Un rey cazador, una abdicación, los ilegales y la caza a la palestra
Es curioso, como desde hace unos años, todo lo que esté relacionado con la caza y su entorno, es tratado como algo clandestino, ilegal, malo hasta el tuétano, algo nefasto,… y puedo seguir con diversas expresiones.
Además, en cuanto la caza se relaciona con personajes conocidos, en la mayor parte de los casos la presión mediática es terrible hacia estas personas. Un ejemplo cercano es lo que ha pasado con James Hetfield, vocalista de Metallica, mítico grupo de rock que ha amenizado muchas horas de música en el mundo. Resumiendo el asunto, James Hetfield lleva cazando más de 20 años y ahora en junio, va a prestar su voz como narrador para una serie de 8 capítulos, donde se contará la aventura de los cazadores de osos en la isla de Kodiak, Alaska, uno de los terrenos más salvajes del planeta. La serie documental está supervisada por Departamento de Pesca y Caza de Alaska. Este hecho, de prestar su voz a este documental, ha hecho reaccionar a miles de supuestos fans, que han decidido dejar de seguir a Metallica y que han pedido que no vaya, ni encabece el Festival de Glanstonbury, a celebrar próximamente, aparte de múltiples insultos e improperios.
Parece que esta mejor visto que la gente se drogue o se emborrache, que el que sea aficionado a la caza. Y esto lo demuestra que es casi peor una foto en redes sociales, de un personaje famoso con un trofeo de caza, que una foto de un personaje famoso fumando un porro, por ejemplo. El porro socialmente está bien visto por mucha parte de la sociedad, es ilegal, pero divertido, sin valorar futuras consecuencias del que se convierte en adicto, pero amigo, si apareces con un animal cazado, date por crucificado, aunque lo que hayas hecho sea legal, hayas pasado más controles que en el aeropuerto, y hayas hipotecado muchas horas de trabajo para hacerlo. El porro es barato, ilegal y somos benévolos con los fumadores porretas, pero la caza que es legal y fiscalizada, pues es un atropello a la razón, a las buenas costumbres, al “buenísmo” propio de la sociedad actual (es irónico).
Todo esto nos demuestra el gran poder que tienen las redes sociales, y que estamos un poco verdes aún en medir repercusiones, pero son un buen negocio, sin duda, por lo que a los medios tradicionales, les invito a ponerse las pilas.
Siguiendo con el tema que nos ocupa, el personaje famoso cazador, o lo oculta o son otros los que analizan su afición a la caza. Como ya hemos hablado, la repercusión de las cacerías de famosos, tienen más eco que otras acciones, buenas o malas de los mismos, pero si este famoso es un rey, la cosa se enreda en demasía.
Hablemos del, todavía, rey de España. Partamos de la base de que el rey es el jefe del Estado Español, y que podemos ser monárquicos, republicanos, “apolíticos” o pasotas, pero queramos o no, es nuestro jefe del Estado, según marca la Constitución. Está claro que a lo largo de sus casi 39 años de reinado, en España han pasado muchas cosas, buenas y malas, dignas de elogio y dignas de críticas, relacionadas directamente o indirectamente con el Rey. Está claro que los últimos años de su reinado, no han sido precisamente los mejores, independientemente de que se presupone que siempre ha buscado lo mejor para España. Es cierto que los líos familiares y el tráfico de influencias de miembros de la “corte”, han hecho que su figura se tambalease, pero para juzgar esto y su labor en 39 años, está la opinión de los ciudadanos, que ante el proceso sucesorio que se inicia, expresan sus ideas, bien para que haya un referéndum sobre la figura real, bien para mostrar su apoyo y su respeto a la monarquía.
Pero nosotros no somos analistas políticos, somos cazadores y desde la perspectiva de la caza es desde la que queremos analizar lo que está pasando.
