Un ganadero cántabro defiende preservar el lobo que mata sus ovejas

Florencio González Roiz ganó en 2016 el premio Alimentos de Cantabria en la categoría de productos ecológicos. Este ganadero y empresario cree que hay que preservar el lobo pero dice que la gestión de la especie «deja mucho que desear». Reconoce que las indemnizaciones son insuficientes, que apenas cobra una veintena de ovejas de más del triple que pierde por ataques de lobo y es partidario de su control «más selectivo». Insiste en mantener la ganadería extensiva para fijar la población rural.

El título de la conferencia, ‘El papel del lobo desde el punto de visita de un pastor de Cantabria’, sugería otros derroteros. Tratándose de lobos y de pastores, lo normal hubiera sido oírle despotricar desde el edificio de enfrente. Pero nada más lejos de la realidad. Pastor, ganadero y empresario –»lo que ahora llaman emprendedor»–, Florencio Gómez Roiz, que también es ganador del premio Alimentos de Cantabria de 2016 en la categoría de productos ecológicos, sorprendió ayer a su auditorio con una frase cuando menos chocante viniendo esta de quien viene: «Tenemos que preservar el lobo a toda costa».

El ganadero Chencho Gómez, antes de su intervención / Roberto Ruiz

Consciente de que no abundan los pastores que piensan como él, Chencho Gómez –«llámame así, que así es como me conocen todos»– defendió la conservación de la especie que cada año le mata alrededor de medio centenar de ovejas, durante su intervención en una jornada organizada por el Instituto de Estudios Agropecuarios de Cantabria que dirige Ana Arroyo, con la que coincidió en el acto de entrega de aquel premio que le fue concedido y que le invitó a posar sus reflexiones en una mesa de debate sobre ‘el papel del lobo’.

También lo hizo antes, en una entrevista concedida a El Diario Montañés, y probablemente lo haga siempre, aunque su modo de pensar, admite, «me causa alguna que otra discusión» con sus colegas. Dueño de un rebaño de 400 ovejas, once mastines y dos perros de carea que le ayudan en el manejo del ganado, Chencho se dedica a la ganadería ecológica no porque sí. «Hace 15 años, ante la imposibilidad de competir con el cordero que te traen de Castilla, me plantee dedicarme a la ganadería ecológica. Pensé (y sigue pensando) que era una buena solución para poder seguir viviendo de las ovejas».

Hoy «tengo vendidos mis corderos antes incluso de que nazcan», asegura Chencho, que vende su producción íntegra al ‘Grupo Deluz’. 280 corderos al año.

«Mucho que desear»

Para él, «la gestión actual del lobo deja mucho que desear» porque «está llevando a la desaparición de la oveja y de la cabra en los puertos de Cantabria». De ahí la importancia de una mesa, la ‘mesa del lobo’, constituida para contemplar y resolver un problema que ya solivianta a los ganaderos.

«Yo, fíjese, aún siendo pastor, siempre he sido partidario de la preservación del lobo. Pero hay que hacer una buena gestión».

Lo que el ganadero entiende por «una buena gestión» pasa, primero, por un control poblacional de la especie tal y como está planteado en el plan del Gobierno de Cantabria. «Antes, en las cacerías de jabalí se podía matar a un lobo en cada una. Y seguramente se habrá dado el caso de que se han matado lobos que en realidad no estaban causando daños porque no estaban alimentándose de animales domésticos», sospecha. «Habría que centrar esas actuaciones en aquellos lugares en los que hubiera un lobo o un grupo de lobos que estuvieran actuando sobre el ganado doméstico».

Partidario de una eliminación «más selectiva», como la propuesta en un plan que a su modo de ver «está bastante bien planteado a grandes rasgos», Chencho echa en falta «una patrulla del lobo que ejerza ese control» y a la que podrían apoyar «guardas locales e incluso cazadores y ganaderos».

Indemnizaciones

El pastor se refirió, además, a las indemnizaciones a los ganaderos afectados por los ataques de los lobos, entre los que también se encuentra. «Pierdo entre 60 y 70 ovejas al año, pero apenas puedo cobrar 18 o 20, que son las que logro encontrar y puedo identificar para demostrar que fueron atacadas por los lobos». Aunque las pérdidas no quedan ahí. «Cada vez que pierdo una oveja tengo que coger otra de las que tenía destinadas a la venta para reponer el rebaño», explica.

«Las indemnizaciones son insuficientes», se queja Chencho, que, con motivos para pensar diferente, insiste en la defensa de la especie: «Como sociedad que somos tenemos el deber de proteger al lobo, pero hay que hacer eso compatible con el desarrollo de la ganadería extensiva. Aunque el mundo rural se inclina cada vez más del lado del turismo, la ganadería extensiva contribuye a fijar la población en los pueblos y supone una base muy sólida para que estos no dependan solo del sector turístico», concluye el ganadero, que ve en la ‘mesa del lobo’ «la primera piedra».

Informa Nacho González Ucelay para eldiariomontanes.es