Premios 2016 del Real Club de Monteros
Informa RCM | El pasado 3 de octubre se celebraron los solemnes actos de entrega de los premios anuales del Real Club de Monteros, correspondientes al año 2016. Por imposibilidad de llevar a cabo estos actos en su sede social tuvieron que recurrir al restaurante Loft 39 de Madrid, que fue colmado en su capacidad, debido a la excelente acogida que tuvieron estos actos, entre socios, familiares y amigos de los premiados.
Una vez terminada la cena el presidente del Real Club de Monteros, César Fernández de la Peña, hizo una breve exposición sobre los ideales y objetivos de nuestro Club, haciendo un especial énfasis en el impulso que le ofrece al mundo de la caza, y a la montería y la rehala en particular, ya que aún a pesar de las transformaciones que la vida actual ha impreso en nuestras tradiciones, la esencia sigue vigente gracias a los esfuerzos que muchos aficionados ponen en ello, con un ejemplo claro en las rehalas, imprescindibles en esta forma de caza. No quiso pasar por alto el agradecimiento del Club hacia la firma de óptica Leica, que patrocina por primer año el Premio Literario Jaime de Foxá, y que delegó una representación del máximo nivel en estos actos.
En este instante, el presidente pasó la palabra a Pablo Fernández Gasset, quien dio lectura del acta de los acuerdos por el que se nombraba al galardonado en esta edición 2016, con el Premio a la Personalidad Venatoria.
En primer lugar refirió como reunido el Jurado, conformado por los miembros de la Junta Directiva del RCM, presididos por César Fernández de la Peña, acordó por unanimidad, una vez estudiadas las diversas candidaturas presentadas, conceder el Premio a la Personalidad Venatoria 2016 a D. Pedro de Ampuero Castellanos «por considerar al premiado un ejemplo a seguir entre los jóvenes, ya que encarna unos valores en los que se aúnan el amor por la pureza de la naturaleza salvaje, el afán de superación y la asunción de retos inalcanzables, que además traslada a todos los actos de su vida».
Tras este momento, el Excmo. Sr. D. Rafael Castellano Barón, conde de Priego, ofreció la lectura del acta del Jurado del Premio Literario Jaime de Foxá, que decidió conceder este galardón en su edición del año 2016, al Sr. D. Luís Ventoso Castiñeira, por su artículo «Cazadores. Sus trofeos son la libertad, la cultura y la tradición» publicado por el autor el 21 de octubre de 2016, en el diario ABC. El jurado de este premio es diferente del de los otros dos premios del Club y está designado a tal efecto.
Tras este punto S.A.R. Dª Teresa de Borbón, marquesa de Laserna, efectuó la entrega de los premios, y después el Excmo. Sr. D. Iñigo Moreno de Arteaga, marqués de Laserna, efectuó una breve pero simpática y distendida semblanza de los premiados en su condición de presidente honorífico del RCM.
Inició el uso de la palabra remarcando sobre Pedro de Ampuero Castellanos que «El Premio a la Personalidad Venatoria se ha concedido este año […] a un personaje singular e inhabitual para este galardón. Pedro es insultantemente joven y la distinción suele premiar el recorrido vital de personas de edad más bien avanzada, además es arquero y es el primer discípulo de Guillermo Tell en alcanzar este honor»
Tras glosar el recorrido vital del premiado por sus éxitos profesionales, nos hizo también un breve resumen de su trayectoria cinegética con estas palabras: «Morralero primero, lo mismo tras las perdices en Castrojeriz y los corzos burgaleses que en busca del bongo en Centroáfrica, cuando le llegó el tiempo de cazar por su cuenta, escogió el arco. Siempre de la forma más difícil y esforzada y evitando aguardos tranquilos sobre un cebo que garantiza la presencia de las reses; nada de eso, en los riscos y montañas donde el éxito se alcanza cuando se logra acortar distancias en el terreno más complicado. Sarrios, carneros silvestres, el elánd de Derby, el bongo y el sitatunga e incluso búfalos figuran con sus fechas en su diario de caza. Este año ha rizado el rizo y ha conseguido uno de los trofeos más complicados, el tur oriental, en la cordillera más difícil, sin más armas que su arco, las flechas, mucha dedicación y mayor conocimiento.»
En cuanto a Luís Ventoso Castiñeira, prácticamente al inicio de su presentación nos hizo ver que siendo gallego «eso imprime carácter, y no hablo del chascarrillo de la escalera, lo afirmo porque conozco su tierra: Los suevos vinieron y se prendaron de ella y ahí continúan mientras los vándalos (algo harían cuando su nombre tiene las connotaciones que conserva) abandonaron la rica Andalucía. Galicia es pobre, con tierras ácidas que han impulsado la emigración, y con un mar generoso aunque muy bravo.»
Sobre las razones que llevaron al Jurado a premiar su artículo, refirió que añade este premio a otros que ya posee «con un valiente artículo que titula ‘Cazadores’ y en el que se atreve a decir que la caza honra al animal pues nadie lo ama más que el cazador, y más adelante identifica a la cacería actual como un ejemplo de las libertades, así dicho con la misma expresión que siempre se usó en Castilla para designar lo que ahora se llaman derechos.»
De entre los premiados Pedro Ampuero fue el primero en intervenir, invitando a realizar dos reflexiones. La primera relativa a «la amenaza que en la actualidad sufre la caza por políticos, administración, animalistas, ecologistas y la gente en general», pero para el premiado nuestra principal amenaza proviene de la falta de relevo generacional, diciendo que «la caza desaparecerá el día en que no exista gente capaz de defenderla […] por el alejamiento del mundo rural». En segundo lugar invitó a que se introduzca a los jóvenes en todo lo que representa la caza, ya que lo menos importante es la propia caza del animal, lo realmente importante es todo lo que conlleva el acto de la caza y todo lo que hay antes de aprehender la pieza.
Tras sus palabras tomó el micrófono Luís Ventoso, quien refirió su escasa vinculación con el arte venatorio. Sin embargo, desde hace tiempo, al observar el creciente movimiento animalista comenzó a ver a los cazadores «como un refugio de libertades y de amor por la naturaleza», que tienen un afecto real por ella, no impostado con actitudes y adornos nada reales, con poco fondo de autenticidad y menos contribución económica a su conservación, al contrario de lo que sucede con los cazadores.