Una osa le quita un rebeco recién abatido a un cazador
Una osa que habita la zona de asturiana de Proaza le quitó el rebeco recién abatido a un cazador madrileño que lo había recechado.
El cazador no consiguió abatir al rebeco de manera fulminante y la osa lo aprovechó para darse una buena ración de carne.
Se le adelantó y le ganó por la mano. O más bien, por las garras. Una osa que habita los montes de Proaza con tres esbardos consiguió una buena ración de carne a primeros de junio gracias a una presa fácil: un rebeco que acababa de ser abatido por un cazador madrileño al que le había tocado en sorteo un rececho en dicho municipio. El hombre se encontraba con los guardas rurales en la zona de Peña Caranga cuando vieron la pieza. El cazador apuntó y acertó en el tiro, pero el rebeco no cayó inmediatamente sino que pudo escapar. Eso sí, malherido, según cuenta ‘La Voz del Trubia’. Trataban de seguir su rastro por el monte para dar con él cuando la partida se cruzó con tres oseznos. Ante este inesperado encuentro, decidieron echarse atrás y dejar que los esbardos continuaran su camino para no asustarlos.
Al retomar la búsqueda de la presa, con la que se toparon unos metros más allá fue con la madre, una osa de buen porte que ya había olido al animal herido y se encontraba a su lado, dándose un buen festín. Al percatarse de la presencia humana mostró su lado más fiero, enseñándoles los dientes, con intención de dejarles bien claro de quién era la pieza.
Al parecer, el cazador intentará ahora conseguir que el Principado le permita cazar otra pieza, dado que el trofeo que le correspondía por sorteo se lo llevó la osa de Proaza.
Por otro lado, sobre los daños a la ganadería atribuidos a los osos, la Plataforma para la Defensa de la Cordillera Cantábrica defiende que la única solución es la de modificar las prácticas ganaderas y adoptar medidas preventivas. «La actividad ganadera depende de un complejo sistema de subsidios públicos, tanto en forma de pagos directos, como a través de la utilización masiva de terrenos públicos. Cabe esperar de los que desempeñan una actividad profesional sustentada con fondos públicos un comportamiento acorde y respetuoso con el resto de la sociedad», opinan.
Informa elcomercio.es