Madera de cazador: Aria para mozos y zorzales
Capítulo II: Aria para mozos y zorzales
El capador de Aliseda Sito Telo Valdeamores, de perfil carrasqueño, semblante horrendo y sexualidad invertida, no tiene quien le supere cazando zorzales al silbo, nunca utiliza escopeta, nunca se mancha las manos de sangre, nunca baja de los cincuenta pájaros cada vez que sale al monte, ahora yace el iracundo venado de veintiséis candiles que sobrevivió al milagro de su cabeza año tras año en algún lugar de la Hoya de Senen Rebolledo, allá donde fue a lacear conejos y perdices con rameta en marzo de 1973 y de donde dicen que no ha salido hasta la fecha, no se le volvió a ver en vida y persona, su cuñado Estanislao Cachote Reis murió con la convicción de haberlo barruntado entre las jaras un día que salió con la Ina al tenazón de los gazapos, la perra se puso a ladrar sin orden ni entendimiento y no hubo quien le apartase de la cabeza la idea de la aparición, se quitó de la caza, se apartó de su mujer Etelvira Rebolledo Lopezosa, también Etelvira la Manca, y dejó de ser hombre para refugiarse como una alimaña en las Cuevas del Saltillo, orando y gimiendo de gracia y dolor hasta el día en que encontraron su medio cuerpo desgajado por los buitres y los lobos, de estos últimos ya no queda ni la mala sombra que arrastraron en la siempreviva y sempiterna leyenda de su existencia, Sito emascula caballos, mulos, gatos, mustélidos y cualquier mamífero de todo porte y pelaje, él mismo se extirpó los genitales para ofrecer garantía y refinar la técnica con el orden animal superior, desde entonces sólo yace con los mozos que se dejan desflorar por unos duros, algunos de sus mancebos le ruegan que entorne una melodía mientras copulan, así les embellece el alma y aplaca el padecimiento y así es como subyuga malvices y luego les da muerte con la mirada en un encontronazo en la umbría de la que el pájaro sale raras veces con vida, los alirrojos y los comunes son los más quebradizos, charlos y reales precisan de mayores aspavientos pero al final también arrugan sus cuerpecillos ante la pavorosa visión, si un hombre zurdo y farfantón lanza cuatro monedas al aire nunca caerán todas de cara o todas de cruz, la vida tiene un cierto desorden y se rige por el montaraz albedrío, Segundino Toril Vadillo se cruzó con la adversidad y ya no podré saber por qué salan los cebaderos de tórtolas y torcaces, el aguardiente de madroño se redondea mejor si se macera al tercer mes con tripa de jineta melánica o garduño encelado, el niño Nicolás Tello Repilado se tropezó una tarde en la fonda con Sito Telo a los zorzales, al castrador ejerció la postura con un charlo al tiempo que apareció el crío arrobado igualmente por su música, a Nicolasete se le paralizó el habla y todavía sigue mudo, juega y ríe como los demás aunque ya no acierta a enhebrar la voz, se comprende que Sito exageró el ademán y la mueca por el tamaño de la pieza, Patro Repilado le aceptó la percha de túrdidos en compensación por lo de niño, ni le guarda rencor ni le arrojó venganza alguna, todos los años se da una batida en la Hoya de Senen Rebolledo pero no aparecen ni él ni el venado, con azufre de barra, anzuelo del 18, arco de poleas, foxterrier y jagdterrier, hundimiento de cueva, potera y bastonazo también dobla la zorra, ahora quedan veintiséis, Etelvira Rebolledo nunca vistió de luto y todos la recriminan por ello, la gente dice que conviene mantener el duelo por la muerte de los seres allegados porque el olvido hace presa vertiginosamente en los vivos y la desmemoria es la frágil disculpa de los cobardes, no debería ser así, la vida es un río donde no conviene echar más lastre de pesadumbre del que ya arrastramos, sabiamente carecemos de la visión total de la pitorra para evitar volver los ojos de la evocación sobre el recuerdo aciago, Cándido Mogedano sigue atormentado, rehúye del ocaso por no verse las caras con la oscuridad y evita el padre Luciano por no acabar de rematarle, pero tarde o temprano se encontrará de bruces con una u otro, no se puede huir de lo irremediable, el pastor de La Seguroba Elviro Ledesma Cienfuegos tiene tres dedos en cada mano, el número le viene de nacimiento, con ambas reparte mamporros gallardamente a quienes faltan al respeto a su persona y a la de su querida María Flora Lois de los Ríos, se la trajo de Antofagasta hará tres años y aún no tiene nacionalidad española, Elviro piensa y dice que es mejor así, que siendo una indocumentada permanecerá siempre a su sombra y a su servicio, la relación es de mutuo respeto y cariño porque ya no les queda una gota del amor que se juraron, eso lo sabemos todos pero todos lo callamos, Elviro, lo vuestro es un ejemplo para la humanidad, una unión tan fuerte y sincera hay que lanzarla a los cuatro vientos, le espetó una mañana Tomás de la Corte Villaverde cuando Elviro se encontraba luciendo las paredes del palomar, todavía sigue la marca de su mano y sus tres dedos incrustada a modo de bajorrelieve costumbrista, Elviro siempre cuenta a los inquisidores foráneos que es la huella de una avutarda renca e ingrávida y nadie se lo cree, claro está, además de gracias al Señor cada día de que en aquel momento le tuviera subido en la escalera, nadie quiere imaginar qué hubiera sido del administrador si el pastor hubiera estado con los pies en el suelo, con los dos pies en el suelo se revuelcan gazapos a manojos, de nada vale ir a los conejos al trote, cada pieza tiene su modo de hacerse con ella, puede haber varios procedimientos pero uno siempre es el mejor aunque no quiere decir que sea el más limpio y deportivo, suelen ser las maneras más horrendas y despreciables las que llenan de carne el zurrón, la perdiz en ojeo, el conejo con hurón, la paloma al dormidero, la becada con cepo y lombriz, el pato en la mancada y el zorzal con la expresión, Sito Telo Valdeamores primero les silba un canto irrefrenable y luego ¡zas!, les ahoga el corazón.
En homenaje a Camilo José Cela
Texto: DPS. Dibujos: Pablo Capote.
[Publicado en TROFEO, nº 423 y 424, agosto y septiembre de 2005]