La caza es cada vez más esencial
El autor describe cómo la caza se convierte en una herramienta esencial en esta situación de crisis mientras el animalismo intenta prohibirla inútilmente
Javier Calonge | La crisis del COVID-19 está provocando grandes cambios en nuestro país. Desgraciadamente, y lo más relevante, es que está afectando directa o indirectamente a un gran número de personas. Muchas de ellas ya no se encuentran entre nosotros.
Esta crisis está sirviendo para darnos cuenta de muchas cosas más allá de posibles errores o disputas entre políticos. Incluso ellos, en estos últimos días parecen haber hecho un pacto apartando sus diferencias y unificándose en una misma lucha. Muchos de nosotros nos estamos dando cuenta de cuáles son las cosas que de verdad importan, aprendemos a ser más solidarios y empáticos con los demás e intentamos aportar nuestro pequeño granito de arena aunque sea con nuestro ejemplo.
Por otra parte, es un tiempo en el que muchos muestran su verdadera cara, para bien o para mal. Muchos son ya los innumerables gestos de los cazadores hacia los que más los necesitan. Colectas, sorteos, donaciones, trabajo o voluntariado para cualquier labor que pueda ayudar son solo algunos de los ejemplos de cómo los cazadores se han puesto al servicio de la sociedad sin dudarlo ni un solo segundo.
Otros sectores tan solo se han dedicado a mirar hacia sí mismos y sus particulares cruzadas sin sentido, empeñados en hacer ver al mundo que nada importa más que un animal, incluso por encima de accidentes, destrozos en cultivos que dan de comer a muchas familias, posibles crisis sanitarias… Eso sí, que no se quede ni un solo gato sin comer en ningún parque. (Menos mal que los gatos no suelen enfermar de coronavirus, ya que seguro que intentarían vaciar algún que otro hospital).
Tan solo un mes sin caza
Todos recordamos el trabajo a destajo de nuestros ganaderos y agricultores para que todo el mundo viese cubiertas sus necesidades. No solo eso, también podemos recordar las imágenes de todos ellos implicados en la desinfección de muchos pueblos con sus tractores y maquinaria de trabajo.
Ese mundo rural, esos agricultores y ganaderos que tanto han dado y tanto siguen dando, son los que claman hoy día pidiendo ayuda de forma desesperada. Tan solo ha pasado un mes, un simple mes desde que se dejó de cazar y las consecuencias están siendo evidentes. ¿Os imagináis qué sucedería si de verdad la caza dejase de existir?
Otros sectores tan solo se han dedicado a mirar hacia sí mismos y sus particulares cruzadas sin sentido, empeñados en hacer ver al mundo que nada importa más que un animal, incluso por encima de accidentes, destrozos en cultivos que dan de comer a muchas familias, posibles crisis sanitarias…
Los científicos, esas personas que se dedican a realizar los estudios que tanto reclama el animalismo sobre el exceso de población de animales salvajes y su control mediante la caza lo tienen claro. En concreto 17 técnicos y científicos vinculados al ámbito universitario y de la investigación han firmado un manifiesto que cuenta con el respaldo de las principales Asociaciones vinculadas al mundo rural. La caza debe ejercer su función y debe hacerlo porque no solo es necesaria, sino que es ESENCIAL y hasta el momento nunca lo había sido tanto.
Incluso muchos políticos, para los que la caza hasta el momento tan solo había sido un reclamo electoral más, tienen que ceder a lo evidente. Muchos alcaldes se les echan encima porque claman soluciones a unos problemas que no veían venir y que nunca les habían importado tanto. (Obviemos a los que tienen al animalismo como aliado).
Siempre ha costado mucho ceder ante los cazadores.La opinión pública, influida en muchas ocasiones por el animalismo más urbanita, tenía mucho peso a la hora de tomar decisiones que favoreciesen a la caza abiertamente. Sin embargo, un mes, tan solo un mes, ha hecho falta para que de un sablazo se declarase la caza esencial en muchas comunidades autónomas, y las que faltan…
Los medios de comunicación tampoco son una excepción. De ser los cazadores grandes olvidados, los cuales apenas teníamos voz para poder expresar lo que realmente representamos (y cuando lo hemos hecho pocas veces se nos ha dado importancia o el contexto siempre era desfavorable), hemos pasado a ocupar un espacio destacable en algunos programas e informativos. Ahora que hacemos falta, sí.
Siempre estamos ahí
Nuestro caso me recuerda al de algunas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, los cuales en ocasiones son muy cuestionadas ya que para algunas personas resultan un gasto superfluo e incluso parte de la sociedad se plantea cuál es su función o si realmente deberían existir. El caso es que, cuando las cosas se ponen difíciles y se les reclama, siempre están ahí y de repente… parece que comienzan a ser necesarios. Finalmente, todo el mundo acaba reconociendo su valor ya que no hay nada más evidente que la verdad cuando los circunstancias hacen que esta aflore por sí misma.
