La Comunidad de Madrid vende cabras de la superpoblación de Guadarrama a un máximo de 3.500 euros por ejemplar

Cabras monteses en el Parque Natural de Guadarrama / ABC

Las cabrás monteses se destinan a zonas donde existen proyectos de reintroducción o a fincas privadas que cuentan con la correspondiente autorización.

La población de cabra montés en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama es un problema que crece día a día. No sólo por la tremenda concentración de ejemplares, cuya densidad triplica los máximos aconsejados, sino también porque esa proliferación puede derivar en enfermedades. Dado que los jueces frenaron la fórmula de disparar contra los animales de manera controlada, el Gobierno regional ha optado por otras vías, como vender las cabras a responsables de otros parques: decenas de ellas están ahora triscando por los Pirineos. Literalmente.

La cuestión no es algo intrascendente: cualquiera que pasee por la Cuerda Larga o sus inmediaciones, entre Navacerrada y el Puerto de la Morcuera, casi con toda seguridad se encontrará con grupos de cabras campando a sus anchas por los riscos. Los datos que aporta el director del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, Pablo Sanjuanbenito, son apabullantes: hay unos 4.500 ejemplares, de las que 4.000 están en torno a esta Cuerda Larga, mientras que en la zona de Peñalara apenas hay unas 500.

Aún resulta más impactante el dato de densidad de estos animales: hay 42 cabras por kilómetro cuadrado en Guadarrama, cuando en otros parques la proporción es entre tres y siete veces menor: de 6 a 16 ejemplares por kilómetro cuadrado.

Las cabras llegaron a Guadarrama dentro de un programa de repoblación: «Vinieron de Gredos, donde debían quedar unas 30 o 40, por lo que tenían poca variabilidad genética. Y de allí se trajeron a Guadarrama, lo que supuso otro estrechamiento genético», explica el director del parque. Esto convierte en especialmente grave cualquier epidemia. Si se da una situación de hambruna, que haga caer las defensas de los animales –ya debilitados por estas condiciones previas–, una dolencia tan frecuente como la sarna puede resultar devastadora.

Informe favorable

De ahí que desde la consejería de Medio Ambiente, que dirige Pedro Rollán, se pusiera en marcha un Plan de control específico para la cabra montés. El Plan se presentó al Patronato del Parque Nacional en febrero de 2016, y una vez obtenido el informe favorable, se comenzó a aplicar. Incluía la eliminación de animales mediante el uso de armas de fuego, por cazadores controlados por agentes forestales, con una previsión de unos 500 a 700 ejemplares por año, durante cinco años.

Pero cuando iba a ser puesto en marcha, la asociación animalista PACMA presentó un contencioso administrativo contra la medida, y pidió medidas cautelares, que el juzgado concedió: se suspendió la captura con muerte. Una resolución que posteriormente, en febrero de 2017, ratificó el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, al desestimar el recurso del Gobierno regional en este sentido.

Llegados a este punto, los responsables del parque han optado por seguir aplicando el resto del plan: medidas como hacer un seguimiento de la población caprina para conocer su estado de salud, y transportar a los ejemplares vivos a otros lugares.

«Lo que hacemos es capturarlas en cajones-trampa de 4 x 2 x 2 metros, dentro de los cuales se colocan cebos», explica Sanjuanbenito. Después, se las lleva a un recinto donde permanecen en cuarentena, mientras se las analiza para conocer su estado de salud. «Se trasladan a otros lugares para repoblar, según la demanda», añade.

Entre 1.500 y 3.500 euros

En este año, ha habido 60 cabras trasladadas por este procedimiento. Desde 2010, han sido 500 las que han viajado. Se envían a lugares donde existen proyectos de reintroducción avalados por una Administración, o a fincas privadas que cuentan con la autorización oficial previa. Algunas veces, el traslado ha sido cerca: a puntos de Madrid como la Sierra del Rincón. En otras, han ido más lejos, a un parque regional y uno natural en el Pirineo francés, «donde están desarrollando un programa muy ambicioso de repoblación», dice el director del Parque de Guadarrama.

Esto supone tener que pasar unos controles sanitarios aún más exhaustivos que cuando los animales se quedan en España: «Si aquí tienen que pasar ocho pruebas de otras tantas enfermedades, para ir a Francia tienen que superar doce. Lo cual está bien, porque nos sirve para conocer la salud de estos ejemplares».

A cambio de cada cabra, se recibe una cantidad «que está fijada por la Ley de Tasas», y que oscila entre 1.500 y 3.500 euros por cada cabra. El procedimiento, asegura Sanjuanbenito, «sería fantástico» para la regulación de la población de cabra montés «si tuviéramos mucha demanda». Pero «este año sólo ha habido 60 ventas, lo que supone que como herramienta de control de los ejemplares no nos vale», se lamenta.

Pablo Sanjuanbenito insiste en la necesidad de tomar medidas, porque «mantener la densidad de animales que hay ahora es una amenaza para ellos; en un momento de bajada de defensas podría haber una caída de la población tremenda». Quieren evitar «que haya un colapso como el que se produjo en Cazorla» en los últimos años 80, donde en dos o tres años, una población de 8.000 cabras se vio reducida a 1.000 por efecto de la sarna, que acabó con el 90 por ciento de la población. Reconoce que el recurso al disparo «es un método violento, que puede herir sensibilidades». Pero advierte: «morir por sarna es mucho más cruel para el animal».

Informa Sara Medialdea para abc.es