Sandra Mas: Entrevista a una cazadora profesional
Sandra Mas es una joven entusiasta de la caza que ejerce como cazadora profesional en Sudáfrica, recientemente ha sido premiada con el premio venatorio a la juventud Ricardo Medem.
-¿Cuándo empezó tu carrera como cazadora profesional? ¿Cómo te decidiste por este trabajo?
He tenido la suerte de nacer en una familia de cazadores, ya mi abuelo era un apasionado de la caza menor, y le transmitió esta pasión a mi padre desde muy pequeño, y mi padre no perdió la ocasión de hacer lo mismo conmigo.
No consigo recordar en qué momento, ni en qué lugar mi padre me enseñó a tirar, pero sí recuerdo perfectamente lo que me dijo:”- Aprieta el gatillo muy poco a poco, y que el tiro te sorprenda”
Esta sencilla frase es el primer recuerdo que tengo sobre la caza, porque me la repetía a mí misma cada vez que cogía la escopeta de balines siendo una mocosa, para molestar a las ratas que osaban invadir mi territorio para venir a comerse la comida de los perros en el jardín. Y aun hoy en día, la sigo repitiendo cada vez que le enseño a un niño o a una mujer a tirar, tengo que reconocer que casi se me sale el corazón cuando cobran su primera pieza y vienen a mí gritando: – ¡funciona Sandra! ¡¡¡Funciona!!!!
Desde esas primeras ratas con 8-9 años, mi experiencia cinegética se limitó a ser observador y tirar al blanco, hasta que con 19 años pisé por primera vez África con mi padre, y allí la acabé de liar…estábamos siguiendo la pista de unos impalas, y cuando los tuvimos a tiro mi padre me dijo ”Tiras tú”. Y yo con los ojos como platos contesté: “¿Tiro yo? ¿Cómo que tiro yo?”,y siguió: “Lo harás bien” Ante esa frase no pude negarme, así que con el corazón a 3000 cobré mi primera pieza en ÁFRICA, y quedé enganchada de por vida, tanto que ya en ese safari le dije q mi padre que ese me parecía el mejor trabajo del mundo, que seguramente no me iba a hacer rica con ello, pero como dice un amigo mío “a veces menos es más”, prefiero calidad a cantidad, y me confirmo cada vez que acompaño a un cliente que se pasa todo el año trabajando en algo que no le gusta para poder venir a cazar 10 días.
Así que, siguiendo mi cabezonería, me encontré con 20 años viviendo en Zimbabwe, concretamente en Bulawayo, aprendiendo todo lo posible sobre la caza. Lamentablemente unos meses más tarde la situación política se complicó, por lo que tuve que salir del país y volver a España. En aquel momento, lo más inteligente me pareció seguir estudiando para hacerme “un cojín“ por si las cosas en el continente africano no me salían bien, así que estudié la licenciatura de educación física, un máster en docencia y actualmente estoy acabando el doctorado.
Durante mi época de estudiante, la vida quiso (por suerte) que mi padre se hiciera agente de caza a nivel internacional y creara “Carlos Mas Safaris”, gestionando safaris en Argentina, Asia, Canadá, Rumania, Sudáfrica, Namibia, Zimbabwe…, esto me permitió aprender toda la parte comercial del negocio de los safaris y pude viajar por medio mundo, enriqueciéndome con los diversos tipos de caza en varios continentes, y por supuesto, aprender todo lo posible de diferentes profesionales y oufiters.
Pero sin duda lo más importante para mí, fue darme cuenta de la importancia de la caza como herramienta para la gestión y conservación de las especies en todo el mundo, como forma de ayuda al desarrollo sostenible de muchas zonas rurales, sobre todo en países subdesarrollados.
Así que una vez acabados mis estudios, dejé todo atrás y me vine a Sudáfrica a por mi título de cazador profesional. Coincidencias del destino, a los 5 días ya estaba guiando con éxito a la 1 persona, y en relativamente poco tiempo, me encontré trabajando como PH fijo en la compañía Hunters Dreams Safaris, donde sigo encantada.
Como regalo dulce del destino, este año fui galardonada en España con el premio “Ricardo Medem” que se otorga a jóvenes cazadores.
-¿Qué reacción tienen los clientes cuando se encuentran que el cazador profesional es una mujer? ¿El trato que tienen contigo es diferente frente a un cazador profesional hombre?
