Una de cazadores y perros: Vaya martirio

22 noviembre, 2010 • Miscelánea

Con lo contento que me pongo al ver que el amo coge el trasportín, si ese día llego a saber que iba a cazar, o mejor dicho, pasear tras el amo en campos arados, me meto en la caseta de la perrera, y no salgo de ella en toda la mañana. Vaya un canalla está hecho el amo… Y encima me sacó solo, sin Hera.

Era un domingo, y el amo había quedado para cazar un terreno libre de Toledo con sus amigos Jesús, el padre de éste, Julián y el “artista andalú”, Juan. La mañana prometía, en el trayecto de ida, se veía mucha caza, y los bandos de palomas eran continuos. Parecía que nos íbamos a divertir de lo lindo.

Una vez nos soltaron, fue cuando me llevé la ingrata sorpresa. Vaya terreno… Yo siempre había salido en terreno firme, con más o menos espesura, y me llevan allí. Vaya sensación más rara, se me hundían las patas en la tierra, me costaba muchísimo andar, conclusión, aquel terreno no está hecho para mí, al menos en aquellas condiciones. Iba lastrado.

Al amo no le gustó nada que me quedase tras él la mayoría del día, ya se lo decía a sus amigos, este terreno no está hecho para este perro. Aquí no se desenvuelve. Y la verdad, es que lleva razón, pero que se aguante, que me lleve a esos terrenos tan bonitos a los que me suele llevar, y que encima, hay más animales de esos que a mí tanto me gustan, los del pecho blanco.

Aunque para mí fue un mal día, para el amo, por lo visto no fue tan malo. Compartió jornada de caza con buena gente, y con sus amigos. Vieron caza, ya que entre tres cazadores tuvieron 6 piezas a tiro y Jesús abatió un conejo. Eso sí, se pasaba todo el rato gruñendo, cuando no era por mí, era por los cazadores, que según él se quedaban parados delante suya, porque al no llevar perros esperaban aprovecharse del trabajo nuestro, aunque mío, la verdad, poco.

Tengo que mencionar también, que me volví a encontrar con la vestía negra, la preciosa braca alemán de Juan, que al amo tanto le gusta, y es que, con siete meses, es un esperpento. Eso sí, todo lo que tiene de grande lo tiene de pesada.

Nunca había tenido tantas ganas y había sentido tanto gusto de meterme en el trasportín tras estar cazando. ¡Qué alivio! Espero que no me vuelva a sacar por aquellos terrenos, lo mío sabe que son otros lares, aunque de este, yo ya no me fío…


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