¿Saben los animalistas para qué sirve una granja cinegética?
Señores animalistas, ¿se han enterado al menos de lo que es una granja cinegética y para qué sirve? ¿Son realmente conscientes de lo que están diciendo? ¿Acaso saben lo que es una granja cinegética y lo que aporta? Parece ser que no.
Javier Calonge | La pandemia originada por la COVID-19 y todo lo que está generando continúa en nuestro país. Además de las fatales consecuencias humanas que está originando se han podido poner de manifiesto también las consecuencias para el campo que ha tenido la ausencia de cazadores ejerciendo su función. Políticos, medios de comunicación, personajes famosos e incluso parte de la sociedad se ha dado cuenta de la necesidad de la caza como herramienta de gestión de los ecosistemas.
En medio de toda esta oleada, en la que ciertos políticos se empeñan en poner trabas al ejercicio de la actividad cinegética, la caza ha salido claramente reforzada. Esto ha supuesto que una vez más hayan aparecido los de siempre, aquellos que sin aprender nada lo saben todo, y que nerviosos por ver que el sector cinegético les está comiendo terreno a base de que la naturaleza esté imponiendo su lógica, se atreven a proclamar barbaridades en ataques que parece estar lanzados casi a la desesperada.
El bulo fallido de los 50.000 galgos
Aquella cifra de los 50.000 galgos se empleó en un bulo que no tardó en ser desmontado tanto por los datos oficiales ofrecidos por la Fundación Affinity como por el Seprona, ridiculizando la afirmación de los movimientos anticaza. De los creadores del bulo en el que el animalismo de nuestro país aseguraba que los villanos y asesinos de los cazadores abandonábamos más de 50.000 galgos cada año, ahora llega el bulo de las granjas cinegéticas. «El 100% de los animales cazados en la provincia de León provienen de criaderos en cautividad para dar más facilidades al cazador». Simplemente, increíble.
Sin tener en la actualidad algo mejor a lo que agarrarse para poder atacar al sector cinegético, esta vez han vuelto con una nueva y fantasiosa historia que contar. ¡Los cazadores crían animales en granjas para cazarlos, por lo que la sobrepoblación de especies es culpa suya!. Este es un argumento que ya venía siendo utilizado desde hace unos meses por Pacma y otras entidades animalistas. Este mensaje se ha convertido en el nuevo clavo ardiendo al que se agarran, ya que el resto en los que se intentaban sostenerse se han ido desmoronando por sí solos.
¿Son realmente conscientes de lo que están diciendo? ¿Acaso saben lo que es una granja cinegética y lo que aporta? Parece ser que no.
Lo anteriormente expuesto, junto con los tristes resultados obtenidos tanto en las concentraciones convocadas en contra de la caza como el fracaso en la urnas obtenido en la últimas elecciones, ha originando que su nuevo discurso para combatir la innegable gestión del medio natural realizada por los cazadores sea este.
Lugares muy afectados sin granjas cinegéticas
Para comenzar a poner un poco los puntos sobre las íes es importante que cada vez que realicen afirmaciones de este tipo al menos se dignen en intentar contrastarlas aunque sea mínimamente. Una vez más han hecho gala de su enorme capacidad para vender humo a aquellos que por haber crecido en un entorno alejado del mundo rural pueden llegar a comprarlo, y de su enorme incapacidad de conocer la situación real en la que se encuentran nuestra fauna y nuestros campos.
En lugares donde especies como el conejo, el corzo o el jabalí devastan los campos trabajados por nuestros agricultores, dejándoles sin el pan con el que alimentan a sus familias, ¿de verdad creen que los cazadores necesitaríamos repoblar o ni siquiera se nos ocurriría hacerlo? ¿Cuántas granjas cinegéticas de corzos, conejos o jabalíes (por poner un ejemplo) conocen en ese tipo de zonas?
A diferencia de la permisividad que se puede apreciar en muchas de sus actividades, algunas de dudosa naturaleza y bastante bien subvencionadas, la caza es una actividad que cada día se encuentra más regulada, hasta el punto en el que a veces puede llegar a resultar asfixiante para los propios cazadores.
Cada acción relacionada en el ámbito cinegético que se realiza en el monte, desde poner un bebedero hasta soltar un simple conejo, necesita ser previamente solicitada, debidamente justificada y finalmente se debe informar de los resultados derivados la misma a las administraciones públicas. El hecho de no hacerlo acarrea sanciones que en algunos casos resultan más que ejemplares.