Bueno, a veces pagaría por poderles hacer la foto en ese momento, aunque puedo decir que al menos el 95% de los clientes logran disimular muy bien la sorpresa los 5 primeros minutos.
Es en la hora siguiente cuando suelen aparecer la ronda de preguntas típicas; como una chica como tú en un sitio como este… alguna pregunta sobre rifles y balística para valorar mis conocimientos, animales cazados, etc.
Si les queda alguna duda después de haber superado el examen teórico, suele quedar resuelta tras la primera mañana de caza. En mi opinión, la profesionalidad no entiende de género, después de 10 minutos en el bush, cualquier cazador tiene la capacidad de ver si la persona que tienen delante sabe los que está haciendo o no, indiferentemente sea hombre o mujer.
En mis primeros safaris si sentía la presión de tener que demostrar lo que a los demás se les presupone, pero hoy en día, tengo la seguridad y la confianza que aporta la satisfacción del trabajo bien hecho.
De hecho, si soy sincera, no me viene ahora mismo a la cabeza ningún cliente que no valorara la oportunidad de cazar con una mujer. Es más, cuando ha salido este tema a la conversación, la mayoría coincide en opinar que seguramente no ha sido un camino de rosas para una mujer europea el conseguir este trabajo, valoran el esfuerzo y la tenacidad requerida para llegar hasta aquí, sobre todo teniendo posibilidades de tener un trabajo cómodo en España.
Así que puedo decir, que la mayoría de los cazadores me tratan con el mismo respeto que lo harían en el caso de que fuera un hombre, por supuesto siempre aparece alguna situación divertida, pero una sonrisa y tratar las cosas con naturalidad, lo convierte en una anécdota más del safari sin mayor importancia.
-¿Cuáles son las ventajas y desventajas para un cliente cuando caza con una mujer?
Vamos a empezar por las desventajas, ya que espero que sean menos. Después de mucho pensar creo que lo puedo resumir en dos:
– Han de alejarse un poco más si han de hacer un brake en medio de una espera en un blind. (No bottles please)
– Y a veces las imágenes con la cazadora profesional tienen que desaparecer antes de llegar a casa…
En cuanto a las Ventajas:
– En general, creo que si el PH es conocedor de su trabajo no existen grandes diferencias para el cliente, simplemente añade una nueva perspectiva.
– En mi opinión, la mujer cazadora en general tiene menor preocupación por las medidas. Personalmente creo es un error sacar la cinta métrica una vez abatido el animal, de esta forma se le está dando prioridad a los cm del trofeo por encima del lance y el trabajo de todo el mundo, empezando por el del tracker y acabando por el de uno mismo, creo que en este sentido las cazadoras incentivamos menos el tipo da caza trofeísta.
– Basándome en mi experiencia si he podido apreciar una ligera ventaja para aquellos cazadores que vienen acompañados de sus hijos o familiares y desean iniciarlos en el mundo de la caza para poder compartir con ellos esta afición, y tener un compañero de batallas. En general les es más fácil de conseguir este reto de la mano de una mujer, no sabría explicar porqué, pero se sienten muy cómodos y se atreven más fácilmente al ver que alguien de su tamaño también utiliza un rifle.
-¿Cuál crees que es la opinión de tus compañeros hombres en un sector mayoritariamente de hombres?
Mentiría si dijera que a todos con los que he coincidido han confiado en mí…, que no he tenido dificultades ni discusiones, y que nadie me ha puesto la zancadilla, más aun si cabe siendo extranjera.
En mi opinión creo que hoy en día se ha de ser suficientemente inteligente para saber ver la situación actual de la caza, más si cabe con la crisis global.
La industria de la caza necesita reciclarse y abrir mercado hacia nuevos públicos. El hecho de que haya outfiters y ph extranjeros trabajando en Sudáfrica da a conocer las inmensas posibilidades de este país al resto del mundo, cambia el concepto tercermundista y erróneo que tienen muchos europeos de este país, y abre las puertas a nuevos clientes que de otra forma no vendrían. Ya que rompen la barrera inicial del idioma que frena a muchos clientes potenciales a salir de sus países, y por supuesto los clientes no vienen solos, por lo que su safari proporciona trabajo a otros PH locales, y evidentemente, los clientes no siempre contratan con la misma compañía, una vez han estado varias veces, se animan a contratar con compañías de safaris locales.
