Pros y contras del adiestramiento de podencos en picadero
El “picadero” es un recinto cerrado de mayor o menor extensión en el que se suele poner grupos de ramas cortadas, maleza, pales, o elementos de cualquier otro tipo que sirvan de refugio y obstáculos, en el que se echan uno o varios conejos para que los cachorros los puedan buscar, los vean y los corran de una forma más fácil que en el campo.
Hace muy poquito tiempo, en uno de estos numerosos grupos de los que hoy circulan por la red, tuve la suerte de poder debatir con muchos de los mejores podenqueros que tenemos en nuestro país y con otros, entre los que me incluyo, con menos sabiduría a nuestras espaldas, sobre una herramienta de adiestramiento que parece estar a la orden del día ya que su uso se está extendiendo muchísimo en todo tipo de podenqueros, el picadero.
Gracias a ese debate, y recogiendo las principales conclusiones de lo que allí debatimos, me decidí a escribir este artículo, ya que para alguien que conoce las ventajas, desventajas y posibles peligros de esta herramienta puede llegar a ser útil, pero para quien no, puede lograr que el adiestramiento sea totalmente contraproducente, no solo no logrando los objetivos marcados, sino creando en el perro costumbres y vicios negativos para la caza, e incluso apatía por la misma.
Puestos a hablar sobre dicho asunto debo decir que para mí fue un debate de los buenos, de esos en los que uno disfruta tanto leyendo como escribiendo sus propios pensamientos, vivencias y opiniones, a pesar de que no todas fuesen en una misma dirección.
El “picadero” es un recinto cerrado de mayor o menor extensión en el que se suele poner grupos de ramas cortadas, maleza, pales, o elementos de cualquier otro tipo que sirvan de refugio y obstáculos, en el que se echan uno o varios conejos para que los cachorros los puedan buscar, los vean y los corran de una forma más fácil que en el campo, favoreciendo así sus primeros lances y persecuciones.
Ahora volvamos a la finalidad de este artículo, ¿es realmente efectivo el picadero? ¿Cuáles son sus pros y sus contras? ¿En qué casos es aconsejable o desaconsejable su uso?
¿Es efectivo el picadero?
Para comenzar, es importante decir que el picadero es un método relativamente moderno de la manera como lo he explicado antes, aunque el concepto, como es de suponer, sí que es bastante ancestral. Se trata de un método que en parte se ha hecho famoso ante la creciente cantidad de vídeos que circulan por internet, en los que salen cachorros cada vez más jóvenes corriendo detrás de un conejo, con muchísima afición y entrega y también ante la necesidad, o las ganas de muchos podenqueros de que sus cachorros arranquen lo más temprano posible a cazar.
Lo cierto es que tradicionalmente este método no se usaba o apenas se usaba, ya que los podenqueros en su mayoría vivían y pasaban su día a día en el campo, por lo que los perros tenían muchísimas más horas de campeo y se cargaban antes de experiencias naturales. Su adiestramiento, aunque en ocasiones más tardío, se componía de lances de más calidad. Estos métodos se siguen utilizando hoy en día por muchísimos podenqueros, tal y como se ha hecho casi desde que el podenco es podenco, de una forma paciente, sabiendo pulir cada matiz del perro y haciendo como ellos mismos dicen “cada cosa a su tiempo”.
En cuanto al picadero, ¿es realmente efectivo? La respuesta aunque pueda parecer ambigua es que sí, pero no, o no, pero sí.
El picadero, sin duda alguna, es una herramienta que ofrece al cachorro de una manera fácil y sencilla sus primeros lances, le ofrece la posibilidad de saber lo que es un conejo, a qué huele, incluso la oportunidad de poder llegar a él y morderle. Esto hace que se pueda adelantar mucho tiempo de adiestramiento y que cachorros de muy temprana edad puedan salir al campo con todas estas pequeñas lecciones aprendidas, sabiendo un poco de qué va esto de la caza. Además, nos permite ver ciertas aptitudes y actitudes del cachorro que aunque no son para nada definitivas sí que pueden dar alguna pista de las tendencias del mismo como el latido, la predisposición al trabajo y a adentrarse en la maleza, el rabeo, afición etc.
