Sorprendente descubrimiento de conejos y liebres en la dieta humana hace 400.000 años

8 marzo, 2019 • Noticias de caza

Un grupo de investigadores sugiere que la caza de pequeñas presas posibilitó nuestra supervivencia durante etapas de dispersión o escasez de grandes ungulados.

Los científicos plantean las posibles implicaciones sociales que ha tenido la caza menor en la supervivencia del hombre.

Redacción | Conejos y liebres fueron piezas de caza que pudieron resultar determinantes para la superviviencia de los homínidos durante la Edad de Piedra. Un grupo de investigadores ha descubierto restos de estos lagomorfos en excavaciones fósiles de ocho zonas del sur de Francia. Aunque los homínidos del Paleolítico cazaban ungulados salvajes como presas que ofrecían carne abundante, los investigadores sugieren que animales de menor tamaño, como conejos y liebres, pudieron resultar claves para la supervivencia de nuestra especie en épocas de escasez o dispersión de grandes presas.

El antropólogo Eugene Morin, de la Universidad de Trent (Peterborough, Ontario, Canadá), ha publicado junto a otros ocho investigadores un estudio en el que hacen un hallazgo sorprendente. «Investigar la amplitud de las dietas es fundamental para comprender cómo las poblaciones de Homo arcaicos, incluidos los neandertales, compitieron por recursos estacionales escasos. El consenso actual en Europa occidental es que los ungulados formaron la mayor parte de la dieta humana durante el Paleolítico Inferior y Medio, mientras que los taxones de presas rápidas pequeñas fueron prácticamente ignorados», comentan los autores del estudio. Sabiendo que los primeros homínidos cazaban ungulados salvajes como bisontes, ciervos o caballos, los restos de fósiles encontrados en el sur de Francia indican que las pequeñas piezas de caza tuvieron más importancia de la que se cree en la dieta de hace miles de años.

Morin y su equipo han explicado que conejos, y en menor medida las liebres, formaban parte importante de la dieta de los antiguos humanos y pudieron resultar una alimentación decisiva para permitir la supervivencia de la especie en determinadas áreas y ante periodos concretos. Siendo los ungulados presas habituales, durante etapas de dispersión o escasez de estos grandes animales se presentaba una carencia de proteínas en la dieta homínida. Por este motivo, los primeros humanos ampliaron su dieta contemplando presas de mucho menor tamaño como conejos y liebres.

La abundancia de conejos en muchas zonas del Mediterráneo pudieron ofrecer grandes capturas en número, con el fin de obtener más recursos, hace 400.000 años. En el caso de la liebre, al ser piezas más aisladas y más difíciles de cazar, se estima que pudiera ser otro recurso alimenticio aunque de manera más esporádica. La inclusión en la dieta de pequeñas piezas de caza supone una revolución en las bases científicas sobre la alimentación de los homínidos del Paleolítico.

El grupo de Morin ha estudiado 21 conjuntos de fósiles de animales y herramientas de piedra. Todos los conjuntos menos uno presentaban abundantes restos de lepóridos. En el enclave prehistórico más antiguo, Terra Amata, casi la mitad de los 205 huesos de animales identificados de una capa sedimentaria de 400.000 años de antigüedad pertenecían a conejos y liebres. Los restos de otros lugares estudiados por los investigadores datan de hace unos 60.000 años.

Los investigadores sospechan que los humanos cazaban liebres de manera regular hace menos de 12.000 años ayudándose posiblemente de perros. ante el consumo de conejos y liebres por los primeros humanos, los investigadores plantean las posibles implicaciones sociales que ha podido tener la caza menor en la supervivencia del hombre.


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