Manual sobre códigos éticos y estéticos de la rehala y la montería española (I)
Hace poco tuve la enorme suerte de recibir por parte de “Gestión Cinegética Galicia”, a través de la Mesa Galega por la Caza, a quienes agradezco mucho su interés por hacérmelo llegar, el “Manual para monteros y podenqueros sobre códigos éticos y estéticos de la rehala y la montería española”, redactado por la Asociación de Rehalas de Córdoba en colaboración con numerosos estamentos y organizaciones. Este ha sido creado principalmente para velar por la seguridad de todos los monteros así como para transmitir los valores estéticos, éticos y morales que todo montero y rehalero deberían seguir […].
La montería española, a día de hoy, representa uno de nuestros más importantes patrimonios cinegéticos. Se trata, sin duda, de una fiel representante de la tradición española y la cultura rural, la cual se ha transmitido a lo largo del tiempo de generación en generación. No es solo el acto de cazar en una montería sino todo lo que ello conlleva, todo lo que significa.
La montería española es claramente una de las mayores fiestas de la caza que se puede vivir en nuestro país. En ella todo el mundo participa, cada cual jugando un papel muy relevante.
Hace casi incontables años que los primeros seres humanos ya se reunían celebrando grandes fiestas en las que todo un pueblo se veía implicado con un fin similar. Por aquel entonces era por supervivencia; hoy en día lo hacemos para poder dar rienda suelta a algunos de nuestros instintos más primitivos, por regresar a aquella naturaleza de la que un día formamos parte y volver a integrarnos en ella. En ambos casos cada uno de los diferentes protagonistas tenía una gran responsabilidad con el resto del grupo. En aquel tiempo, los cazadores encargados de portar sus lanzas y dar noble muerte a aquellos grandes ciervos, bisontes, osos, etc. dependían por completo de aquellos que se adentraban en el monte para poder levantarlos, dirigirlos y condicionarlos hacia los puntos estratégicos dónde los primeros finalizaban la labor. En el pueblo, todo el mundo se implicaba en el despiece, reparto y preparación de pieles, ¿os suena de algo?
Hoy día la caza ha evolucionado tremendamente con respecto a aquella; incluso la montería, a pesar de tener su fundamento en la tradición, ha sufrido cambios con respecto a sus inicios. Las nuevas tecnologías, las redes sociales o las nuevas tendencias también han ejercido su influencia sobre ella. Todos somos conscientes del estado social en el que se encuentra la caza, la montería desde luego no es una excepción. Este hecho nos obliga a todos y cada uno de los que amamos la caza a respetarla en todos los sentidos. Nuestros actos, nuestros valores o la imagen que ofrecemos de ella supone una enorme responsabilidad para nosotros, nos obliga a respetarla y comprometernos con la tradición que la ha convertido en lo que es. El amor que le tenemos no solo debe hacer que nos esforcemos en ser congruentes con los valores y normas que la rodean, sino a divulgarlos para que todos los entiendan y practiquen.
Hasta nuestros días la caza siempre se ha transmitido entre padres e hijos, entre abuelos y nietos. Esta herencia no solo enseñaba a los nóveles a leer el campo, sino todas las sus leyes, junto con las de la práctica de la caza, tanto las formales como las morales. Hoy en día esta transmisión sigue perdurando, pero cada vez aparece un número mayor de cazadores que no han vivido esa tradición cinegética en sus familias. La afición como tal no es algo que se herede, el espíritu cazador es inherente al hombre y pertenece a uno de sus instintos más primarios, por lo que ese amor por la caza, esa afición o espíritu cazador puede manifestarse en cualquiera sea cual sea su origen. En cuanto a las lecciones sobre la caza, la moral, las normas de actuación y de cortesía son, sin embargo, algo que únicamente se puede aprender de los que las han heredado, de todos aquellos que ya las conocen y las respetan siendo responsables de que sigan transmitiéndose y perdurando en el tiempo. En el caso de la montería esta transmisión se convierte en esencial.
Hace poco tuve la enorme suerte de recibir por parte de “Gestión Cinegética Galicia”, a través de la Mesa Galega por la Caza, a quienes agradezco mucho su interés por hacérmelo llegar, el “Manual para monteros y podenqueros sobre códigos éticos y estéticos de la rehala y la montería española”, redactado por la Asociación de Rehalas de Córdoba en colaboración con numerosos estamentos y organizaciones. Este ha sido creado principalmente para velar por la seguridad de todos los monteros así como para transmitir los valores estéticos, éticos y morales que todo montero y rehalero deberían seguir para que la tradición montera en su máxima esencia perdure, y no se vea degradada ni desmerecida, más aún en los tiempos que corren.