-¿Cuál es tu animal favorito?
Mi animal favorito es un depredador, seguramente por el reto intelectual y la dificultad que supone cazarlos, me fascinan especialmente los felinos. Fue precisamente una cacería de leones que tuve la suerte de presenciar con 20 años en Zimbabwe (que explicaré más adelante), la que tiene gran parte de culpa de mi adicción por la caza.
En cuanto a los antílopes, todavía me quedo perpleja cada vez que veo un buen kudú bull, y por supuesto como buena española, y no me da vergüenza reconocerlo, un buen “faco” warthog hace siempre que se me acelere el corazón y exclame alguna palabra de 4 letras.
A nivel internacional, tengo en mi lista de ”algún día” el bongo, moose, Caribou, makror, persian ibex, black antelope, axis deer…y no acabaría nunca.
-Cuéntanos algo sobre los mejores momentos y los más peligrosos que te has encontrado a lo largo de tu carrera.
Debía yo tener 20 o 21 años, y de aquella me encontraba en Zimbabwe cogiendo experiencia con la caza Africana. La temporada de lluvias había empezado ya hacía un par de semanas, y la vegetación estaba en pleno estallido, haciendo imposible ver nada decente que cazar.
Cuando ya llevaba un par de días atemorizando a todas las gallinas de guinea, francolines y demás con mi 22, sonó el teléfono con buenas noticias, un grupo de leones había entrado en una de las concesiones colindantes a un parque nacional (Wange) en las que teníamos permiso para cazar, llamada a un cliente americano y carretera hacia el lugar para preparar cebos.
Pude hacerme con la primera pieza con suficiente carne para mantener a un grupo de leones; una hembra de eland. La cortamos en dos partes, y después del pertinente arrastre, colgamos las partes suficientemente altas para que no alcanzaran toda la carne, porque las huellas identificaban a 3-4 leones (una de ellas de macho).
De aquella no tenía mucha idea, pero había pasado media vida empapándome de “mis” reportajes de la 2, y recuerdo que pensé: ”- si un macho ha salido de su territorio porque ha sido expulsado, puede ser que sea viejo, pero si va con hembras…mmm…”
Un sonido que sin duda me dejó fascinada fue el rugido de los leones por la noche, esa era la primera vez que lo escuchaba, agradecí lo afortunada que era de poder ver el cielo de noche en África, escuchar mil historias y algunas mentiras de caza frente a un fuego, y tener la oportunidad de quedarme dormida oyendo un animal tan increíble.
Al día siguiente descubrimos que los leones habían sido obedientes, se habían acabado casi todo el eland, así que tuve que hacer el “gran” esfuerzo de salir a cazar para mantenerlos comiendo hasta que llegara el americano. Y por fin llegó, un simpático tejano con un acento imposible, con más ganas que nadie de conseguir su trofeo.
A las 4 de la tarde ya nos encontrábamos el cazador profesional, el americano en medio, y la “menda” en el lado izquierdo de una plataforma a unos 4 metros de altura, la habían construido esa misma mañana clavando 3 palos, y aprovechando el tronco de árbol joven.
Al cabo de hora y media sudando la gota gorda y evitando no ser devorados por las moscas del mopane, empezamos a escuchar a los leones acercarse con su respiración profunda. A todo esto yo estaba loca de contenta,… es lo que tiene la ignorancia, que es ingenua y atrevida.
Habíamos colocado todo un sistema supe sofisticado que conectaba la luz que había encima de la carne con un interruptor directo a nuestra plataforma, y por si las moscas, yo tenía una potente antorcha para ayudar al profesional a diferenciar al macho. ¡¡Que brillante idea aquella!! ¡¡Encima de una plataforma de risa, sobre una manada de leones, armada con una antorcha!! Hay que ser…
Pues como si eso hubiera sido lo que pensaron los leones, cuando estos llegaron a nuestra altura y pasaron por debajo de nuestra plataforma, lo hicieron por mi parte (como no), y pude ver claramente a 2 hembras, y fue la tercera la que debió oír como rezaba en arameo por dentro porque levantó la cabeza para mirarme fijamente, y así se quedó olfateándome lo que me pareció…una eternidad es poco.
