Un cazador se enfrenta a tres años sin licencia de caza y una multa por haber cobrado una perdiz pardilla
Tres años sin licencia de caza y una multa de más de 2.000 euros podría ser la pena impuesta a un cazador por abatir una perdiz pardilla en un coto zamorano. Los hechos sucedieron en diciembre de 2014, cuando agentes de la Guardia Civil cachearon al denunciado, que iba acompañadao de otro cazador, y comprobaron que llevaba la perdiz «escondida» en el doble fondo de su chaleco. El acusado declaró que el perro le trajo esa pieza que estaba muerta del día anterior. El dueño del acotado dice que los cazadores no tenían permiso para cazar en él y la defensa del cazador aduce que cruzaban el coto con la escopeta descargada y que las perdices se pueden hibridar, siendo complicado ver «a simple vista» si la pieza era una especie protegida.
Un cazador se enfrenta a una pena de tres años sin licencia y una multa de más de dos mil euros por haber cobrado una perdiz pardilla, una especie protegida, en un coto de la comarca de Sanabria. Durante el juicio, el acusado explicó que cuando apareció la Guardia Civil para pedirle la documentación, tenía el animal en una bolsa dentro del chaleco. «Me la había traído el perro, estaba mojada y muerta al menos desde el día anterior», describió.
Uno de los guardias civiles que intervino en esa operación en diciembre de 2014 indicó que cuando fueron al encuentro del acusado y otro compañero con el que estaba, les negaron que hubieran conseguido nada pero que, tras cachear al procesado, encontró la perdiz «escondida» en el doble fondo de su chaleco, «recién muerta», indicó.
Por su parte, el dueño del coto afectado recordó que a primera hora de la mañana le había dado el alto a la pareja de cazadores, para explicarles que no podían estar allí «y me dijeron que iban a cazar por sus narices», recordó. Acto seguido, llamó a los agentes del Seprona y durante siete horas estuvieron detrás de ellos, comunicándose a través de la emisora, «porque es un valle muy grande», hasta escuchar un par de disparos antes de ir a localizarlos e interrogarlos sobre lo que había ocurrido. Para este testigo, la perdiz pardilla también acababa de morir. «Tenía los ojos aún brillantes y sangre fresca», describió.
La defensa llevó como testigo a un perito que corroboró que estas perdices pueden hibridar y que sería muy complicado ver «a simple vista» si la pieza era una especie protegida.
En el informe final, el fiscal reiteró que el acusado había cometido un delito contra la fauna «porque se oyeron los disparos y solo él y su compañero estaban en el coto». La defensa solicitó la libre absolución y denunció que se había vulnerado la cadena de custodia de la pieza, que ya no estaba guardada. Además, indicó que nadie vio realmente cómo se disparaba -«solo se oyeron los tiros»- y recordó que su cliente había cruzado ese coto con la escopeta descargada para cazar en otra zona colindante, donde sí tenía permiso para la caza.
Informa laopiniondezamora.es