La Comunidad de Navarra «descarga» en los cazadores la responsabilidad de conservar de la perdiz roja
La Administración Foral exige a los acotados unas condiciones novedosas que son indispensables para cazar más de dos jornadas.
Informa UNAC | Como novedad en la Orden de Vedas de Navarra se ha establecido que las sociedades de cazadores acrediten el haber trabajado en los últimos años en medidas eficaces de mejora del hábitat de perdiz, como las bandas sin cosechar o sin cultivar, las siembras y/o los desbroces destinados a la mejora de esta especie, el haber acreditado haber trabajado activamente en el control de depredadores, y haber presentado en los últimos años unos calendarios de caza adecuados a las poblaciones naturales disponibles en dicho acotado.
Jesus Irazola, secretario de Adecana, y representante de esta asociación en la Comisión Asesora de Caza no está de acuerdo en que si se quiere cazar más de dos días se disponga como “condición sine qua non” las sociedades tengan que cumplir estas tres condiciones. La Administración a través de sus estudios y los cazadores tenemos muy claro que el problema de la perdiz no es la caza, sino el deterioro de su hábitat. ¿Si la gestión de los habitats le corresponde al Gobierno de Navarra, por qué Medio Ambiente carga en exclusiva sobre los cazadores algo que debería hacer la Administración?
Jesus indica, “llevamos 20 años de planes de ordenación cinegética y no han servido para nada ya que solo sirven para contar animales y para hacer gastar inútilmente mucho dinero a las sociedades de cazadores. La disminución paulatina de la perdiz se sabe que viene determinada por el cambio del hábitat. Desde Adecana venimos solicitando desde hace muchos años que los Planes de Ordenación Cinegética sean integrales, incluyendo la caza, la agricultura, la ganadería, la gestión forestal, etc.”
Este experimentado cazador afirma que Los POC solo sirven si con ellos se mejora el hábitat. “Las sociedades únicamente somos los titulares de los aprovechamientos que se nos adjudican, pero los titulares de los cotos que generalmente son los ayuntamientos, junto con medio ambiente son los que tienen la potestad real de mejorarlos. En cambio los cazadores no somos los propietarios de estos terrenos y solo podemos hacer lo que nos dejan, y encima con nuestro dinero y mano de obra”. Jesus da dos ejemplos con los que se podía trabajar, un ayuntamiento puede exigir en el arriendo de comunales la práctica de medidas medioambientales favorables para la fauna, como obligar a dejar bandas sin cosechar, promover desbroces, etc, o el propio Gobierno de Navarra podría hacer mucho más para que la recolección se haga con un mayor respeto medioambiental, o exigiendo un mayor control de la econdicionalidad que promueve la PAC.
La perdiz desaparecerá cuando se deje de cazar
Jesús afirma categórico, “la perdiz desaparecerá el día que se deje de cazar. Si la Administración sigue centrándose exclusivamente en limitar la caza de la perdiz, disminuirán los socios de los acotados, y con ello las aportaciones y mano de obra voluntaria de las sociedades y por lo tanto los trabajos a favor de la perdiz y del hábitat”
Floren Markina, doctor en Ciencias Biológicas y gestor de Aran Navarra Servicios Medioambientales y especialista en planes de Ordenación Cinegética tampoco está de acuerdo en la gestión que se está haciendo de los hábitats de las especies esteparias.
Floren indica que “la dureza del terreno en el que se desarrolla la caza de la perdiz, la progresiva matorralización de las laderas y una elevada edad media de los cazadores, dificulta notablemente la caza de la perdiz roja en muchos acotados navarros, con lo que la presión ejercida sobre la población es mínima, independientemente de las jornadas de caza que se planteen cada temporada, siendo más efectivo y racional establecer un cupo de capturas por temporada que una limitación de los días de caza.”
“En mi consideración, el problema que rodea a la perdiz roja en Navarra, en general, se basa en una progresiva pérdida de hábitat por la transformación de los usos tradicionales del campo (agricultura y ganadería, fundamentalmente), influyendo poco, o muy poco, la presión cinegética que se realiza sobre la especie. Véase el caso de acotados que han optado por la veda de la especie, y siguen perdiendo población al mismo ritmo, que antes del cierre de su aprovechamiento”.
A entender de este técnico, el sistema actual de limitar zonalmente el aprovechamiento cinegético de los cotos, constituye un enorme agravio comparativo con aquellos que, cada año, trabajan por la recuperación del hábitat para las especies y por la conservación del medio natural, sufriendo estos, por tanto, idénticas limitaciones que los terrenos donde la gestión es prácticamente escasa o nula.