La expansión del jabalí en Asturias es «brutal» y el Principado prepara un decálogo de convivencia
«Debemos ser conscientes de la imposibilidad de eliminar al jabalí de entornos urbanos a corto plazo y tenemos que aprender a convivir con el problema». Esta adaptación la instó ayer el director general de Recursos Naturales del Principado, Manuel Calvo, tras repasar la «brutal» expansión de los suidos. En España su población se incrementó un 719% entre los años 80 y 2010. En Asturias en la temporada 93-94 se cifraban en cerca de 6.000, mientras que en la 2012-2013 el número se situó alrededor de las 60.000 cabezas. «El ritmo de crecimiento ha venido aumentando de forma casi constante, un 1.000% en 30 años», abundó. Hay en la comunidad más jabalíes que niños menores de ocho años, y su población supera a la de Siero, el cuarto concejo más habitado.
© Eloy Alonso/El Comercio
Los animales conocen todo el territorio. En 1950 estaban en el 63% de los concejos, en 1991 en el 92% y hoy han sido vistos «en toda la región, salvo Gozón», asumió Calvo. El fenómeno se repite «en el resto de España, Europa y otros continentes». En una rueda de prensa el director general indicó que en Berlín se abaten 2.500 jabalíes al año y en Barcelona, en la zona del Tibidabo, «casi 700».
La novedad está ahí, en la aparición del jabalí urbano. Su presencia se demuestra en la región en 2002 y «va en incremento desde 2011». Calvo reconoció que «han aumentado principalmente en Oviedo, La Fresneda, Avilés, Gijón y Corvera», dejándose ver lo mismo de día que de noche. «Coinciden en parques y espacios públicos y a veces hay más densidad de jabalíes que en el medio rural», detalló. Los ataques a personas, con todo,«son escasos».
«Los liberan sin pudor»
«En 2016 se ha disparado» el fenómeno. El asunto se complica con la «hibridación con cerdos vietnamitas, lo que incrementa su fertilidad». Este problema nació en Siero, Villaviciosa y Sariego, y ahora se ha extendido a Oviedo, Castrillón, Gijón, Llanes y Tapia. La especie de barrigones es adquirida como mascota «y luego hay quien los libera sin ningún pudor», reprochó el responsable de Recursos Naturales. En lo que va de año van veinte ejemplares capturados, de los que uno era un híbrido.
La expansión desborda la capacidad de los cazadores para controlar a toda la especie, a pesar de que cada vez abatan más ejemplares. Entre los años 2000 y 2015 cayeron 116.537 suidos. Al principio de este periodo eran más de 4.000 por temporada, mientras el pasado año se rompió el récord, con 10.000 piezas cobradas.
El Principado encuentra en la cacería un eslabón débil a la hora de repelar la plaga. Hoy la región dispone de la mitad de cazadores que hace 30 años. «Disminuyen el número de licencias por la crisis y los gastos que supone la actividad, y existe una falta de relevo generacional», comentó. En el año 2002 los cazadores asturianos presentaban una edad media cercana a los 33 años. Ahora están en los 55. A pesar de ello «no nos planteamos medidas para promocionar la actividad, más allá de la licencia interautonómica, que permite la llegada de cazadores de otras regiones».
Otra de las causas de la invasión reside en el abandono del campo, el menor rigor del invierno y la extensión del matorral. La expansión está dejando una factura que «supera los aprovechamientos humanos del medio debido a los daños a cultivos agrícolas y a los accidentes en carretera». En total el Principado calcula que en los últimos 15 años suma 90.000 expedientes de daños, con un desembolso de más de 18 millones.
Llegados a este punto, ¿qué hacer? Calvo anunció que ha encargado al Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot) un plan de prevención y control para la zona de Oviedo «pero que nos servirá de aplicación en más sitios». Las estimaciones sitúan entre 600 y 700 los jabalíes merodeando ahora mismo por la capital.
Papeleras especiales
«Problemas complejos no tienen soluciones simples», señaló el director general, quien se hizo acompañar de funcionarios de su equipo, representantes de los ayuntamientos y de los cazadores. La estrategia estará lista antes de final de año, pero ya se sabe que pondrá deberes a ciudadanos, cazadores, municipios y Principado. Entre los primeros difundirá, con ayuda de los consistorios y las ONG, un «decálogo de convivencia con jabalíes urbanos» que señale cómo actuar ante uno (hacerse notar, mantener la distancia y avisar a la policía) y qué evitar (acercarse a hacer fotos, asustarlos, echarles el perro encima o alimentarlos).
Los ayuntamientos deberán instalar «papeleras a prueba de jabalí» y aprobar ordenanzas que sancionen la suelta de cerdos vietnamitas. A los cazadores se les reclama «apoyo logístico», mientras que el Principado deberá coordinarse con ellos.La idea es que cuando hagan una batida otro equipo esté en la linde de las ciudades, con perros, para impedir que busquen refugio en las calles.
Informa: Ramón Muñiz para elcomercio.es