«El problema es que cada vez hay más jabalíes y menos cazadores»
Los expertos aconsejan batidas de perros para alejar a los animales del casco urbano y sería necesario que la Policía establezca un protocolo de actuación y que los agentes estén debidamente equipados.
Si hace unos años podría verse como una estampa pintoresca, la presencia de animales salvajes en la vía pública se ha convertido en un problema de difícil solución que supone una amenaza para la integridad física, e incluso la vida de las personas. Provocan accidentes de tráfico y algunas especies pueden atacar, sobremanera si consideran que están en peligro. Es el caso del jabalí, un animal armado con dos afilados colmillos capaces de causar heridas similares a las de una arma blanca.
A lo largo del año pasado la Policía Local intervino en dieciocho ocasiones ante la presencia de animales salvajes en la vía pública, en lugares tan transitados como la calle del Muelle, las avenidas de Lugo y Los Telares o Los Canapés. Uno de ellos provocó un accidente de tráfico el 10 de mayo en Buenavista.
Eso sí, en todos los casos los agentes lograron ahuyentarlos, el primer paso a seguir según establece el protocolo de actuación. El último es utilizar las armas de fuego, extremo al que por primera vez en la historia reciente se ha tenido que llegar ante la corpulencia y la agresividad que mostraba el jabalí que a primeras horas de la mañana del martes campaba a sus anchas por San José Artesano. Fue abatido a tiros.
Profesor de Zoología en la Universidad de Oviedo y representante de la institución en el Consejo Regional de Caza del Principado, Carlos Nores Quesada lleva veinticinco años estudiando la problemática del jabalí en las ciudades. «Cada vez hay más jabalíes y menos cazadores, y algunos ejemplares encuentran en el entorno de los zonas urbanas un lugar seguro. Allí nadie les dispara (la ley prohíbe utilizar armas de fuego a menos de 500 metros de una vivienda) y encuentran comida con facilidad», asegura. Cuando llegan al centro «no lo hacen de forma premeditada. El jabalí tiene un instinto explorador. Si entra en una avenida o en la caja de las vías del tren puede seguir camino hasta donde le lleve, incluso hasta el centro de una ciudad, como está sucediendo».
Nores Quesada advierte de que organizar cacerías puede tener efectos secundarios. «Si se matan pocos podría reactivar su natalidad, así que para que fuese efectivo habría que abatir muchos. Y tampoco es fácil porque es una animal huidizo. En Asturias hay entre 40.000 y 60.000 jabalíes, pero no es que hayan dejado el campo para irse a la ciudad. Simplemente es que al haber tantos algunos han encontrado en el entorno urbano un buen lugar para vivir en el que encuentran comida y nadie les molesta. No es un problema exclusivo de Asturias, se da en toda Europa», añade.
La solución para remediar la situación pasa por organizar «perreas, batidas con perros para alejarlos del entorno urbano y abatirlos. Eso es lo que está haciendo el Principado, y con éxito. El año pasado el número de jabalíes en zonas urbanas descendió de forma notable con relación al anterior, pero lo que es una solución definitiva no se ha encontrado, ni aquí ni en ninguna parte», asegura.
Además de las ‘perreas’, «es necesario que la Policía establezca un protocolo de actuación y los agentes estén debidamente equipados. Aunque un jabalí que esté acostumbrado a los seres humanos en un principio no va a atacar, lo hará si percibe la situación como una amenaza. Y sus colmillos pueden provocar heridas importantes, actúan como navajas».
Nores Quesada también subraya «la importancia de saber qué hay que hacer y sobre todo qué no hay que hacer si uno se encuentra un jabalí. Lo que no conviene es correr, él siempre correrá más, ni acercarse para hacerle una foto o sacarse una selfi. Hay que dejarle una vía de escape, una salida, y alejarse de él sin carreras, sin aspavientos, sin dar voces y sin hacer nada que pueda alterarlo o hacerle sentirse amenazado», concluyó.
Abandono del monte
El Colectivo Ecologista de Avilés atribuye la situación «al abandono del monte» y critica el cambio de normativa «que se hizo para favorecer a los cazadores. Antes si se atropellaba a un jabalí los daños los pagaba el coto más cercano. Era su ruina, pero ahora los paga el dueño del vehículo, así que más vale hacerse un seguro», manifiesta su portavoz, Fructuoso Pontigo, a la vez que reclama que se señalicen debidamente las zonas de paso, «ya que acostumbran a seguir un mismo camino».
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