Las 4:44 de la mañana

Eran las 4:44 de la mañana. Nunca olvidaré ese momento porque un ruido a mi espalda me alertó de que mi gran enemigo, mi némesis, que tanto había perseguido durante tres meses, estaba tras de mi. Me gire y gracias a la luna llena, pude ver su inmensidad y grandeza. Los dos solos, frente a frente.

Su respiración era lenta y cojeaba ostensiblemente. Si, la oportunidad se me había presentado y por fin podría ganar. ¿No era eso por lo que estaba luchando durante tanto tiempo?, si, pero con aquella mirada fuerte y directa, me lo susurró: “Estoy herido y en inferioridad. Tu victoria no sería un triunfo completo.” Y entonces, le dejé partir. Me fui a casa con la mejor de las victorias. El honor intacto.

Relato del concurso de microrrelatos.  Espacio patrocinado por Armería Cazaworld.