«Si en cinco años no los cazáramos, estos animales serían tantos como asturianos: un millón»
Los vecinos de Avilés afirman que durante los últimos meses se ha multiplicado la presencia de jabalíes en el municipio. Alertan de que ejemplares procedentes de zonas boscosas de Miranda se pasean junto al Hospital San Agustín y por El Quirinal. El pasado 8 de diciembre un jabalí causó un accidente en el kilómetro 101,800 de la N-632, en el tramo de la Variante de Avilés. En el siniestro se vieron implicados tres vehículos y uno de ellos volcó aunque sólo hubo que lamentar daños materiales. «Han perdido la vergüenza», dice el cazador Rufo Álvarez.
Habían merodeado por parroquias rurales y barrios de la perifera, pero ahora los jabalíes ya están en el corazón de Avilés. Varios ciudadanos han denunciado recientemente a la Policía Local su presencia nocturna en puntos tan céntricos como la avenida de Lugo y el parque del Muelle. Además, algunos ejemplares han sido avistados en La Luz y en los alrededores del Hospital San Agustín e, incluso, en el Quirinal. «Han perdido la vergüenza», dice Rufo Álvarez, cazador experimentado y conocedor de las costumbres de estos animales. «Las jabalinas enseñan a sus crías a volcar los contenedores, a mesa puesta», apostilla.
El número de ejemplares en el municipio se ha multiplicado en los últimos meses, como ocurre en otros puntos de la región. La Policía Local tiene constancia de que alguno se ha paseado por el parque del Muelle antes de cruzar las vías de ferrocarril.
El avilesino Jorge Burgos es uno de estos testigos: «Estaba este jueves parado en un semáforo de la avenida de Lugo y, de repente, vi que se lanza hacia mí lo que creía que era un perro». Este hombre se dirigía en plena madrugada a su puesto de trabajo en Piedras Blancas. «Pero no, era un jabalí», continúa su relato. «No pude ni hacerle una foto, todo fue muy rápido. Desapareció en dirección a la estación de autobuses», añade. Se quedó sin habla, pero reaccionó llamando a la Policía Local, que envió una patrulla para localizar a la bestia. No dio con ella. «Es natural: corren mucho. Hay mucho desconocimiento, hay quien les da de comer», remata Álvarez.
Según los vecinos de Miranda, algunos de los jabalíes que se adentran en el casco urbano «escogen una zona boscosa del Forcón para dormir». «Las deposiciones y las «sebes» rotas lo demuestran. Los perros les huelen y comienzan a ladrar porque los ven bajar», cuenta un vecino de Heros, a dos pasos del Hospital de San Agustín. «Si uno se descuida se encuentra con el bicho en el motor», añade. Los animales salen del Forcón, se plantan en El Caliero y continúan su aventura por el Pozo del Fraile y los prados de Gaxín.
«Han aprendido a tirarlo todo. Comen cualquier cosa», dice Rufo Álvarez, que explica que los jabalíes suelen bajar acompañados de sus crías. «Aunque no siempre sucede: si el adulto es hembra, por supuesto que sí», subraya. Las hembras actualmente están pariendo. «Con más de un año es cuando se quedan preñadas y pueden parir entre dos y siete jabatos. Lo normal, sin embargo, son cinco», cuenta el cazador, que calcula que son «tirando por lo bajo» 55.000 animales en Asturias. «Si en cinco años no los cazáramos, estos animales serían tantos como asturianos: un millón», subraya.
El pasado 8 de diciembre un jabalí causó un accidente en el kilómetro 101.800 de la N-632, en el tramo de la Variante de Avilés. En aquel siniestro se vieron implicados tres vehículos y uno de ellos volcó aunque sólo hubo que lamentar daños materiales. Los coches circulaban en dirección a Galicia en las inmediaciones de la salida hacia Salinas. El jabalí resultó muerto como consecuencia del impacto. Pero esta no fue la última vez que en la comarca se detectan la invasión de los suidos al núcleo urbano. «El otro día, sin ir más lejos, fotografiaron una familia de estos animales en las puertas de Urgencias de un hospital de Barcelona», apunta Álvarez. «No son animales dóciles, son salvajes, no temen a nada y se acostumbran a todo. Los paisanos empiezan a electrificar los rollos de hierba. También van a las cagadas de las vacas, que tienen restos de maíz«, añade.
Los jabalíes que se cazan tienen que pasar por las manos de los veterinarios, que son los que determinan que el animal está libre de triquinosis, que es una de las enfermedades que más les afectan. «Se produce de comer ratones y lo hacen mientras «fozan» en contenedores, pero también en las zonas boscosas», aclara Rufo Álvarez. En el medio rural avilesino —aunque es pequeño— los animales se dedican a «fozar praos». Esas huellas son las que se siguen para detectar las rutas de entrada en la ciudad. La alarma empieza a sonar, por el momento la presencia de estos animales no ha causado accidentes de gravedad en el núcleo urbano. Pero estos animales ya están en el centro.
Informa Saúl Fernández para lne.es