Rececho de macho montés en Sierra Nevada
Sobre las 7:00 de la mañana llego al pueblo dónde quedé con el presidente del coto. A las 7.30 acudió a la cita y tras los saludos pertinentes, salimos sin demora, puesto que los Machos en celo madrugan más que nosotros.
El día amenazaba lluvia, que debido a la altura en la que nos íbamos a mover, sería nieve. Sobre las ocho de la mañana, empezamos a ver cabras con algún que otro “cegao” tras ellas. Sin parar de subir, mirábamos y rebuscábamos por todos sitios a esos machos de pro, que seguro andan por ahí.
Sobre los 1500 metros de altitud vemos algunos candidatos que nos hacen prestarles atención, fijándonos tanto en el pelaje como en el trofeo. Observamos dos machos de 7 u 8 años, muy bonitos, pero no es lo que busco, así, que continuamos la ascensión hasta alcanzar el refugio a las nueve y media. Preparamos la chimenea, y tras un tentempié decidimos asomarnos, y de repente, veo un Macho solitario en un risco, estaba buscando hembras. Tras mirarlo con los prismáticos, me doy cuenta de que da la talla, 72 cm y 11 años.
Sin prensármelo dos veces, inició la aproximación y la entrada hasta unos 200 metros. Me situó por debajo y mientras lo hago, el macho se desconcierta, ya que a pesar de ir muy bien camuflado, me ve las manos, la cara… Pese a su mirada extrañada, sigue allí y aprovecho para posicionarme y esperar su incorporación. Tras unos 20 minutos esperando, decidimos silbarle muy suave y con periodos cortos. Al poco rato, se incorpora como Macho viejo y curtido. Lo hace sobre su eje en plan culebra, y se va hacia atrás, al otro lado del barranco. Tras lamentarme por la entrada que le había hecho y el buen trofeo que tiene, sigo buscando mientras llovizna y a ratos, cae agua nieve. De camino hacia el refugio, vemos muchas cabras con machos bonitos y jóvenes, pero nada que me llame la atención.
Una vez en él, preparamos la chimenea y disfrutamos viendo el Ajax-Real Madrid, que por cierto, fue un partidazo de los blancos. Cada poco tiempo, iba saliendo al exterior para comprobar el tiempo, y cuál fue mi sorpresa, cuando en torno a las 11 salgo y está nevando suavemente, además, al mirar hacia delante observo un arcoíris blanco. Ésta era la segunda vez que veía algo así, ya que la primera fue recechando un macho de día en el año 2001, ambas veces, con luna llena. Nos dijimos, que de seguir el tiempo así, al día siguiente los machos estarían por debajo nuestra. Hacia la 1, nos acostamos hasta el amanecer, aunque yo ya llevaba esperando un par de horas.
Me sorprendí cuando vi que la mañana estaba despejada y no había ni gota de nieve alrededor. Se presentaba un buen día de caza, con nubes amenazantes en las cumbres y niebla en el valle, pero la primera hora era fundamental. Tras un cafecito, salimos al monte.
Nada más salir, veo varios machos dignos, pero a mucha altura y con un rececho difícil. Sigo buscando, y veo algunos del día anterior y alguno que otro bonito. La niebla empezó a subir y nos cubrió por sorpresa, así que decidimos subir al refugio a desayunar, ya que estábamos a 5ºC y nos venía bien.
Viendo que la niebla no levantaba, sobre las once y media comenté mi disposición de bajar hacia el valle, a unos 1300 metros de altitud. Las cabras y los machos los había por todas partes, sin perder tiempo escudriño todos los posibles lugares donde podrían estar. Al poco tiempo, veo un macho a distancia considerable, pero me gusta la forma de los cuernos y considero que viendo el tiempo de ayer y lo que se barruntaba para hoy, debo iniciar la aproximación, y ya con más cautela a la hora de entrar, me situó a 197 metros y coloco mi monotiro, mientras él está encendido con una cabra.
Tras el lance, venía lo bueno, llegar hasta él. El lugar era muy abrupto, había riscos, un arroyo repleto de zarzas que cruzar, y por supuesto, no podían faltar las típicas piedras envueltas en musgo. El cobro, nos llevó 40 minutos, y sí, mereció la pena. Me recreo con el animal y su trofeo, tras dejar todo el equipo en el lugar de partida y con solo una navaja y la cámara fotográfica. Le saco el trofeo y vuelvo sobre mis pasos, feliz por el animal abatido. 10 años, 62 cm de largo y 21 de base.
Fue un bonito rececho, que se culminó con un buen ejemplar, siendo en mi haber el número 56. A la llegada al refugio, un buen homenaje de comida y un festejo, que finalizó la experiencia.
Jorge López Arellano