Sucesos insólitos con corzos no suponen una situación de alerta

Corzo empotrado en el mes de mayo en un coche que abandonaba la N-I con dirección Vitoria.

Antonio Bea explica que el corzo es un animal «dócil» del que no hay plaga o exceso de animales en Guipúzcoa ya que la caza controla su población.

El biólogo aclara que los corzos se desplazan más durante la época de celo y por eso se suceden los casos de corzos dentro de entornos urbanos.

El pasado sábado sobre las 10 de la mañana, los titulares de la ferretería Galdeano, situada en la calle América, es decir en pleno centro junto a la ‘Prazuela’, y quienes allí se encontraban, recibían, para su sorpresa la visita de un corzo, que llegaba tras haber recorrido la colindante calle Samperio, a la que accedió desde San Juan.

Su reacción no fue otra, nunca mejor dicho, que cogerlo por los cuernos. Actitud a la que el animal no opuso resistencia. Se trataba, apuntan de un ejemplar, joven y sano. Y tras retenerlo la pregunta venía dada, ¿y ahora qué hacemos?, y en eso casualidad o no, se presentaba una patrulla de la Ertzaintza que se hacía cargo del animal.

El hecho traía a la memoria el percance ocurrido el pasado mes de mayo cuando un conductor que dejaba la N-I, dirección Vitoria, a la altura del cementerio, ya en el carril de salida, se llevaba un susto de muerte en el momento que le caía encima un corzo, que cabe pensar quiso saltar o resbaló desde ese punto más alto que es la colindante vía, y tras romper el parabrisas, acababa debajo del asiento del copiloto.

Desde mediados de la década de los 90 de la pasada centuria, la recuperación de la vida, en concreto de la fauna, tanto piscícola, en ríos como el Oria tras dejar atrás su larga etapa de cloaca urbana, como, en los montes próximos de mamíferos, corzo, jabalí, y aves, ha representado una constante.

Especies, que con el paso de los días se han dejado ver dentro del término urbano, con cierta asiduidad, en las orillas del Oria sobre todo corzos, y en menor medida jabalíes.

En cualquier caso, en apenas un mes, dos sucesos, con el corzo como protagonista reclamaban acudir, como en tantas otras ocasiones, a esa voz autorizada que representa el ordiziarra, Antonio Bea, biólogo y director de la empresa Ekos Estudios Ambientales, empresa responsable, entre otras cuestiones relacionadas con el tema que nos ocupa, de la elaboración del Catálogo Vasco de Especies Amenazadas.

Explica el biólogo que en Gipúzcoa existe un pormenorizado control de todas las especies animales silvestres, por parte de la Diputación. Programa de gestión que se analiza y revisa constantemente.

En cuanto al corzo, un animal dócil, señala, «existe un reparto muy homogéneo por todo el territorio guipuzcoano, y si bien en algún momento se llegó a una densidad de 5-6 cabezas por cada 100 hectáreas, al día de la fecha, ese control, por medio de la caza, hace que estemos en la mitad. Es decir que no se trata de una plaga ni de un exceso de individuos. Ocurre que estos animales se desplazan, más, en la época de celo, y que en ese desplazamiento, el corzo, al que no le incomoda vivir cerca de entornos urbanos, si tiene que pasar una carretera la pasa».

«Llegado el caso, si fuese necesario, habría que señalizar en la carretera la posible presencia de animales. El corzo», insiste, «vive más cerca de nosotros de lo que creemos, lo que ocurre es que pasa desapercibido. En este sentido la presencia en las calles de Ordizia, a plena luz del día de un ejemplar resulta llamativo. A la vista de los últimos informes, por lo que a mí respecta no hay ningún motivo de alarma».

Informa diariovasco.com