Los planes cinegéticos de cada coto, estudiados y revisados periódicamente por las administraciones públicas, son los que dictan dónde se puede repoblar y donde no, no vayan a pensar, en su película de «el cazador maligno» que lo nuestro es pasar nuestra vida soltando animales en el campo indiscriminadamente para luego dispararlos sin ton ni son a la vez que generamos la sobrepoblación de algunas especies.
Nosotros, mediante la gestión de nuestros cotos, y las administraciones mediante las órdenes de vedas, leyes de caza y aprobación o no de los planes técnicos de cada coto, velamos por que el número de animales de cada especie dentro de un ecosistema esté perfectamente regulado. Ellos con sus continuas trabas y reivindicaciones, impidiendo que se realicen gestiones de fauna verdaderamente efectivas o solicitando cuantiosas cantidades de dinero para implantar soluciones, que a la vista está que además de costosas, son poco efectivas, no solo no aportan nada, sino que intentan impedir que los cazadores lo sigamos haciendo. Además, intentan desacreditarnos mientras que la sociedad, poco a poco, observa lo realmente importante que es nuestra labor.
[…] cabe resaltar que mientras que una granja no cinegética genera los ingresos correspondientes a la explotación directa de la misma, en el caso de las granjas cinegéticas no solo se generan esos mismos beneficios sino que además se generan todos los beneficios directos e indirectos que genera la propia caza
Ven que muchas familias pueden quedarse sin comer, que los animales pueden morir agónicamente por enfermedades que podrían contagiar a nuestro ganado, e incluso al ser humano, y no solo no aportan nada para evitarlo, sino que siguen anteponiendo la vida de un animal a la de cualquier ser humano. Y lo peor de todo, sin ningún tipo de criterio.
Cazadores y granjas cinegéticas
Las granjas cinegéticas existen por un motivo. Por una parte, cumplen un papel importante de gestión de los medios rurales, pues no se puede obviar que la caza también es una afición, la cual practica un gran número de personas. Por otra parte, la caza también ejerce un papel muy importante como motor de la economía y activación de la España rural. En todos estos ámbitos las granjas cinegéticas, debidamente gestionadas también, juegan un papel importante.
Para empezar, cabe resaltar que mientras que una granja no cinegética genera los ingresos correspondientes a la explotación directa de la misma, en el caso de las granjas cinegéticas no solo se generan esos mismos beneficios sino que además se generan todos los beneficios directos e indirectos que genera la propia caza. Servicios cinegéticos, hostelería, restauración, transporte, armerías son solo algunos de ellos…
La mayor parte de los animales criados en granjas cinegéticas se cazan en cotos intensivos de caza o en lugares totalmente cerrados donde éstos no pueden expandirse, por lo que permanecen controlados en todo momento, no suponiendo ningún tipo de amenaza para la naturaleza y generando los beneficios que he comentado anteriormente.
Las granjas, ¿destruyen o ayudan?
Señores animalistas, por si acaso no lo sabéis, la perdiz roja en nuestro país se encuentra en una situación muy delicada, no tanto por la acción directa de los cazadores como por la práctica de algunas técnicas agrarias que no solo influyen muy negativamente en espetos como la destrucción de su hábitat, su reproducción o su propia salud.
La existencia de granjas cinegéticas no solo alivia la presión cinegética sobre esta especie, sino que además en algunas de ellas se crían ejemplares de gran pureza que en ocasiones logran sobrevivir en estado salvaje e incluso llegan a reproducirse. De esta manera se contribuye, aunque sea de forma parcial, a la recuperación de la perdiz mediante su repoblación.
Vosotros, que queréis evitar que se cace la codorniz por encontrarse, según vuestro criterio, en un estado delicado, ¿de verdad criticáis que existan granjas cinegéticas de esta especie? Sinceramente, una vez más vuestra lógica brilla por su ausencia.
En una situación parecida se encuentra el conejo, especie muy afectada por las enfermedades y distribuida de forma muy desigual en nuestra geografía. Mientras en algunos lugares los conejos son considerados una plaga que causa graves problemas en la agricultura, en otros su población ha menguado hasta encontrarse prácticamente extinto.
El hecho de la existencia de granjas cinegéticas de esta especie permite intentar repoblar zonas donde el conejo ha desaparecido con ejemplares sanos y vacunados. Por si fuera poco, los cazadores también realizamos importantes labores de gestión reubicando ejemplares de zonas donde sus poblaciones son demasiado altas en otras donde el conejo escasea. Mientras tanto, el animalismo, en un alarde más de inteligencia, recibe subvenciones de más de medio millón de euros para proponer la esterilización de una especie catalogada «en peligro» por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). De algunas cosas demuestran no tener mucha idea, pero para otras no se les escapa ni una.
