La socialización del podenco como paso fundamental para tener un buen perro
Los perros, nada más nacer y durante los primeros meses, pasan un periodo llamado periodo crítico o sensible. En este periodo es cuando el pequeño cachorro conforma lo que será el mundo en el que viva en el futuro. Será cuando reconozca lo que son las personas, los ruidos, las cosas que vea, creando lo que reconocerá como “su mundo” […].
Si la mayoría de nosotros echásemos la vista atrás y recordásemos todos los podencos que hemos conocido a lo largo de nuestra vida, seguro que en muchos casos esbozaríamos una sonrisa recordando perros valientes, astutos, sagaces. Algunos zarceros, otros perfectos para registrar cada milímetro de monte, otros de aquellos de los que “hacían el apaño” y algún que otro de esos que nos ponía de los nervios con su peculiar forma de cazar. Puede que quizá, con muchísima suerte, alguno de nosotros pueda tener el privilegio de poder recordar alguno de esos idílicos, casi utópicos podencos a los que se suelen llamar “perros 10” (en mi caso creo que aún no he tenido la suerte de conocer ninguno y no estoy muy convencido de que pueda llegar a hacerlo, aunque la esperanza es lo último que se pierde). De lo que sí que estoy totalmente convencido es de que todos nosotros, desgraciadamente, nos hemos encontrado (y si no tarde o temprano, lo haremos) con uno de esos podencos difíciles de carácter, esquivos, miedosos, incluso algo agresivos, movidos principalmente por su propio miedo (algo que puede llegar a ser desgraciadamente demasiado común en nuestra amada raza).
Pero, ¿por qué sucede esto? ¿Es sólo una cuestión genética? ¿Puede tener solución? ¿Qué importancia tiene en la caza?
Para empezar, como se suele decir, debemos ir al principio.
Los inicios del perro
Como todos sabemos, todos los perros, sean de la raza que sean, tienen su origen en el lobo, algo que por un lado nos puede dar muchas pistas sobre su naturaleza pero que por otro nos puede hacer cometer errores a la hora de generar algunos conceptos, ya que tendemos a creer que el perro tiene un comportamiento social exactamente igual que éste y nos olvidamos que entre uno y otro hay miles y miles de años de domesticación y de evolución.
Una de las principales diferencias que se han podido observar es la de que el lobo es un animal social que vive en manada, algo “similar” a lo que puede suceder con el perro, pero hay una pequeña diferencia que se debe de tener en cuenta. El lobo es un animal, que en su hábitat, se ha visto obligado por sus circunstancias a ser adaptable a diferentes estados sociales. Esto se debe a que, a lo largo de su vida, un lobo posiblemente pase de estar viviendo en una manada estable a pasar una temporada viviendo en solitario o conformar incluso una manada nueva. Esto, sin olvidar las idas y venidas de diferentes miembros de la manada en la que se pueda encontrar en ese momento.
El perro, por el contrario, pasa toda su vida en lo que se podría considerar “su manada”, la del mundo del hombre. Como el lobo, establece esa relación social que nosotros podríamos entender como una manada, pero debido a la adaptación que ha sufrido tras miles de años de domesticación, se ha observado que el perro crea un vínculo mucho más estrecho con el mundo en el que vive y en especial con uno de sus miembros, por lo general, su dueño. De este modo, el perro, a diferencia del lobo, genera un “apego” mucho más fuerte y es más sensible a los cambios a los que no esté adaptado. Como todos sabemos, el podenco es un claro ejemplo de ello.
Los perros, nada más nacer y durante los primeros meses, pasan un periodo llamado periodo crítico o sensible. En este periodo es cuando el pequeño cachorro conforma lo que será el mundo en el que viva en el futuro. Será cuando reconozca lo que son las personas, los ruidos, las cosas que vea, creando lo que reconocerá como “su mundo” y lo que le generará ese apego del que hablábamos antes. De este modo es muy probable que si el cachorro se socializa bien cree un vínculo grande con su dueño y el mundo que le rodea, pero si se socializa mal es probable que el perro cree otros vínculos que no son nada convenientes identificando como “su mundo” únicamente el que vive con sus padres o el resto de perros de la perrera. También sucede a veces que el perro pueda pasar esa fase sin tener relación con otros perros, apenas alguna persona y con elementos que poco tengan que ver con el mundo que le va a rodear durante el resto de su vida. Esto le va a generar que sea un perro totalmente inadaptado a poder vivir o realizar cualquier actividad con total normalidad, generando miedo a los humanos, a otros perros, a ruidos o a cualquier elemento fruto de eso no socialización creando en él conductas incluso agresivas.
Esto es algo común que puede suceder con cualquier raza, pero centrémonos en el podenco y en la caza.
El podenco y su carácter
De todos es sabido que el podenco es una raza muy especial por muchísimas razones. Todos conocemos su audacia, su inteligencia, su rusticidad, pero también conocemos lo emocional que puede llegar a ser, movido por una genética que le hace tener una enorme predisposición a reaccionar ante los estímulos que le producen los actos cinegéticos, pero que a la vez le hacen ser en ocasiones más sensible que otros perros a un mal gesto de su dueño, a una regañina a destiempo o a un castigo desproporcionado.
