Un lince nacido en Doñana recorre 170 km y cría en Portugal

10 mayo, 2017 • Naturaleza

Un macho de lince ibérico ha recorrido 170 km desde Doñana hasta Serpa, en el Alentejo portugués. El Instituto Portugués para la Conservación de la Naturaleza y los Bosques ha confirmado que este ejemplar se ha emparejado con una hembra que en diciembre tuvo los tres primeros cachorros portugueses de lince del año. Los linces se han establecido en un hábitat muy adecuado y el IPCNF los controla. En otoño de 2015, otro ejemplar criado en Portugal fue liberado en España, pero regresó posteriormente a su zona de origen.

Fotografía de archivo de un lince ibérico / Manedwolf

Un lince ibérico español ha recorrido 170 kilómetros desde Doñana hasta la zona portuguesa de Serpa, en el Valle del Guadiana, para emparejarse con un ejemplar hembra de la misma especie y engendrar tres crías, las primeras nacidas este año en territorio luso. Los hechos sucedieron el pasado mes de diciembre, aunque es ahora cuando se difunden, toda vez que el Instituto Portugués para la Conservación de la Naturaleza y los Bosques (IPCNF, por sus siglas en la lengua de Camoes) ha confirmado el feliz encuentro.

Los biólogos de la entidad pública han puesto denominación a ambos animales: ‘Mundo’ al macho y ‘Malva’ a la hembra. Al primero se le había perdido la pista desde que fue localizado en noviembre, de modo que el equipo de expertos muestra su satisfacción por el descubrimiento.

‘Mundo’ cuenta solo con dos años de edad y había nacido en el área de Doñana, mientras que ‘Malva’ procede de la región portuguesa del Alentejo. Había sido liberada en los alrededores de la localidad de Mértola, pero ahora disfruta de la compañía de su trío de criaturas muy cerca de allí, en las proximidades del municipio de Serpa.

Por tanto, la pareja de linces ibéricos se ha establecido en un hábitat muy adecuado para desarrollarse, aunque el macho suele entrar y salir de la franja con asiduidad. El IPCNF, que los tiene controlados, ha emitido un comunicado en el que sus expertos afirman: «Este encuentro demuestra la conexión efectiva entre dos poblaciones salvajes de linces ibéricos a ambos lados de la Península Ibérica, y también la existencia de un corredor natural entre los dos países».

La vida de estos ejemplares y su estudio exhaustivo por el citado instituto constituye uno de los vértices del programa LIFE Iberlince, puesto en pie por la Comisión Europea y que se ha revelado fundamental para la conservación de la especie y su correcta distribución en los dos territorios. Los temores acerca de su desaparición se han manifestado en reiterad ocasiones, de ahí la importancia de este plan conjunto para salvarla.

Con la colaboración de diversas organizaciones tanto del ámbito público como del privado, los técnicos han logrado elevar el número de ejemplares en el Valle del Guadiana (de los lados español y portugués) a los 12 censados actualmente.

Vuelta al lugar de origen

Ya en el otoño de 2015 se conoció una historia similar, que también desembocó en un final feliz al estilo de las películas de Disney. Fue entonces cuando un lince ibérico nacido en Portugal e introducido para repoblar la especie en España realizó el camino de vuelta para asentarse de nuevo en el mismo lugar del cual procedía.

El ejemplar, de gran belleza, como también los protagonistas de la ‘love story’ de hoy, recibió el nombre de ‘Khan’ por parte del personal del Instituto Portugués para la Conservación de la Naturaleza y los Bosques. Había nacido en el Centro Nacional de Reproducción del Lince Ibérico de Silves, una localidad del Algarve próxima a Faro, la capital de la región.

Los expertos trabajaron en todo momento en cooperación con sus colegas españoles. De esta forma, lo trasladaron, junto a su hermano ‘Kentaro’, a la franja de Castilla-La Mancha, aunque solo permaneció allí a lo largo de un año, aproximadamente, ya que el lince se dejó llevar por su instinto y sus dotes de orientación para retornar al mismo enclave que, al parecer, echaba de menos.

A diferencia de ‘Mundo’, lucía un collar de GPS, una circunstancia que permitió seguir su rastro a los profesionales del país vecino, dispuestos en todo momento a registrar sus movimientos en una suerte de diario biológico.

De esta forma, pudo averiguarse que atravesó zonas de alta montaña, cruzó el Parque Nacional de Cabañeros, alcanzó el río Tajo y fue desplazándose por las provincias de Toledo y Cáceres. Posteriormente, nadó sobre las aguas del Guadiana y, finalmente, se instaló en el Algarve, exactamente donde había visto la luz.

De igual forma, su hermano retornó a Silves, como si ninguno de los dos aceptase formar parte del programa europeo LIFE Iberlince, que sirvió de base para cambiar su lugar de residencia.

Ambas situaciones, la de septiembre de 2015 y la de hoy, sembraron la emoción en los biólogos que se desviven para mejorar las condiciones de la especie. Eso sí, son conscientes de que el fantasma de una hipotética extinción del lince ibérico no se ha esfumado completamente porque el número de ejemplares no se considera muy alto. Una de las principales razones tiene que ver con el hecho de que su hábitat en la península se ha deteriorado en las últimas décadas debido a la acción del hombre.

Otra clase de lince, el de los Balcanes, se halla bajo la amenaza de un peligro mucho mayor porque los técnicos europeos únicamente tienen registrado un ejemplar en la actualidad, algo que ha hecho saltar todas las alarmas.

Informa abc.es


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