Las dificultades del terreno y la desconfianza de la especie impiden al Principado cumplir el cupo de lobos

El Principado de Asturias reconoce que no puede cumplir el cupo de 45 lobos abatidos porque es «muy difícil». La quebrada orografía, la abundante vegetación y la desconfianza de los animales son factores que dificultan el control de población de la especie. El Plan de Gestión del Lobo establece los aguardos y recechos como métodos empleados por el Guarderío del Medio Natural para dar caza a los lobos autorizados. Las batidas se autorizan de forma limitada y con severas condiciones. Durante la temporada 2015-2016, el personal del Principado abatió 9 del cupo de 45, al que no se llegó ni con los otros 23 ejemplares muertos por varias causas.

El Principado de Asturias reconoce que es «muy difícil» cumplir el cupo de 45 lobos.

El Principado no cumple el cupo de extracción de 45 lobos, como denuncian los ganaderos, porque abatirlos es «muy difícil». La dirección general de Recursos Naturales indica que la «orografía tan acusada de nuestra región y la abundante vegetación son factores que limitan las condiciones de visibilidad» y complican las actuaciones de control de la especie. A ello, argumenta la Administración, hay que sumar que el lobo es un animal «muy inteligente y desconfiado». Todo lo anterior explicaría que en el programa 2015-2016, la Guardería del Medio Natural sólo abatiese a 9 de los 32 ejemplares muertos -los 23 restantes fallecieron por atropellos, disparos ilegales y causas por determinar-, sin llegar al cupo establecido de 45 lobos.

Ese mismo número es el fijado para la nueva campaña 2017-2018, una vez estudiados «los censos poblacionales, el número de daños y la evolución del grado de conflictividad social», explica el director general de Recursos Naturales, Manuel Calvo. En este sentido, las estadísticas demuestran que la población del lobo, que consta en la actualidad de unas 38 manadas, se mantiene estable desde 2013, mientras que los daños descendieron al pasar de 3.494 cabezas de ganado (1.259 de ovino, 1.012 de equino, 713 de bovino y 510 de caprino) en 2016 a 4.212 en 2015.

Aunque el cupo de extracción sea el mismo, es decir 45, Calvo asegura que la distribución entre las siete áreas de gestión es diferente. Para este año, 3 en la zona Noroccidental, 7 en El Palo-Esva, 5 en la Suroccidental, 10 en la Centroccidental, 6 en la Central, 10 en la Centroriental y 4 en los Picos. Esta diferencia se apoya en el «seguimiento permanente de la especie en los distintos territorios» mediante observaciones y la toma de muestras de los ejemplares capturados, entre otras muchas variables.

Según establece el II Plan de Gestión del Lobo, el método básico de control son los aguardos o los recechos realizados por la Guardería del Medio Natural. Además, la normativa permite, como apoyo para alcanzar el cupo asignado, la posibilidad de abatir ejemplares «en cacerías legalmente autorizadas de otras especies» en las reservas regionales de caza. Finalmente, explica Manuel Calvo, se pueden hacer batidas, aunque de forma limitada, en zonas de presencia no permanente de la especie y cuando no impliquen riesgos.

Informa Mónica G. Salas para lne.es