Una nueva sentencia libra al rehalero Rosado de culpabilidad en maltrato animal

24 junio, 2019 • Noticias de caza

La Fiscalía de Medio Ambiente exculpó ya hace diez días al rehalero tras entrar de oficio al caso.

El juzgado de Valencia de Alcántara (Cáceres) tampoco ha encontrado indicios que inculpen a Rosado.

Redacción | Hace apenas diez días se conocía la noticia que explicaba la decisión de la Fiscalía de exculpar al rehalero Rosado del delito de maltrato animal. El organismo, que entró de oficio al caso, explicaba en el escrito que Rosado no podía conocer de antemano «el inminente peligro» que se cernía sobre sus perros en el percance sucedido durante la montería celebrada en Herreruela (Cáceres).

En la investigación, los agentes del Seprona que se desplazaron hasta el lugar de los hechos pudieron constatar que el rehalero no pudo ser consciente del peligro de la situación y que tampoco había provocado el agarre deliberadamente. Además, quedó probado que los perros heridos durante el percance recibieron todas las asistencias veterinarias posibles, si bien en el caso de Faroles no fue posible salvarle la vida.

Además, la Fiscalía recogía que «no puede existir ningún reproche penal» sobre la muerte del ciervo sobre el que se realizó el agarre, debido a que esta especie es cinegética y Rosado y su rehala estaban practicando el ejercicio de la caza durante la temporada hábil, con los consiguientes permisos y autorizaciones.

Nueva sentencia exculpatoria

Ahora, es el Juzgado de Valencia de Alcántara el organismo que ha decretado el archivo de la causa iniciada tras la denuncia que presentó un particular por maltrato animal contra Rosado. El juez, tras estudiar los hechos acontecidos durante la montería celebrada en Herreruela (Cáceres), ha elaborado un auto con fecha de 21 de junio en el que deja constancia de que «no ha quedado acreditado la comisión del delito que dio lugar a la formación de la causa».

Así pues, siguiendo el criterio de la fiscal, el juez instructor del caso en los juzgados de Valencia de Alcántara entiende que desde la posición en la que se encontraba Rosado «no podía percibir la realidad de peligro en la que se encontraban los perros, por lo que no puede imputársele una conducta penalmente reprobable ni de manera omisiva».

De esta manera, se demuestra una vez más la inocencia del rehalero en aquel terrible accidente por el cual tuvo que sufrir el acoso de animalistas.


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