La caza pública

Sin duda, en los tiempos que corren, la caza se encuentra en un jaque social. Nos enfrentamos a situaciones adversas que manchan duramente el sector. Cada cazador tendrá sus formas de hacerlo; todos velamos por el campo y todos tenemos argumentos para defender nuestra pasión. El problema se plantea, desde mi punto de vista, cuando viendo todo lo que sucede no sabemos utilizar los recursos de defensa de la afición que nos une o no queremos usarlos.

Me quiero ceñir a un tema en concreto, con una crítica constructiva: la caza en la televisión. Tenemos numerosos canales, de pago y no, que emiten programas de caza desde hace varios años. Programas que llegan a todo el mundo. Ya veíamos hace poco la polémica que creaba el dirigente de Podemos al ver cómo pisteaban un venado. Pero, ¿de verdad mostramos la caza como en realidad es? No lo creo. En este tema, una modalidad como la montería, tan ancestral y apasionante, es la más perjudicada.

Amanecemos en un entorno increíble. Las sensaciones se respiran y el ambiente de una prometedora jornada de caza parece bailar entre los participantes. Abren boca unas apetitosas migas. Son muchas las expectativas que se esperan de la mancha. Trayecto hacia un puesto precioso, los lances no se dejan de suceder y vemos cómo abate ese magnífico macareno el mismo que sonríe a la cámara ilusionado. Se recogen los animales mientras disfrutamos del festín. Terminamos con una fotografía con los trofeos y pasamos a otro día de caza. ¿Así cazamos? Damos la imagen de “pegatiros” que asisten a una finca a matar. Apenas se menciona el duro esfuerzo de los colaboradores para intentar que estén las reses allí, días de sudor retocando los puestos velando por la seguridad, días de no dormir por la incertidumbre de la jornada. No vemos cómo se hace de noche y siguen voceando los perreros o cómo se les hace de día esperando recuperar sus perros, los mismos que omitimos ver cómo cosen cuando son rajados por las justas navajas de los guarros. Censuramos las lágrimas de los rehaleros por la pérdida de su fiel compañero, y señores, esto, también es caza.

Por suerte, aunque la montería sigue manchada, a quien personalmente nos permite enseñársela, queda convencido. Pero por qué omitir las cosas que puedan ser desagradables a la vista cuando luego nos encanta ver cómo aniquilan zombis o descuartizan brazos en las películas; por qué omitir cómo sacan la carne con sumo respeto cuando se abate la pieza. Terminamos un rececho y el mejor gesto que podemos hacer es aprovecharlo al máximo. No cazamos por una cabeza o unos colmillos, cazamos por la sensaciones.

Cazamos y somos cazadores por todos los actos que hacemos. Algunos pueden resultar duros de visualizar, pero ahí es donde se muestra nuestro respeto, ahí es donde se distingue un cazador de verdad de los tiradores. Tenemos mimo en nuestro hacer y esa pasión es la que tenemos que conseguir transmitir en los medios que podamos. Siendo algo de dominio público, hemos conseguido acercar la caza a quien nunca le interesó. Aunque sea un programa de cazadores y para cazadores, hay que intentar llegar a todos los públicos, no caer en el error de mostrar solo los lances. Cuidemos las fotos que subimos o los comentarios que hacemos; mucha gente que nos ve no nos entiende, no hay que dar lugar a la crítica.

En el coto social por el que principalmente me muevo, Twitter, he podido encontrar a gente maravillosa. Personas que hacen una férrea defensa de lo que es la caza, por mostrar, sin intención de echar nada en cara a nadie, las penas que pasamos por hacer del campo un lugar mejor. Me ha permitido conocer a cazadores que pasan más de media hora para sacar la foto perfecta a la pieza, cazadores que lloran y que ríen en las jornadas por las amistades, que escriben poemas mañaneros, que nos hacen salivar con cocina de caza, que su pasión la juntan con juguetes de la infancia, animándonos, y un largo etcétera.

En general todo esto es la caza, todo por lo que luchamos unidos. Tenemos los medios para hacerlo y transmitirlo, aprovechemos. En definitiva, la televisión al final es la que manda y por ello me he querido ceñir a ella con críticas constructivas. Luchemos por transmitir una caza más auténtica, luchemos por nuestra pasión.

Ignacio Candela