Métodos de identificación de las especies de caza menor, perdiz, para el correcto control poblacional de un coto
Llevar a cabo un seguimiento e identificación del sexo y de la edad de las especies que capturemos en nuestro coto es de vital importancia para la correcta gestión de las poblaciones de animales presentes en los mismos, así como para poder ajustar los aprovechamientos óptimos.
En los últimos años es frecuente oír en los medios de comunicación del sector, sobre la importancia de llevar a cabo una correcta gestión de nuestros acotados, resaltando las prácticas de manejo agrícolas, las mejoras del hábitat, el control de predadores y un buen número de indicaciones que ayudan a que las poblaciones de animales de nuestros cotos encuentren las condiciones óptimas para poder sobrevivir y reproducirse, que no es otra cosa que el fin de cualquier especie animal.
Cuando un gestor de coto quiere llevar a cabo un correcto control poblacional de los animales del mismo debe de conocer por qué y para que fin lo va a realizar, debemos de entenderlo como un control demográfico de las poblaciones.
Por ejemplo, que yo limite el cupo diario de piezas en función de cómo aparentemente veo el coto en cuanto a densidad de animales, ayuda a que no se lleve a cabo un sobreaprovechamiento de las distintas poblaciones. A priori es una buena medida que intenta cumplir con la caza sostenible y deportiva que todos debemos practicar, pero si a su vez estas capturas se identificasen por su sexo y su edad los datos que obtendríamos nos dirían que tipo de animales se están cazando y la repercusión que estas capturas van a tener sobre la población global del acotado.
Para comenzar con este estudio debemos conocer con bastante exactitud la densidad poblacional del animal a estudiar en el acotado, y para esto deberemos de haber realizado los censos poblacionales oportunos en las distintas épocas del año. Sin saber la densidad de animales en el acotado, aplicar cualquier estudio posterior no tendrá conclusiones fiables.
Como esto es una situación que me encuentro habitualmente en los distintos acotados de nuestra Península, voy a intentar explicar de la forma más sencilla posible el fin de la identificación de las capturas de perdices en los acotados. Y no puedo empezar de otra forma que obviando que en función de quién lleve a cabo el consiguiente estudio e identificación de las capturas, los resultados serán unos u otros. Es decir, no es lo mismo que la identificación del sexo y la edad la realice un técnico cualificado que un cazador o gestor de un coto. Y el por qué de esta afirmación viene dado porque en los animales como en las personas, no hay un patrón indicador del 100% de acierto, puesto que habrá individuos que presenten distintos patrones en función de la zona ya que tienen asociado un determinado ecotipo, características propias del ambiente en el que viven, así como otros caracteres que presenten, por ejemplo anomalías que dificulten su identificación, como puede ser un individuo con una gónada de cada sexo.
Partamos de la base que la dificultad en la identificación del sexo y de la edad de un animal vendrá determinado por lo evolucionada que sea esa especie, es decir cuanto menos avanzada sea más fácil serán los cambios de sexo en ella, por poner un ejemplo, hay especies de peces, animales poco evolucionados, que cambian de sexo al cambiar la temperatura del agua. Como todos sabemos las aves son un grupo menos evolucionado que los mamíferos, por lo que su identificación será más difícil. Esto nos lleva a que su sexado es mas complejo y debemos aumentar las variables de estudio para una determinación correcta.
A priori para poder determinar el sexo de una perdiz debemos de mirar su tamaño y las patas de estas. Normalmente la hembra de perdiz presenta menor tamaño que un macho, así como una cabeza de menor volumen, del mismo modo y de forma generalizada habitualmente la hembra de perdiz no presenta espolones en sus patas, pero ésta puede llegar a presentarlos sobre todo si es adulta o en función de la zona en la que viva.
Podríamos simplificar la distinción en que el espolón de la hembra se caracteriza por tener una base muy estrecha, ser de menor tamaño y una forma triangular, pero como ya he dicho esto tendrá un error aproximado del 20% en función de si la identificación la realiza un técnico cualificado basándose en el estudio de unas variables biométricas del ala y de la pata de una perdiz o un cazador normal.
Además deberemos de distinguir entre una perdiz salvaje que se desarrolla de forma natural en su hábitat y entre una perdiz de granja, en la que la selección es manipulada por el hombre, priorizando el número de huevos que ponga o el aspecto de la misma, por poner un ejemplo existen granjas de perdices en las que todas las hembras presentan espolones y esto no esta provocado por otra cosa que por la selección del hombre, que seguramente selecciono ese tipo de perdices por el número de huevos que ponía y no por su aspecto físico.
