Los buitres sobrevuelan la Casa Real
Y esto lo veía venir… La mañana en la que se dio a conocer el accidente de Froilán y pocas horas después de que se produjese el accidente lo comenté en la oficina, con los demás compañeros, al igual que muchos de vosotros, seguro.
El nieto del rey, con tan solo 13 años, se había disparado en un pie. La demagogia se derrocharía sin miramientos y la prensa rosa tendría carnaza fresca para cubrir muchas horas de telebasura.
Yo no consideré oportuno escribir sobre ello. ¿Para qué? La mayoría de los que hoy somos cazadores hemos empezado así, manejando determinadas armas de manera ilegal, porque aunque sea algo practicado habitualmente, no deja de ser ilegal. Cuando tuvimos la edad obtuvimos la autorización para manejar, que no poseer, escopetas y rifles. Y por último, alcanzada la mayoría de edad se nos concedió la posibilidad de poseer armas.
Pero esta mañana… Esta mañana sí me han entrado ganas de escribir sobre Froilán, sobre Don Juan Carlos y sobre su real y desdichada fortuna. Entre debates y artículos de opinión la Casa Real está al rojo vivo. No bastó con el tropiezo del nieto, pocos días después, su abuelo, cayó en uno más gordo y los buitres, pese a estar saciados por tan suntuoso manjar se arrojaron sobre su presa para pelear, con la ansiedad que les caracteriza, por el pedazo de carne más grande, entre ellos el exdefensor del menor, que vio saciado su momento de gloria.
¿No les suena al cuento de siempre? A mi sí. Otro combate en el que tanto la caza como los cazadores somos las víctimas.