Con el fin de que estos códigos puedan llegar a todos los monteros y rehaleros, junto con el interés de todos los estamentos que lo han creado, los compartimos con vosotros con el fin de que sean útiles para quien no los conozca y para que todos los integrantes de la montería los adopten como suyos. Lo vamos a hacer en dos artículos: este dedicado a los códigos éticos y estéticos y un segundo centrado en las rehalas.
Códigos éticos y estéticos de la montería española
- No disparar sin estar completamente seguro de que se apunta a una res; en el monte hay perreros, guías, un bulto o tarameo puede corresponder a una persona o un perro.
- No disparar al viso, al horizonte, pues cualquiera puede aparecer y además no sabemos dónde va la bala.
- Por seguridad, no utilizar la mira del rifle como si fuera unos prismáticos para ver a otra postura o perrero.
- Respetar los derechos de los demás monteros: Dejar cumplir las reses y no cortar las carreras que se dirigen o puedan dirigirse a otros monteros, ya que la regla de la montería es que las reses que entran en el campo de tiro de un puesto corresponde en exclusiva a su ocupante y sólo él decide cuándo y cómo las tira sin sufrir disparos indebidos del montero próximo; no disparar nunca en línea de ellos; respetar el lugar exacto marcado en el puesto; y en los cortaderos, arrimarse todo lo posible al monte donde está la tablilla del puesto, teniendo mucho cuidado con las reses que entran de frente; es preferible no tirar, o como mucho, hacerlo sólo hasta la mitad de la raya. En muchas monterías de prohíben los tiros a contramano, lo que en el argot montero se dice “tirar de Benítez”.
- No disparar a una res rodeada de perros o si van muy cerca de ella. Ningún trofeo merece jamás la muerte de un perro.5. No pegar a los perros cuando muerden a la res recién abatida que ellos metieron en el puesto, pues es su premio y así se ceban más en la caza, que muerdan durante un tiempo prudencial les hace mejores, pero sin dejarlos comer, luego con una rama y sin violencia o dándoles una voz, se apartan para que vuelvan a cazar.
- En caso de agarre, jamás disparar o apartar los perros castigándolos para que suelten y disparar después. Hay que entrar a matar a cuchillo o esperar a que acuda alguien más experto. Un tiro en un agarre, o el castigo por las voces a los perros para que suelten la pieza, destroza a la rehala que, espantada por la detonación o palos/gritos recibidos que, a partir de ese día, soltará siempre a la llegada de cualquiera, con el consiguiente peligro.
- No moverse del puesto hasta el final, y si se acude a un agarre intentar hacerse visible con los vecinos para estar siempre localizado.
- Si por accidente se mata a un perro hay que comunicárselo al perrero o al dueño de la rehala, de lo contario se pasará días buscándolo. Un accidente puede ocurrirle a cualquiera y aunque sea triste lo comprenderá.
- Las reses se discuten siempre en el monte y con educación, jamás en la casa. La regla de la primera sangre es la que prevalece y en caso de conflicto se debe acatar la decisión del capitán de montería o postor.
- No disparar al blanco al terminar la montería porque hay personas en la mancha recogiendo caza y buscando perros.
- No cortar las cabezas en el monte: las reses deben llegar enteras a la junta.
- Ojo con los puestos dobles ocupados por dos personas, ya que no pueden doblarse ni simultanear el mismo lance.
- Señalar bien el lugar donde las reses están abatidas para facilitar su recogida, indicando al postor si es posible, y si este no llega, conviene colocar en la postura tantas marcas como número de reses hayamos cazado.
- Marcar el trofeo de forma clara y visible con algún elemento personal diferenciador, a fin de evitar, una vez en la junta, posibles confusiones, facilitando asimismo la recogida por el taxidermista.
- Dejar el campo limpio de papeles, casquillos y plásticos, respetando siempre el medio natural.
- Acudir a la montería con talante deportivo y ánimos de pasarlo bien, nunca olvidar que en la montería es imposible garantizar que todos los monteros tiren.
- Cumplir siempre las normas dictadas por la organización. Su objetivo es conseguir el mejor resultado para todos y la máxima seguridad.
J. Javier Calonge
Cazadores con Podencos de España