Una de perros y cazadores: Me presento… Soy Atila.
Imagino, que tendré que comenzar presentándome. La verdad, es que no sé si lo haré bien, ya que como perro que soy, no me han enseñado a hacer este tipo de cosas, pero espero que la intuición canina me sirva de algo…
Bueno, a lo que iba, soy un podenco maneto, y según recuerdo me crió un hombre con mucho pelo, Miguelón le llama el amo, aunque a veces también dice algo de Afijo de los brujos, no sé qué querrá decir, el caso, es que de ahí vengo yo.
El hombre de largas melenas, me separó un día de mi madre y mis hermanos, y el muy cruel, me metió en una caja de plástico con una rejilla en la parte delantera y me dejo en una oficina tirado. Vaya panzada a llorar me pegué, pero es que es normal, me dejaron ahí en el olvido y además, después me metieron en varias furgonetas, en las que pase frío y sentí muchos golpecitos que me hacían levantarme un pelín. ¡Qué recuerdo más malo! ¡Lo peor de mí corta vida!
Cuando todo éste calvario pasó, llegué a una casa, y mi primera impresión no fue nada buena. Los olores me eran extraños, hacía calorcito, sensación que aún no había sentido y además, el hombre que me cogió en brazos no era Miguelón… La verdad es que no me puedo quejar, porque aquel hombre era mí amo, y desde entonces vivo como un rey. Me costó un tiempo coger confianza con él, sobre todo porque nada más llegar, me metió en agua calentita, y a mí eso no me gustó nada. Después de todo lo que había sufrido en el viaje, aún me hizo sufrir más. Aunque después, me comí mi cuenco de salchichas picadas que me puso, y jugué con el bastante tiempo, lo que me hizo olvidar la canallada.
A la familia, sé que también les caí bien, y además, vinieron dos chicas, muy guapas ellas, que debían ser amigas de mi amo y me estuvieron haciendo mimos.
Por las noches, mi amo, me acomodaba un trasportín bastante más grande que en el que vine, le quitaba la parte de arriba, le ponía una toalla y ahí era dónde dormía. Cerca del radiador, para que no pasase frío. Esto tuvo que ser así, porque si me dejaba lejos de él, me ponía como una furia. Supongo que serían cosas de la edad…
¡Qué gustosamente estaba yo en la casa de mi amo! Pero todo tiene un fin. Ya os contaré, ya…
Hay sólo 1 comentario. Yo sé que quieres decir algo:
Oh Atila! Pero qué guapetón que eres!! Me alegra haber sido una de las primeras personas que hizo que la entrada a tu nuevo hogar fuera mucho más agradable!