La sequía condiciona el inicio de la temporada de caza mayor en el Pirineo

El calor y la ausencia d ehumedad condicona el comienzo de la temporada de caza / Clara Manzano

Los jabalíes han bajado a las vegas y a los regadíos de maizales en los que encuentra recursos.

El inicio de la temporada de caza mayor en el Pirineo oscense viene marcado por la sequía, que ha dejado numerosos montes en situación precaria por la escasez de alimento y agua. Un mes y medio después de que se abriese la veda, los cazadores siguen sin encontrar las condiciones idóneas en zonas que habitualmente destacan por la abundancia de animales.

En la Sierra de Guara, lugar privilegiado para la captura de jabalíes, ciervos o corzos, los desequilibrios nutricionales han reducido considerablemente la reproducción y el tamaño de las piezas. En otros puntos de las comarcas del Alto Gállego, el Sobrarbe o la Ribagorza, la falta de fauna ha llevado a estas especies a cambiar las montañas por la huerta.

Así, los cazadores recorren muchos kilómetros en busca de presas escuálidas y las batidas se hacen improductivas. Más aún teniendo en cuenta que, debido al calor y a la ausencia de humedad en el ambiente, los perros se cansan y tienen dificultades para hallar rastro.

“Desde hace varios años, el primer tramo de la temporada es complicado a causa de la sequía. Hay espacios que no la acusan, pero en otros las consecuencias son significativas y condicionan notablemente la práctica cinegética”, explica Miguel Ángel Claver, delegado de la Federación Aragonesa de Caza en la provincia de Huesca, y recuerda que hay cuadrillas que han retrasado sus primeras salidas, a la espera de que mejore la situación.

“A nadie le gusta cazar piezas pequeñas y se nota que ha bajado el número de personas que acude expresamente a determinados cotos. Además, los perros sufren por las altas temperaturas y porque no tienen dónde beber agua”, prosigue, antes de reconocer que “si no se plantean soluciones es por la necesidad de colaborar con los agricultores”.

El déficit de bellotas y avellanas, sumado a la dureza de la tierra de aquellos montes en los que solo ha llovido cuatro o cinco litros desde el verano, empuja a los animales hacia los cultivos. “Al no poder escarbar para obtener raíces y alimentarse, la mayor parte de los jabalíes se marcha en busca de espacios en los que encuentra comida fácilmente. Por ello hay que tener presente que la caza es fundamental para salvaguardar los ecosistemas”, concluye Claver.

Situación dispar

El abundante calor, impropio de las fechas en que nos encontramos, hace que los jabalíes se sitúen en los espacios frescos y en los maizales. De ahí que la escasez de poblaciones de esta especie en las montañas contraste con la abundancia de las vegas o los regadíos.

En Zaragoza y Teruel, las primeras batidas han traído resultados dispares. Y mientras no cambie el tiempo -parece que las lluvias llegarán el próximo fin de semana- y los agricultores cosechen el maiz, permanecerán en las regiones bajas.

Por contra, la presencia de ciervos y corzos permanece estable en la Comunidad, si bien esta última especie ha experimentado un ligero repunte respecto a anteriores campañas.

Informa Javier Clavero para heraldo.es