Del mismo modo existe un error al afirmar que todos los machos presentan espolones en sus patas, puesto que esto no es totalmente cierto, ya que como en el caso de las hembras existe un porcentaje de machos, aproximadamente un 20% que no lo presentan, y que para poder determinar con éxito la identificación sexual de este individuo deberíamos recurrir a un técnico competente que llevase a cabo un estudio biométrico de él y determinase su sexo con exactitud, pero de forma generalizada nos encontraremos con que la mayoría de los machos presentan unos espolones con una base más ancha, con zonas rugosas y de mayor tamaño.
Cuantas más variables biométricas se tomen del animal, mayor será el porcentaje de acierto en la identificación final, del mismo modo deberemos de tener en cuenta los patrones de la zona donde habitan los animales, puesto que los patrones biométricos de los animales vendrán determinados por el ecotipo donde vivan. Así en unas zonas un porcentaje importante de las hembras presentará espolón y en otras no.
Para identificar la edad de una perdiz debemos de tener en cuenta que sólo va a haber dos clasificaciones de la edad: joven y adulto, para distinguir entre estas dos debemos observar las primeras remiges de sus alas, si en alguna de las tres primeras remiges se observa una pequeña mancha blanca, por pequeña que esta sea, se tratará de un animal joven, que ha nacido en la primavera de ese año, si por el contrario no presenta esa pequeña mancha en alguna de las tres primeras remiges se tratará de un animal adulto.
Con el estudio de las alas y de las patas de una perdiz un técnico competente puede llegar a conocer con un error de más menos uno, dos días, el día en que eclosiono el huevo en el nido, para esto se estudia el estado de crecimiento de las plumas. Con la ayuda de una tabla de variables de crecimiento y de los patrones del lugar donde habitan se conoce la fecha en que eclosionaron los huevos. Esto es muy importante en estudios y gestión de zonas de mayor envergadura, ya que podremos intentar retrasar en unos días la cosecha de los distintos cultivos de un acotado con el fin de que un porcentaje importante de las nidadas salgan adelante.
Si después de cada jornada de caza rellenamos los datos de un sobre muestra y tomamos muestra de un ala y de una pata de perdiz, para su posterior estudio por parte de un técnico competente o de un cazador (más error, pero útil) tendremos las siguientes lecturas:
De los datos obtenidos de un sobre muestra se puede conocer con un error no muy grande la densidad poblacional de una especie en el coto.
- Si estamos cazando más individuos jóvenes que adultos en un coto con una densidad poblacional óptima se supondrá que estamos cazando los excedentes poblacionales de un coto, y que la actividad cinegética no esta causando daño a la población de perdices de nuestro acotado.
- Si cazamos más individuos jóvenes que adultos en un acotado con poca densidad de caza deberemos de aprovechar para no cazar y dejar que las poblaciones se recuperen hasta los niveles en los que se puedan cazar los excedentes.
- Si cazamos más individuos adultos que jóvenes estamos cazando la “madre” del coto, por lo que deberíamos de suspender la actividad cinegética en el acotado.
- Si cazamos más perdices macho que hembra deberemos de intensificar el control de predadores puesto que la disminución de hembras adultas en el coto vendrá dado por la predación en los nidos o por la maquinaria agrícola en el momento de la reproducción.
- Si cazamos más hembras que machos se estará llevando a cabo un correcto control poblacional en el acotado y respeto de la actividad agrícola, puesto que de forma natural la selección sería así.
Recordar finalmente que estos estudios deberán realizarse año tras año puesto que de un año para otro las poblaciones pueden cambiar como consecuencia de agentes externos en momentos determinados del año y para que las conclusiones sean más fiables.
Equipo Tecnico de Gecisos
Magdalena Iturmendi
3 comentarios. ¿Quieres agregar algo?:
Podrían enviarme por email fotos de las alas de una perdiz adulta y de otra joven para ver la diferencia gracias
Hola Ramón,
en estos momentos no podemos atender su petición.
Hola buenas noches, le escribo desde la sociedad de cazadores de la muela en Zaragoza.
Es curioso el ta de matar más machos q hembras, me ha sorprendido al leerlo porqe aqi preguntando a los perdiceros, q son los q mejor nos indican el numero de machos muertos en temporada, todos coinciden en un +-85% de machos, lo curioso es qe la población de perdiz es bastante alta, qe opina usted de esto, le parece buena idea utilizar la caza con reclamo para diezmar machos y así aumentar densidad de cría? , graciaas