También puede resultar útil en terrenos donde no está permitido el campeo o la densidad de conejo es mínima o apenas nula ya que la posibilidad de obtener lances naturales en el periodo de adiestramiento es casi inexistente.
Entonces, ¿por qué decimos que a la vez no lo es? Muy sencillo, para empezar hay un dicho muy popular que dice que las prisas a veces no suelen ser del todo buenas. Cierto es que favorece ante todo lo citado antes pero hay una serie de lecciones que el picadero no puede ofrecer. Cuando un cachorro sale al campo, cada olor es una lección, cada rastro, nuevo o viejo, cada sonido, la orografía del terreno. En el campo se pueden aunar caza, obediencia y compenetración entre perro y cazador. Todo lo que le rodea hace que en cada salida pueda aprender una lección nueva y como nos pasaba a nosotros en la escuela, para poder sacar un curso completo debíamos ir aprendiendo poco a poco cada lección, de la más fácil a la más difícil, y esto era lo que nos permitía poder asimilarlo todo mucho mejor.
Además, podemos obtener una orientación de lo que puede ser el cachorro, pero nunca jamás esta puede ser definitiva ya que el perro puede ser tardío, puede que se acabe viciando por una mala mano de su dueño o por multitud de otros factores. Como sucede con las personas, los perros evolucionan en vivencias y en carácter necesitando cosas diferentes en momentos diferentes.
Pros y contras del picadero
En cuanto a los pros cabe destacar que, como vimos, nos permite acortar plazos de adiestramiento, nos permite hacer que un perro salga al campo sabiendo ya lo que es un conejo y a qué huele. Si el picadero está bien elaborado, puede hacer que un perro tenga más predisposición a entrar en la maleza y que aprenda mínimamente a moverse entre ella. Igualmente, este método nos permite tener una mínima idea sobre algunos detalles que pueda ofrecer el cachorro y, como su nombre indica, usado correctamente ayuda a que el cachorro “se pique y vicie” con la busca y captura de sus futuras presas de caza. Además puede permitir que en zonas donde no se puede campear o apenas hay conejo el perro avance en su adiestramiento y pueda tener sus primeros lances.
En cuanto a los contras cabe destacar que un mal uso del picadero, como un uso demasiado frecuente y prolongado, puede hacer que el cachorro tenga demasiada tendencia a cazar de vista y no de nariz por el hecho de correr mucho el conejo buscándolo relativamente poco. Si se usa durante demasiado tiempo y demasiados días puede hacer que los cachorros acaben con inapetencia ya que pueden acabar literalmente “reventados” físicamente o aburrirse de la rutina y facilidad del mismo perdiendo interés y afición.
¿Cómo debemos usarlo en caso de decidir hacerlo? Si se dispone de una buena zona de campeo con buena densidad de conejos no se antoja necesaria su utilización pero si se usa lo ideal es hacerlo muy pocas veces y en cortos periodos de tiempo asegurándonos que el cachorro siempre acabe con ganas de más y con esa “rabia” de no poder terminar de coger el conejo.
También es importante que el conejo corra, ya que eso despertará muchísimo más el instinto natural del cachorro y cuanto más grande, natural y parecido a la realidad sea el picadero muchísimo mejor para que el cachorro pueda desarrollar instintos, capacidad de trabajo y mostrar cualidades.
La edad ideal de iniciación es entre los 3-4 meses, y siempre que sea posible, en cuanto veamos que el cachorro demuestre su afición y esté picado, el siguiente paso debe ser el campo.
Como decíamos al principio siempre hay que tener en cuenta que las prisas nunca fueron buenas, que la base de tener un buen perro radica en la selección, genética, sociabilización, obediencia y caza. La paciencia y la buena mano son fundamentales si queremos tener un buen perro y cada cosa debe llegar a su tiempo y en su justa medida. No lo digo yo, lo dicen numerosos buenos podenqueros de los que, aunque sea en breves debates o conversaciones, tengo la suerte de poder aprender algo cada día.
J. Javier Calonge
Cazadores con Podencos de España