el caso de accidentes por atropello de especies de caza, sin que pueda reclamarse por el valor de los animales que irrumpan en las vías públicas. Esta normativa matiza en este sentido que “no obstante, será responsable de los daños a personas o bienes el titular del aprovechamiento cinegético o, en su defecto, el propietario del terreno, cuando el accidente de tráfico sea consecuencia directa de una acción de caza colectiva de una especie de caza mayor llevada a cabo el mismo día o que haya concluido doce horas antes de aquel”.

Como en el caso del camionero argentino que intentó “no pisar” una liebre y volcó enviando al hospital a los pasajeros de otro vehículo, podemos concluir que más vale controlar el impacto que evitarlo sin control ninguno.


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