Los efectos nocivos de la oruga procesionaria en los perros de caza
La procesionaria del pino cada vez tiene una mayor presencia en España y esto aumenta la posibilidad de que nuestros perros se intoxiquen. Acudiendo a un veterinario podemos informarnos de cuáles son los síntomas de esa intoxicación y cómo se pueden paliar.
En España la incidencia de las intoxicaciones en perros por efecto de las toxinas producidas por las orugas de la mariposa Thaumatopea pityocampa son frecuentes y a veces con desenlaces desagradables, mientras que en Francia es una de las tres principales causas de envenenamientos en carnívoros domésticos. Este problema puede presentarse desde finales de febrero hasta mayo.
Las procesionarias son larvas de una mariposa que realiza su ciclo vital en los pinos. A finales del verano, las mariposas ponen entre 120 y 300 huevos en las acículas –hojas de los pinos–, de las que las larvas se van a alimentar. Inmediatamente forman un capullo, orientado al sur o suroeste, intentando buscar la zona más cálida y soleada del árbol. Este típico nido blanco en forma de bolsón, las va a proteger y dar calor.
Al nacer miden unos 2,5 mm y van creciendo hasta alcanzar los 10-12 mm. A partir de esta edad aparecen los pelos o espículas urticantes que van a ser los causantes de las intoxicaciones y problemas cutáneos.
Cuando llegan a la madurez, en forma de orugas, y han completado su ciclo en el árbol, bajan de los pinos en filas, una detrás de la otra cómo si fueran en procesión para enterrarse en el suelo y formar un capullo, pudiendo permanecer así, en forma de crisálida, durante años hasta que se dan las condiciones oportunas para su eclosión en forma de mariposa. Después se aparean y depositan los huevos en las ramas de los pinos y así comienza de nuevo el ciclo.
A partir de la tercera muda, estas larvas comienzan a producir un tóxico llamado thaumatopeina que se aloja en los numerosos pelos que recubren al insecto y que se va a liberar cuando se rompan los pelos. Cada oruga dispone de más de sesenta receptáculos que alojan unos 120.000 pelos urticantes cada uno.
El simple contacto con los pelos urticantes basta para intoxicarse. La principal característica de la thaumatopeina es la reacción histamino-liberadora que produce, provocando un cuadro de inflamación aguda en la zona que entra en contacto con la toxina.
En el caso de los perros, la afección suele aparecer en la zona de la boca, labios, en torno a los ojos, etcétera. Inicialmente el perro aparece muy molesto, con inflamación local que intenta desesperadamente rascarse y lesiones blanquecinas en la lengua, encías y mucosas. Puede venir acompañado de vómitos y fiebre.
En caso de intoxicación conviene lavar la zona con una solución jabonosa, para arrastrar el mayor número de pelos sin que se rompan para evitar que disemine más toxina.
El tratamiento consiste en corticoides y antihistamínicos. Valorando el lugar y la extensión de la lesión, se pueden aplicar localmente o por vía parenteral. En los casos de cierta importancia es aconsejable administrar antibióticos y fluidoterápia, especialmente cuando el problema afecta a la lengua.
En los perros, la mayoría de las afecciones se producen en la boca, cuando el animal lame las orugas o muerde un palo que las contiene. Las lesiones pueden ser importantes, llegando a no poder cerrar la boca debido a la gran inflamación de la lengua, comprometiéndose la vida del perro debido a su imposibilidad para respirar. Una rápida actuación puede controlar la inflamación de las vías respiratorias altas y salvar de la asfixia al animal. No obstante, siempre se corre el riesgo de fallecimiento por shock anafiláctico.
Fuente: Trofeo de Caza http://www.trofeocaza.com/noticia.asp?ref=2045