Granjas de caza mayor
En el caso de las granjas de especies cinegéticas de caza mayor, por un lado deberían saber que España es una de los principales exportadores de carne de caza del mundo. Esta industria, además de aportar cuantiosos ingresos a nuestra economía, ha favorecido la aparición de algunas granjas utilizadas para tal fin en los que los animales viven en unas condiciones de vida muy superiores a los que lo hacen en otro tipo de explotaciones.
La exportación de cuerna de ciervo, mayormente a china, donde la utilizan con fines terapéuticos, es otro sector que aporta cuantiosos beneficios directos e indirectos.
Vosotros, que estáis en contra de la caza y acusáis a los cazadores de utilizar granjas cinegéticas, normalmente vais al supermercado a comprar un filete de un animal que jamás habéis visto y que seguramente haya vivido en un espacio más o menos reducido, comiendo toda su vida lo mismo
Finalmente, señores animalistas, otro de los principales fines de los animales criados en granjas de caza mayor es su caza, como vosotros proclamáis a los cuatro vientos. La diferencia es que, prácticamente, jamás se hace en abierto como os expliqué al principio. Estos animales son criados para su explotación cinegética en fincas que se encuentran perfectamente valladas por lo que los animales viven en total libertad en ellas, siendo igualmente gestionados para evitar enfermedades, consanguinidad y gestionando a los peores ejemplares para que el resto sea mejor genéticamente. Este tipo de caza también genera una cantidad notable de beneficios directos e indirectos en muchos sectores.
Vosotros, que estáis en contra de la caza y acusáis a los cazadores de utilizar granjas cinegéticas, normalmente vais al supermercado a comprar un filete de un animal que jamás habéis visto y que seguramente haya vivido en un espacio más o menos reducido, comiendo toda su vida lo mismo y con un destino asegurado en el matadero.
Los animales cinegéticos, provenientes de una granja cinegética, en la mayoría de los casos se crían en libertad para que en la medida de lo posible no pierdan su naturaleza salvaje. Una vez en el campo, viven toda su vida en plena libertad, junto con sus semejantes y además su destino es incierto ya que muchos son los animales que se cazan, pero muchos otros son los que logran zafarse de nosotros ayudados de sus increíbles sentidos.
Titulares de pantomima
Por último, y no menos indignante, ha sido la reacción de algún que otro periódico digital que buscando posiblemente el morbo fácil o sumar algún que otro lector más ha publicado, sin ningún tipo de complejo y sin despeinarse, titulares como «Granjas cinegéticas, la sobrepoblación de animales hecha a medida para poder cazar» o «Disparar a animales criados en granjas: el negocio de la caza en España», mostrando una vez más al nivel al que se encuentra una parte del periodismo de nuestro país (respetando a los enormes profesionales que también tenemos).
Unos titulares que están escritos sin ningún tipo de rigor ni documentación y que dan voz a los mismos «personajes» que llegaron a afirmar que en España se abandonaban 50.000 perros de caza al año. Lo peor de todo es que hay gente que por ignorancia llega a creer que disparates de tal calibre son reales.
En mi opinión, titulares como esos deberían ser automáticamente denunciados por el sector cinegético y se deberían exigir responsabilidades a los medios que los fomentan. Son muchos los ataques a la caza permitidos y promovidos por ciertos sectores de la prensa.
El animalismo ha vuelto a la carga a la desesperada. Esta vez ha hecho patente de nuevo su constante falta argumentación soltando la primera burrada que se les ha pasado por la cabeza. Una acusación que no debería quedar impune, no solo por la barbaridad que supone sino por su divulgación y las consecuencias que esta podría tener para el sector cinegético.
Señores animalistas, ¿se han enterado al menos de lo que es una granja cinegética y para qué sirve?
Podéis seguir sin hacer ningún sacrificio real por la naturaleza, pero por lo menos dejadnos tranquilos a los que intentamos hacerlo siempre que se nos presenta la ocasión. Algunos cazadores, ya hartos, claman por hacer una huelga que puede iniciarse en Cataluña. No quiera la sociedad, agricultores y políticos que esta huelga se extienda al resto de España, porque en ese caso se iba a poder demostrar más si cabe la verdadera función que los cazadores ejercemos en el medio natural.
En la lucha contra el coronavirus, los animalistas no hacen nada