Montería en La Divisa, Producciones Cinegéticas

-¿Qué tienes que hacer este sábado? Nada Carlitos. Pues ya tienes algo que hacer, te vienes conmigo de montería –me dijo Carlos-.

Sin apenas dormir, y con un frío del carajo me aventuré a cruzar Madrid para encontrarme con Carlos, que me esperaba impaciente para, tras meter los bártulos en su coche, dirigirnos hacia Riaza (Segovia), dónde tendría lugar la montería.

Nada más llegar apreciamos el buen ambiente que allí había, reunidos todos los cazadores, entre tertulias, ilusiones puestas en la cacería y un exquisito almuerzo, se celebró el sorteo.

Nos había tocado en el puesto número 9 de la traviesa, según nos comentó el Sr. Castells, teníamos que tener suerte sí o sí.

Ya colocados, con un paisaje precioso y con un frío de mil demonios, pudimos disfrutar de ladras y jipíos. Carlos y yo, atentos a los ruidos, percibimos que un jabalí se dirigía hacia nosotros bastante fatigado, mirando hacia el ruido, tras atravesar una mata, se topó con mi figura a dos metros, después de mirarnos fijamente, el condenado cambió de rumbo rápidamente, topándose con lo que podría haber sido, pero no fue, su agonía.

El cochino se tapó entre la maleza, asomando un ápice entre las jaras, momento en el que, Carlos aprovechó para tirarle. Tras el disparo, un momento de tamareo, y silencio absoluto. Ese ha caído Carlos, ese ha caído le decía, y así lo creímos hasta que, tras finalizar la montería y pasarnos un rato pisteando, no avistamos ni sangre ni cochino.

Espectacular fue el corzo que atravesó el cortadero en su huida, poco antes de que, varias hembras nos asustasen apareciendo por la espalda.

Y fue entonces, cuando pudimos disfrutar de lo mejor del día. En el Bar-Restaurante Camping Riaza, regentado por la señorita Michele, pudimos disfrutar de un más que peculiar pollo al picantón, que además de estar exquisito, complementó el buen trato que allí recibimos, tanto por los camareros, como por el organizador de la montería, Chema Pérez Castells.

A pesar de mi corto recorrido montero, tras ver el entusiasmo generalizado de todos los cazadores, puedo decir a ciencia cierta que fue un señor monterión. No hubo allí persona alguna, que no viese, tirase o cazase algo. Más de 80 jabalís vistos, para un total de 36 cobrados, siendo uno de ellos medalla de plata (primera foto). La organización de la montería, a cargo de Producciones Cinegéticas, fue más que ejemplar.

Para los que quieran pasar un buen día de caza, el domingo 30 de enero se da la segunda mancha en Riaza, llamada El Pescar. Con 48 puestos y un precio bastante bueno, Chema Pérez Castells nos comenta que es una montería que no falla nunca.

Por último, me gustaría finalizar con el envite de un magnífico cazador: Dónde hay un montero y hay una jara, hay un puesto.