Cuando se hubo cansado siguió caminando para unirse al grupo en dirección a la carne, el profesional le dijo al cliente entonces que se preparara cuando se empezó a oír la carne rasgándose, le dio al interruptor y nada pasó…, miró con el visor el cable y : ¡lo habían mordido! ¿Qué tendrá de interesante un cable para un león?
Y pasamos de la sorpresa al miedo, la plataforma empezó a balancearse fuertemente de un lado al otro, cayendo algunas ramas que nos ocultaban, una leona se había puesto de pié sobre uno de los troncos y lo empujaba con fuerza ¡¡estaba decidida a tirar nuestra falla!!
Si, no me da vergüenza reconocer que pensé que iba a salir en los periódicos españoles:
Joven española armada con una luz, muere devorada por una manada de leones. Qué final tan poco glamuroso… ante tales circunstancias, el profesional decidió que era momento de pegar un tiro, y aprovechando la ocasión, si podía ser al macho. Así que indicó al cliente lo mejor que pudo cual era el macho y tras el disparo se hizo el silencio.
Llamamos por radio para que vinieran a buscarnos, nos acercamos hacia donde se encontraba el macho, y ahí estaba. El americano estaba loco de contento, palmaditas en la espalda y estrechamiento de manos, haciendo testigo de esta escena a las leonas que estaban esperando a su compañero, seis ojos brillaban en la oscuridad iluminados por mi antorchita… Como no podía ser de otra forma, una hembra cargó.
Tras un tiro del profesional, esta se esfumó lo mismo que nosotros con el coche, decidimos que sería mejor idea venir a buscarla de día.
Al día siguiente, tras una hora pisteándola, al dar con ella volvió a cargar, siendo este su final; un tiro de frente que le destrozó los dientes y la paró en seco. Lo había hecho con un tiro en un pulmón y tras enfriarse en la noche.
Cuanta admiración y respeto me procesan estos preciosos animales… nos regalan memorias imborrables que inmortalizamos en fotografías, en taxidermia, y en nuestra emoción cuando rememoramos ese lance que nos encogió el corazón.
-¿Cuál es la jornada de caza más dura que has tenido?
Pues probablemente la cacería más dura en la que he estado fue con mi buen amigo Alberto en Alaska hace 3 años.
Conocía a Alberto de haber estado intentando el leopardo en Namibia, y cuando me llamó para preguntarme si lo acompañaba a Alaska como traductora para Alce y Grizzly le contesté; “-para que me preguntas si sabes que sí”. De aquella no se me ocurrió preguntar ni donde, ni que época ni con quien.
Así que después de perder ya el primer avión porque su pasaporte tenía una vigencia de menos de 6 meses requerida para entrar en EE.UU, 4 aviones, 1 avioneta y mil horas de viaje llegamos a una zona de caza situada dentro del parque nacional Wrangell –ST Elías.
La zona de caza era un lugar precioso perdido de la mano de Dios donde solo se podía acceder con avioneta, con una cabaña de madera que hacía de salón-comedor-cocina y sala de reuniones, las habitaciones eran una cabaña de tela con una chimenea de leña de la que me ocupaba de alimentar toda la noche para no levantarme con algún dedo de menos.
A todo esto Alberto me había preguntado: “¿tu montas a caballo?“A lo que le respondí: “claaaro…” (pensando en los ponis que montaba de pequeña en las ferias y a 2 escasas horas que había dado una vuelta por la campiña de la Provenza italiana… así que allí estaba yo, dispuesta a cazar 8 horas a caballo durante 10 días saltando riachuelos, caminando por acantilados, cruzando ríos helados y todo esto a -8’!!!
Acostumbrada a la densidad de África, el pasar todo un día buscando animales sin éxito, sentada durante horas en la nieve con los prismáticos sin ver absolutamente nada, escalar montañas de roca sin fin, cabalgar días en un bosque sumido en el más absoluto silencio fue una experiencia dura, pero de la que quedé fascinada y espero repetir.