Está claro que en España el hecho de que el rey fuese cazador, era un hecho que todos sabíamos pero que poco importaba, ya que durante muchos años la cosa iba bien. Fue llegar la crisis, y atacar la figura del rey como cazador con fiereza y por ende a la caza. Se le atacaba más por ser cazador empedernido y por el coste que tenía para España la caza real, que por no dar su opinión en determinados asuntos de estado. Daba igual que la cacería no costase, que fuese invitado, que negociase acuerdos interesantes para España o que lo hiciese por pura afición y amistad, la cuestión era que el rey era cazador, que eso era una afición de ricos, que no era posible que el monarca fuera un “asesino” de animales, y eso que practicaba algo determinado como legal, en casi todo el mundo. El rey y la caza eran cosas arcaicas y eran malos para la imagen de España en el exterior. Todos estos juicios de valor, iniciados por unos pocos, eran tomados como emblema por una legión de files contrarios a la caza y contrarios a la monarquía, lo que convirtió a la caza en un asunto proscrito aunque legal y al rey en una figura no recomendable en muchos círculos de opinión.
Es curioso que la gente se hace su composición de lugar y no se informa correctamente, ya que probablemente se sorprendería de la imagen que se tiene de España en muchos países, que nos ven como un templo cinegético, y que se sorprenderían de la imagen que tiene el rey como cazador. A veces la demagogia desinformada, es más potente que la información real.
Ahora que se ha puesto en marcha el proceso sucesorio por la abdicación del monarca, este hecho se ha aprovechado por muchos, para atacar a la caza, para recomendar actitudes que tiene o debe tener el sucesor a la corona, como la exigencia que se desmarque de la afición cinegética por parte de una asociación ecologista. Está rápida acción por parte de los supuestos defensores de los animales, un día después de la anunciada abdicación, está por encima de hechos tan importantes como puede ser la opinión de muchos ciudadanos, ya sean para pedir referéndum aprobatorio o para apoyar a la monarquía. Está por encima de cuestiones tan importantes como el hecho histórico que está viviendo la joven democracia española y está por encima de la inquietud ciudadana, sobre como nuestros (no muy bien valorados) dirigentes, van a enfocar el tema y lo van a gestionar. En definitiva, está por encima de que se exija la renuncia a una actividad legal y legislada, que si analizamos el caso es para echarse a temblar. Vamos resumiendo, que diga que a la caza le den por ahí, es lo más importante en estos momentos. Como diría el político, ¡manda huevos!
Lo que debemos tener en cuenta es que, independientemente de lo que pensemos del rey, de la monarquía, y de lo que lo rodea, la caza va más allá. Es algo legal y es algo que ha echado sus raíces en el genoma español, diga lo que digan muchos opinadores. Que aprovechen una abdicación para seguir atacando a la caza y a lo que represente, ya se hace muy, pero que muy cansino. Que ya sabemos que el rey es cazador, que le gusta la caza, que no lo ha ocultado, ni lo ha proclamado, pero que la caza es más y que el jefe del estado sea cazador y su sucesor también, pues nos parece bien. Tenemos problemas más acuciantes hoy en día, que si el rey es cazador, o no, que si cacería en Botsuana es reflejo de corrupción, que si la abuela fuma, …, a ver si estos problemas calan de una vez en las mentes pensantes anticaza.
Veía hace poco una entrevista en un programa de televisión al psiquiatra Luis Rojas Marcos, talento médico español emigrado a Estados Unidos, en el que comentaba que en España nos hemos acostumbrado a la queja. No puedo estar más de acuerdo, y además a la queja sin sentido y sin argumentos en muchas ocasiones. Antes esto, el mismo Rojas Marcos, en su obra “El poder del optimismo” da una serie de pautas para que el veneno dañino en contra del optimismo no nos logre vencer. Sobre todo los cazadores debemos sentirnos orgullosos de ser cazadores por encima de todo y ser optimistas al respecto.
Somos cazadores, somos amantes de la naturaleza, ni el ansía viva por criticarnos y crucificarnos, hará que renunciemos a la caza. Así que sigamos orgullosos de lo que somos, que se nos va el vino en catas.