En cuanto a su cría, cada vez se intenta (con acierto desde mi punto de vista) eliminar estas tendencias genéticas, pero hay que diferenciar entre lo que es genético, de lo cual no se debe criar para no transmitir esa poca tolerancia a ciertos entornos, y lo que se produce por no realizar la importantísima tarea de la socialización de una forma correcta.
Como dijimos antes, desde que nacen hasta aproximadamente el tercer o cuarto mes los cachorros aprenden quién es aliado y quien no lo es, establecen su vínculo con el que será su dueño, pero también aprenderán a saber qué sonidos pertenecen a su entorno, resultándoles inofensivos, y cuáles no. En definitiva, conformarán lo que ellos considerarán “su particular manada y entorno” así como las primeras lecciones de obediencia, en un primer lugar impartidas por su propia madre pero reforzadas con sus primeros contactos con nosotros.
Pero, ¿qué importancia tiene esto a la hora de cazar?
Los podenqueros, por lo general, nos fijamos mucho en la sangre que precede a los perros, en la línea y “reata” que posee, pero bien cierto es que un perro con la mejor reata —sin una buena socialización— seguramente nunca jamás pueda llegar a dar todo lo que lleva dentro. Y es que no hay que olvidar que el podenco caza formando un equipo con su dueño. Trabaja junto a él, no para él, y esto solo puede alcanzar su máxima expresión con una relación perfecta elaborada desde un primer momento.
¿Esto significa que si se adquiere un podenco ya criado no se pueda tener esta complicidad? En mi opinión, sí que se puede tener si el perro ha tenido una buena socialización, ya que aunque puede llegar a crear un vínculo con su dueño original ya tendrá implícito el hecho de que forma parte del “mundo de los humanos”, asumiendo todo lo que pertenece a este, aunque será tarea importantísima de su nuevo dueño el establecer un nuevo lazo con él, conocerlo, y hacerse conocer por el perro para que así pueda alcanzar de nuevo una simbiosis perfecta con él, hecho que desgraciadamente no siempre se consigue.
Centrándonos de nuevo en los cachorros nos solemos obsesionar muchas veces con que cacen bien y pronto, lo que hace que nos olvidemos que la socialización es muchísimo más importante en esta época que cualquier atisbo de caza. Podemos introducir “juegos de caza” para completar esta socialización, podemos jugar con la pellica, practicar el cobro, y hacer un millón de tareas y prácticas de adiestramiento más de las que ya hablaremos, pero éstas nunca jamás se podrán realizar si nuestro cachorro no está bien socializado.
Socializar al cachorro
El cachorro, casi desde que nace, debe tener contacto con los humanos lo máximo posible (para esto los niños son el elemento perfecto). Con los demás perros, en el momento en el que sea posible por su edad (por lo general, poco a poco a partir de la segunda vacuna), ya sea con otros cachorros de la casa o con algún adulto de buen carácter. Se le debe acostumbrar a ruidos fuertes e inesperados, hecho que a su vez nos ayudará a detectar una posible tendencia genética a no tolerar el sonido de los disparos o a hacer que el perro crezca acostumbrado a ellos desde pequeño. El cachorro debe aprender las normas básicas de obediencia y convivencia desde pequeño. La caza ya llegará, pero jamás puede ser una cosa antes que la otra o una sin la otra ya que como dijimos jamás se podrá extraer del perro todo el potencial que pueda tener dentro de él, por mucha casta que tenga.
Un perro correctamente socializado acortará por lo general los plazos de adiestramiento, presentará menos problemas para el cobro, tendrá menos problemas a la hora de cazar con otros perros, presentará un riesgo muchísimo menor a tener miedo a los tiros, presentará en la mayoría de los casos un grado de obediencia mucho mayor, cazará formando un equipo mucho más equilibrado con su dueño y podrá dar de sí todo lo que se espera de él siempre que haya tenido un correcto adiestramiento y que sus cualidades se lo permitan.
Tras analizar todo esto se puede valorar la importancia que tiene la socialización y su influencia a la hora de cazar y más si de podencos se trata.
Y es que no olvidemos que sin llegar a ser iguales, incluso el lobo, su pariente más cercano en la naturaleza y uno de los cazadores más eficientes que se conocen, necesita de una relación social que aumente su eficacia, convirtiéndole en la letal maravilla de la naturaleza que es.
El podenco, al igual que el lobo, es uno de los cazadores más eficientes, del que la naturaleza nos ha permitido poder disfrutar, admirando cada una de sus cualidades, pero ello conlleva que seamos conscientes de el primer paso fundamental que debemos realizar a la hora de iniciar nuestra relación con el o de lo contrario nunca recibiremos todo lo que éste puede llegar a ofrecernos.
Y es que un podenco sin casta bien socializado puede llegar a ser un gran podenco pero ningún podenco, por muy encastado que esté jamás podrá ser un gran podenco sin una buena socialización.
J. Javier Calonge
Cazadores con Podencos de España