A modo resumen diré que la constancia siempre tiene su recompensa, así que en una ladera encontramos nuestro macho de alce entre un grupo de hembras, intentamos atraerlo con un bidón de plástico blanco simulando otro macho, pero estaba muy entretenido con sus labores de macho alfa… a todo esto traduzco todo lo que me dice el guía a Alberto, se preparan para tirarlo y el guía me dice: “- no hay troncos donde amarrarlos, tú tendrás que aguantar los 3 caballos”. Pensé era una broma, vale que en aquella época todavía jugaba a rugby, pero tanto como para aguantar 3 caballos… El sentido común que me quedaba me dijo que 2 eran más que suficientes… 4 tiros más tarde, y carrerita detrás del alce hacia el río con los 2 caballos nos hicimos con un espectacular alce que hizo olvidar todo lo anterior, algo parecido a un parto. El cómo volvimos con 2 caballos 3 personas y un alce de 1000 kg ya es otra historia…
-¿Cómo puede una mujer en esta industria contribuir a mejorar la conservación y promulgar el mensaje de una caza sostenible?
Desde mi punto de vista, la caza no es un hobby de fin de semana, ni una afición que nos acerca a la naturaleza, entiendo la caza como un estilo de vida que afecta todos los aspectos de la existencia del cazador, empezando por su forma de pensar, sentir, vivir, siguiendo con valores de camaradería y respeto por la buena práctica y terminando con su monocromática necesidad de vestir de verde.
Creo que como todo cazador, cada jornada en la que hayamos tenido algún lance emocionante aunque no hayamos cobrado la pieza, es un buen día,” abatir o no al trofeo que busco no es un fin en sí mismo, sino un resultado”, porque independientemente del resultado, hemos cazado.
Si observamos la situación actual de la caza, nos daremos cuenta que la crisis económica ha hecho que muchas zonas de caza en se hayan quedado sin gestionar, y muchos destinos como Hungría o Polonia hayan acusado los efectos de la crisis al igual que otros destinos de caza internacional. Una prueba de esto la podemos observar mediante el registro de Guardia Civil durante el año pasado en Barajas (Madrid), este confirma como las salidas de cazadores españoles al extranjero han bajado casi un 70%.
Esto, sumado a la mala prensa de la caza, el desconocimiento de la sociedad y las películas de Disney, está haciendo que el número de jóvenes que cazan disminuya cada año en los países desarrollados, y no se mantenga el equilibrio con el número de veteranos cazadores que dejan de caza. El reclutamiento (padre-hijo) es demasiado bajo para dar lugar a una población sostenible de cazadores.
Así que en mi opinión, todos los involucrados en la caza debemos tener en mente que hay que aunar esfuerzos por darla a conocer a la sociedad, y en concreto a los jóvenes los beneficios de la caza, y ofrecerles la oportunidad de experimentarla.
Esta labor debe ser realizada por todas las personas involucradas en la caza, indiferentemente del género, estatus o posición si queremos que la industria prospere, y que las poblaciones se mantengan.
Si me dieran un dólar por cada vez que me han preguntado porque cazo, seguramente no trabajaría más, cuando esto sucede no me importa perder el tiempo necesario en explicar cómo hoy en día la caza es una necesidad en muchos países.
A quien no ha estado en África le es muy difícil comprender que la caza es una de las formas de evitar el furtivismo y el uso de trampas.
En un sitio donde la gente sufre necesidades, y tiene solomillos paseándose por la ventana de su casa, sería imposible evitar el uso de trampas si los locales no vieran que conservando ese animal para su posterior venta a cazadores extranjeros, les repercute en beneficios en forma de pozos, medicinas, escuelas, etc. Una frase africana que resume esto es: “Pay to stay”, en África lo que no tiene un valor no se cuida. Sólo tenemos que fijarnos en Zimbabwe, la primera vez que lo pisé, hace 11 años, era un país rebosante de fauna, precioso, el paraíso en la tierra. La situación política hizo que en su día no se enviaran clientes a este destino, yo misma tuve que salir corriendo y volver a España cuando la situación se puso fea. En cuanto los animales dejaron de tener valor porque no había nadie que viniera a cazarlos, fueron prácticamente exterminados… no es difícil encontrar en una mañana 3 o 4 lazos de alambre, y ahí cae todo, machos, hembras, crías…claro, si quedaran.
En mis muchas andaduras por el continente africano, jamás he visto ninguna organización, ni ONG, ni futbolistas haciéndose la foto en estas zonas, la única forma de ayuda que he visto es la que proporcionan los cazadores que desembolsan grandes cantidades de dinero a cambio de su experiencia africana, desarrollando estas zonas rurales.
