‘Pistolas’: la historia del sabueso que consiguió procrear después de muerto
Ésta es una historia de vida más allá de la muerte. Pero no es una cuestión de fe, sino de ciencia. Y tampoco es una cuestión humana, sino perruna…
Todo gracias a las manos del veterinario de Gijón Pedro Pablo Mayo, quien consiguió, merced a la técnica que aplican en el Hospital Veterinario Nacho Menes, que Pistolas, un sabueso de catorce meses que sufrió un accidente mortal, tuviese descendencia una vez fallecido. «Parece que después de la muerte hay vida. La verdad que no creía que se podía hacer algo así. Jamás lo pensé: con el perro ya muerto conseguir 16 cachorros… Esto no me devuelve a mi perro, pero al menos tengo algo de él», cuenta José Manuel Canales, cántabro de 23 años y propietario de Pistolas.
Este sabueso era compañero inseparable de Canales, quien lo vio crecer en casa de su abuela y quien descubrió su talento innato para el rastreo. Siendo apenas un cachorro, Pistolas deslumbró en varios campeonatos de rastro de jabalí. «Le tenía un cariño especial», confiesa el joven cántabro, que sufrió «un golpe muy duro» con el accidente fatal de Pistolas, que se despeñó cuando perseguía a un animal en el monte. «Estuve muy mal durante meses, pero me ayudó que la gente de mi cuadrilla me apoyase al cien por cien», cuenta.
Y a superarlo también le ayudó la magnífica descendencia que dejó su perro, porque, aún después de muerto, a Pistolas le quedaban sus últimas balas. El fatal accidente ocurrió el sábado 19 de noviembre. José Manuel Canales no lo dudó: se descolgó con cuerdas por el hueco de veinte metros de profundidad por el que se había caído Pistolas. Lo recogió ya muerto, pero, aún así, lo llevó a su veterinario en Santander. Fue entonces cuando éste le habló de la técnica de inseminación empleada en el hospital veterinario gijonés.
Tras ponerse en contacto con Pedro Pablo Mayo, Canales y su amigo Alejandro Torre pusieron rumbo a Gijón el mismo sábado cargando con el cadáver de Pistolas y acompañados de dos hembras de sabueso que, curiosamente, estaban en celo en aquella época: Ixaso y Suma.
Mayo, que maneja una técnica mediante la que se saca semen directamente de los testículos del perro, analizó el esperma. «El semen tenía calidad suficiente y se dio la casualidad de que las dos hembras estaban en un momento apto. Dividimos mitad y mitad e inseminamos a las dos», cuenta Mayo, que ya ha recibido llamadas desde diferentes puntos de España, como Madrid o Bilbao, para lograr descendencia de perros que sufrieron accidentes y atropellos o que tenían que ser castrados por enfermedad. La técnica permite, si el esperma es bueno, lograr descendencia hasta 36 horas después de fallecido el animal.
El semen de Pistolas era más que bueno: Ixaso parió diez cachorros sanos, y Suma, seis. Ahora corretean por la casa de José Manuel Canales en el pueblo cántabro de La Magdalena (Guriezo). «Nos salió todo mejor de lo que pensábamos. Y quiero agradecer a mis amigos Álex Torre y Ángel Martínez su apoyo», cuenta Canales, quien lloró como el que más la muerte de Pistolas pero que ahora disfruta de su numerosa descendencia.
Pablo Tuñón para lne.es