Prevención de incendios forestales

Texto: Eduardo Pompa Cartas. Ingeniero Técnico Forestal en Forestcaza

Cada verano se repite la misma historia. Lamentablemente los incendios forestales toman protagonismo y generan una lógica alarma. En lo que va de año, han sido miles las hectáreas devastadas por el fuego. La peor parte se la llevó la Comunidad Valenciana con 60.000 hectáreas calcinadas en los incendios de Cortes de Pallás y Andilla, a finales de junio. Sólo en este incendio, ardieron más hectáreas que en todo el país durante 2011. Ya van más de 177.000 hectáreas, la cifra está cerca de duplicar la media anual de la última década y casi de cuadruplicar la superficie quemada en 2008, 2010 ó 2011. Y es que 2012, ya se ha convertido en el año con más incendios forestales desde que hay estadísticas.

A pesar de todo, el gobierno ha decidido que prescindirá de las brigadas antiincendios en otoño. ¿Estamos locos? Así pues, los profesionales del único cuerpo estatal de lucha contra el fuego vuelven a encontrarse en la misma situación que la campaña anterior.

¿Qué puede hacerse para prevenir en la medida de lo posible estos incendios?

Los combustibles forestales son aquellos materiales vegetales que se encuentran disponibles en terrenos rurales, susceptibles de iniciar y propagar un incendio forestal. Comprenden una innumerable variedad de combinaciones de materiales vegetales vivos y muertos llamados modelos de combustible. En la práctica, la prevención de incendios consiste en modificar estos modelos de combustible, pasando de los más peligrosos a los que presenten menor grado de riesgo y deberán aplicarse siempre y cuando la acción del fuego haga esperar una grave dificultad en la regeneración natural y deterioro del suelo.

La mejor manera es aplicar una Selvicultura preventiva en nuestros montes. Que no es más que respetar unas reglas en la práctica selvícola habitual. Se basará en modificar la combustibilidad de las masas a través de la extracción de determinados combustibles alterando también su continuidad.

Claras, podas, desbroces, eliminación o tratamiento de despojos y quemas controladas, son algunos de los métodos de prevención local que pueden aplicarse.

¿Y la vigilancia? Para poder actuar rápidamente será necesario disponer de una buena red de vigilancia que detecte el inicio de un incendio o de una actividad que pueda dar lugar a él. Por lo tanto, vigilar el monte será otro de los pilares básicos en la prevención de incendios.

Por otro lado, de vital importancia será la concienciación social. Es importante sensibilizar a la población para que no utilice el fuego de manera que pueda provocar un incendio, ya sea accidental o intencionado.

Así pues, Selvicultura preventiva, vigilancia y sensibilización, constituyen los tres pilares básicos de la prevención de incendios forestales.

El otoño que viene, por desgracia, muchos de los trabajos de Selvicultura preventiva que las brigadas antiincendios venían realizando años atrás, no van a existir. Y es que aunque después dediquemos el triple de presupuesto en la extinción, en materia de incendios sí se cumple aquello de más vale prevenir que curar.

El ganado. Un método más de prevención.

La integración de actividades planificadas de pastoreo en la prevención de incendios constituye una herramienta complementaria más. El pastoreo controlado en cortafuegos y áreas cortafuegos constituye una práctica sostenible colaborando en la reducción del riesgo de incendio. Desde el año 2005, 16 montes andaluces pertenecientes a 12 municipios diferentes, cuentan con un conjunto de cortafuegos y áreas cortafuegos que tienen un mantenimiento basado en un uso ganadero controlado. Se trata de RAPCA, la Red de Áreas de Pasto Cortafuego de Andalucía. Es un programa de la Dirección General de Gestión del Medio Natural (DGGMN), de la Consejería de Medio Ambiente y de la Junta de Andalucía, que tiene el propósito de evaluar el interés de incorporar prácticas de pastoreo planificado a las actuaciones preventivas contra el fuego.

Si bien este tratamiento no impide que desparezcan los desbroces mecanizados, si permiten distanciarlos en el tiempo. Y además su implantación es sencilla, según cuentan los investigadores que lo llevan a cabo.

Este proyecto está generando información interesante tanto sobre la efectividad del pastoreo como medida de control del fuego, como sobre los beneficios sociales, económicos y ambientales de compaginar la gestión mecánica de las áreas cortafuego, con una gestión basada en pastoreo controlado, demostrándose así que esta última práctica puede ser incluso económicamente ventajosa a medio plazo.

 

¿Qué está al alcance del cazador?

En lo que atañe a nuestro gremio, también podemos colaborar en esa lucha tomando ciertas medidas de prevención. Como amantes de la naturaleza que somos, creo que debería estar de más recordar que un cigarro mal apagado, una botella de cristal abandonada, o no apagar bien las ascuas de la barbacoa que hicimos tras nuestra jornada de caza, pueden provocar un auténtico desastre. Parecen consejos de Perogrullo, pero no está de más recordarlos, ya que una vez hecho el daño, de nada sirven las lamentaciones.

Otras pautas a seguir será la de evitar aparcar nuestros vehículos sobre rastrojos o pasto seco, no realizar desbroces en épocas no permitidas, no realizar fuego, o apagar bien los cigarros y guardar la colilla para depositarla en la basura al llegar a casa.

También deberemos de mantener limpios y accesibles los cortafuegos de nuestro coto. Igualmente, los caminos deben ser perfectamente transitables y estar en buen estado de conservación.

Otras actuaciones que podemos llevar a cabo a lo largo del año son la limpieza del monte, la recogida de leñas, la eliminación de árboles y ramas secas, así como mantener una densidad óptima de árboles o realizar desbroces selectivos.

Por supuesto, en caso de observar una columna de humo o incendio, llamar al teléfono de emergencias 112 indicando nuestra ubicación para evitar que se propague lo mínimo posible.