Los puestos en la caza del jabalí al rastro

Barruntando la inminente apertura de la temporada, se me ocurre escribir cuatro ideas acerca de un asunto al que considero que no se le da la importancia que realmente tiene y que, en mi opinión, es tanta como para decidir el éxito o el fracaso de una cacería. Y el asunto de marras es la distribución y el comportamiento de los puestos, aunque hago ya ahora la acotación que únicamente me referiré al puesto que se cumple en la caza del jabalí al rastro, caza tradicional que espero poder disfrutar por muchos años. ¡Cuántas veces se va al traste el enorme trabajo que representa el emplazamiento del jabalí, por un posicionamiento y/o comportamiento incorrecto de los cazadores que van de puesto!

Capítulo I: La distribución de los puestos


En primer lugar, obvio resulta que la distribución de los puestos viene directamente condicionada por el terreno donde hemos emplazado al jabalí o jabalíes, así como por el número de cazadores que integran la partida de caza.

Lo primero que considero clave, a fin de cerrar la zona, el dibujar la primera línea haciendo —dentro de lo que el terreno y la red de pistas forestales permita— la clásica forma de herradura, siendo la parte abierta de la misma, la zona de monte por donde el jabalí se ha retirado hasta el encame y por donde, lógicamente, se va a proceder a la suelta de la jauría, es decir, sobre el rastro. No obstante ser ésta la parte abierta de la herradura, entiendo aconsejable dejar siempre un puesto en este punto de la suelta, porque he visto con bastante frecuencia la afición que tiene algún marrano a salir por donde entró, después de darse una vueltecita de reconocimiento por dentro de la zona, cuidándose muy mucho de asomar la jeta en ninguno de los puestos de cierre. Esto, que no es más que una precaución cuando se trata de un único jabalí emplazado, se convierte en norma de obligado cumplimiento cuando hemos emplazado a la piara. La explicación de este hecho reside en que es muy común que, en este caso, la jauría se concentre en la persecución de un solo jabalí, o incluso se divida en la persecución de dos de ellos, pero queda mucho bicho dentro que no es directamente acosado y que, con el follón que se organiza, se zorrea hábilmente y suele buscar esta escapatoria.

Si la partida es numerosa, el cierre de herradura no va a plantear más problemas que los típicos incidentillos derivados de una desmedida afición a elegirse el puesto que caracteriza a algunos —generalmente, los de siempre— y cuya solución recae en la mano izquierda del cap de colla. En esta modalidad de caza al rastro, es difícil lo del sorteo, dado que aquí no hay puestos marcados, ni puede haberlos, dado que hoy emplazas aquí y mañana allí, con lo que los puestos jamás pueden estar establecidos de antemano.

Una vez decidido este primer cierre o primera línea, el resto de cazadores deben colocarse en un segundo cierre. Hay que tener en cuenta que las posturas de este segundo cierre no van a poder ser tan espesas como las del primero, dado que fácil es comprender que el terreno a cubrir, tomando el encame como centro de este círculo imaginario, aumenta en progresión geométrica. Por tanto, este segundo cierre debe ya estudiarse desde el conocimiento de pasos querenciosos, dejando de lado la técnica utilizada para la primera línea que, como hemos visto, no es otra que el cierre total de toda opción de salida.

Más problemático resulta cuando la partida de caza anda escasa de efectivos. Aquí sólo queda intuir qué va a hacer el jabalí tras el levante. Considero que en el arranque, no hay intuición que valga. Cuando la jauría se lanza sobre él, el bicho va a salir por donde pueda, sin norma que nos permita decidir de antemano la colocación de los puestos. En consecuencia, en mi opinión, siendo pocos puestos y no siendo posible el cierre total, prefiero renunciar a esta primera línea y concentrar los pocos efectivos en una segunda línea, más lejana al encame, pero que cubra el mayor número de pasos conocidos… soltar traillas y… encender un cirio a San Pancracio.

En estas circunstancias, las emisoras juegan un papel importante, dado que al estar los puestos situados a mayor distancia, ello permite que las indicaciones del perrero, guiado por el trueno de la jauría, posibiliten que dichos puestos se movilicen con el tiempo suficiente para cortar la carrera de nuestro jabalí. Por ello, si se arma en corto, la posibilidad de jugar con puestos móviles se ha esfumado a los tres minutos del arranque y ello es así, por cuanto entiendo que cortar la ventaja al jabalí arrancado es bastante más fácil yendo por delante suyo, que por detrás.