En estos momentos, a pesar de que algunos unifiquen sus fuerzas para intentar impedirlo, poniendo de manifiesto reacciones que se asemejan más a grandes rabietas de niños pequeños y mimados cuando sus padres dejan de darles protagonismo, la sociedad reclama nuestra ayuda. Antes de que la pandemia cambiase nuestras vidas ya se nos solía reclamar para que ejerciésemos nuestra función en la naturaleza, pero nunca hasta el momento habíamos sido tan esenciales y necesarios.
Los agricultores y ganaderos nos necesitan para poder cumplir con lo que la sociedad demanda en estos momentos. Además, también nos necesitan para poder dar de comer a sus familias. Los propios científicos han manifestado que somos necesarios para poder evitar que ciertas enfermedades se propaguen, como lo está haciendo este desgraciado virus, mediante el control de ciertas poblaciones demasiado numerosas de animales (lo dicen los científicos, señores animalistas y no uno ni dos, sino 17). Los ganaderos, por su parte, temen que su ganado se pueda ver afectado por el mismo problema de transmisión de enfermedades por parte de la fauna silvestre. Ese ganado es el mismo ganado que da de comer desde la bandeja del supermercado a tantas personas que no entienden por qué somos capaces de consentir que un animal pierda la vida para nuestro propio beneficio.
En estos momentos, a pesar de que algunos unifiquen sus fuerzas para intentar impedirlo, poniendo de manifiesto reacciones que se asemejan más a grandes rabietas de niños pequeños y mimados cuando sus padres dejan de darles protagonismo, la sociedad reclama nuestra ayuda.
Desde que empezó esta crisis, colgamos las escopetas cuando se nos pidió que lo hiciéramos, también decidimos quedarnos en casa aun siendo espíritus libres que mantienen un romance intenso con la naturaleza. Nos pusimos manos a la obra para ayudar a nuestros iguales, fuese como fuese, cuando detectamos que ellos lo necesitaban, y ahora que se nos reclama, ahí estamos de nuevo, intentando aportar lo que esté en nuestra mano para que el campo vuelva en la medida de lo posible a la «normalidad».
Es el momento de blindar la caza
Le pese a quien le pese, como ya decía antes, en estos momentos somos más esenciales que nunca. No ha sido porque hayamos reclamado nada, ni porque nos hayamos manifestado; mucho menos porque hayamos llegado a ningún acuerdo con ningún partido político. Simplemente, somos esenciales porque la propia naturaleza ha mostrado a la fuerza el papel que los cazadores desempeñamos en ella. Nuestro mundo vive en un límite constante, a veces demasiado forzado, entre lo urbano y lo natural, lo civilizado y lo salvaje. Señores, guste o no guste esa situación necesita de alguien que pueda ejercer un equilibrio entre ambas partes.
Tan solo un mes ha hecho falta para que se haga patente.
Creo sinceramente que estamos ante una oportunidad única, que por desgracia viene otorgada por unas desastrosas circunstancias. Es el momento de ejercer nuestra función de una forma responsable, de demostrar a la sociedad lo verdaderamente esenciales que somos, pero no solo de eso. También creo firmemente que debemos intentar que el positivismo hacia nuestro sector que se está experimentando durante estos días no quede ahí sin más. Tanto cazadores como quienes representan a la caza estamos ante una oportunidad única para reivindicarnos de una vez por todas, y que esa reivindicación signifique una mayor consideración e incluso un blindaje para nuestra afición.
Debemos estar unidos de una vez por todas, ahora sí y de verdad.
Creo sinceramente que estamos ante una oportunidad única, que por desgracia viene otorgada por unas desastrosas circunstancias. Es el momento de ejercer nuestra función de una forma responsable, de demostrar a la sociedad lo verdaderamente esenciales que somos […]
La argumentación de quienes nos odian se basa en que no somos la solución, pero la verdad es que sus soluciones nunca aparecen por ningún lado (pese a recibir alguna que otra suculenta subvención). Su argumentación también se basa en que la caza es una actividad lúdica y no una actividad esencial, pero lo cierto es que conozco muchos bomberos a los que les encanta su trabajo y no por ello su función se considera menos importante.
Para ellos, los cazadores matamos por diversión, pero lo cierto es que esos animales que nos regalan su preciada vida pueden ser muy perjudiciales y su preciada carne podría dar de comer a muchas familias españolas que en estos momentos lo necesitan más que nadie.
Amamos la naturaleza, amamos los animales, pero seguimos siendo personas y nos preocupamos por nuestros iguales, por los que como se ha demostrado somos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos (espero que todo el mundo, en algún momento, pueda decir lo mismo). Tenemos claro que cuando nuestros semejantes nos necesitan, nada está por encima de eso, y ese hecho sí que considero que es verdaderamente esencial.
Javier Calonge
En la lucha contra el coronavirus, los animalistas no hacen nada