Según un estudio reciente, en los 23 países africanos que permiten la caza deportiva, 18.500 turistas pagaron más de 200 millones de dólares al año para cazar leones, leopardos, elefantes, jabalíes, búfalos, antílopes, etc.
Los gobiernos en estos países ejercen un control sobre las operaciones privadas de caza en más de 540.000 millas cuadradas (1.4 millones de kilómetros cuadrados) de terreno, es decir, ejercen el control sobre los animales que se cazan; regulan el numero que se pueden cazar en función de los animales que hay en la zona, la densidad y su influencia en el ecosistema.
En Sudáfrica el gobierno alquila el 20% de la superficie del país para la industria de la caza, del precio de los animales que se cazan, el 60% se destina la comunidad e infraestructuras de la zona, en forma de los ejemplos citados antes.
Estos son solo algunos ejemplos que ayudan a la sociedad a entender el beneficio que produce la caza en el mantenimiento especies, pero hay para tener una opinión formada y responsable, se requiere ineludiblemente estar informado para poder argumentar la defensa que los cazadores hacemos del hábitat animal, y la contribución a la supervivencia de muchísimas especies, así como la ayuda a la reproducción de otras muchas. (Otros ejemplos: bisonte en EEUU y Polonia, Ciervos y Jabalíes en Argentina, Nueva Zelanda, España, Alemania, Austria, etc.)
También creo que debemos desenmascarar, por burdamente erróneas, las teorías y modas que bajo el pretexto de rechazar la muerte del animal, promueven el uso de «pieles ecológicas» que no son más que pieles sintéticas, elaboradas a partir del petróleo y no biodegradables, y por lo tanto altamente contaminantes.
En todos los rincones del planeta, donde no se practica la caza como deporte, la fauna va desapareciendo, inexorablemente: si nadie está dispuesto a pagar para cazar, los animales no tienen valor para nadie, y son aniquilados, bajo pretextos de ser dañinos a la agricultura, o perjudiciales a la ganadería, o porque compiten con otras actividades económicas, o porque sus hábitats son destruidos para el cultivo intensivo; esta forma elimina todo vestigio animal si no se dejan corredores naturales para la flora y fauna.
-¿Qué es para ti la caza ética y cómo ves la ética general del sector cinegético?
Todo el mundo coincidirá que hay una diferencia entre una caza ética teniendo como referencia lo que estipula la ley, y una caza ética según la moralidad del cazador y lo que él considera correcto o no, y al ser personal, este siempre va a ser un tema delicado por ser tan subjetivo.
Para mí, la caza ética, aparte de lo obvio, es aquella en la que el animal sufre lo menos posible, y en la que después de obtener el trofeo te queda la sensación de satisfacción del trabajo bien hecho. Esta sensación, personalmente no me queda al tirar un animal desde el coche, personalmente disfruto caminando horas detrás del trofeo hasta que el cazador tiene la oportunidad perfecta para él, obviamente muchos cazadores vienen con el tiempo justo para cumplir un paquete, y a veces las oportunidades hay que aprovecharlas porque puede que no vuelvan a presentarse.
-¿Qué cambiarías cómo cazadora profesional?
Pues ciertamente si, y quizás con esto me voy a llevar un tirón de orejas, pero personalmente no me gustan el tipo de safaris en los que se tiran 15, 20, 30 warthogs, porque evidentemente para tirar esa cantidad en una semana tienes que tirar todo los que se mueve, jóvenes, hembras y todo lo que tenga forma de “faco”, con lo que no solamente la finca queda mermada sino toda la zona. ¿Cómo esperamos los cazadores que la sociedad nos respete con este tipo de actos? Igual de salvaje me parecen las tiradas de palomas que se hacen en Argentina para después quemarlas, estos actos no están tan lejos de las matanzas de bisontes desde trenes del siglo pasado en Norte América por las que nos llevamos las manos a la cabeza… Creo que se debería aplicar una política parecida a la de Namibia, limitando a 2 ejemplares por especie a cada cazador, aunque ciertamente en el caso de los facos es un tanto difícil porque los clientes suelen llevárselos consigo en la maleta.
Otro asunto susceptible de mejora, es la forma en que se han otorgado las licencias de leopardo este año, es cuanto menos difícil y arriesgado vender a un cliente la posibilidad de tirar leopardo en cualquiera de los shows europeos o americanos sin saber a ciencia cierta que se te va a conceder más tarde la licencia.