Mutilar rinocerontes para protegerlos

Hay días, la mayoría, en que los degenerados que se dedican a perseguir de forma furtiva a los rinocerontes para cortarles los cuernos y venderlos en el mercado negro por unos 60.000 euros el kilo -más caro que el oro o el platino- no están muy atinados. En ocasiones, al recortar el apéndice queratínico les arrancan prácticamente medio rostro, quedando los pobres animales condenados a una muerte horrible en la mayoría de los casos. La ignorancia hace creer que el polvo de cuerno de rinoceronte tiene propiedades sanadoras: en Vietnam piensan que cura el cáncer si se toma en infusión e incluso se ha puesto de moda entre los millonarios de aquel país, que lo trasiegan mezclado con vino. En China llevan siglos prescribiéndolo para tratar los problemas de hígado, hemorragias y convulsiones, la fiebre y hasta la resaca. La tradición en los países asiáticos lo aconseja para aumentar el vigor sexual.

REUTERS/Siphiwe Sibeko

Y las víctimas de esta basura que no llega ni a pseudocientífica son los rinocerontes. Atención a lo que dicen los expertos: ingerir polvo de este cuerno es muy similar a comerse las uñas. A pesar de esto, a principios del siglo XX había en África más de 900.000 ejemplares. En solo cincuenta años, eran ya menos de 200.000, que se han convertido en la actualidad en el 10%: es decir, 20.000. La gran mayoría, se estima que el 80%, vive en Sudáfrica.

Visto el éxito que alcanza en el mercado negro esta sustancia, y otras como el marfil de los elefantes, hay quien ha dado un paso más allá y comercian con ella para financiar actos terroristas. La guerrilla islamista Al-Shabaab con base en Somalia (responsable del atentado en un centro comercial de Nairobi en 2013 en el que murieron 72 personas) logra casi la mitad de su financiación vendiendo colmillos y cuernos, según Elephant Action League.

Así las cosas, el Gobierno de Sudáfrica legalizó el comercio de cuernos de rinoceronte el pasado noviembre con el argumento de que su prohibición -vigente desde 2009-, fomentaba la caza furtiva. Pero varias organizaciones ecologistas ya han denunciado esta medida por entender que incrementará las transacciones, prohibidas por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

‘Cosechar’ cuernos

No todos piensan igual. El millonario John Hume es el propietario de esta granja abierta en 1992 en Klerksdorp, en el centro de Sudáfrica. Es la mayor del mundo de cría de rinocerontes; cuenta con más de un millar de ejemplares, todos ellos sin cuernos. Les vendan los ojos, y con una sierra eléctrica les cercenan la parte que podría costarles la vida.

Un cuerno de rinoceronte puede crecer hasta doce veces durante los 40 años de media que vive uno de estos animales. Hume los compara con las ovejas: de la misma manera que estas son esquiladas para vender su lana, el cuerno puede ser ‘cosechado’ con el objetivo de sacar dinero para las fuerzas que luchan contra la caza furtiva. Él guarda unas reservas que podrían llegar a valer dos millones de euros.

«Tenemos que aceptar que la conservación solo tendrá éxito cuando las personas puedan beneficiarse económica y socialmente de ella», insiste Hume, que en 2015 vio nacer 160 crías en su rancho, aunque aspira a conseguir 200 alumbramientos al año. Pero muchas voces ya se han alzado en su contra y en la de otros ganaderos, pese a reconocer sus buenas intenciones. Hablan de animales que mueren enfermos por vivir en recintos vallados, sin poder correr libres en su hábitat natural. Tienen claro que los rinocerontes no son ni vacas ni ovejas.

Informa: Isabel Ibáñez para hoy.es