Investigan la muerte de una veintena de ciervos en el humedal de Salburua

Vista del humedal de Salburua / Blanca Castillo

Se baraja la hipótesis de que el frío haya podido «influir en la muerte por falta de alimentación de los animales», pese a que en las últimas semanas se les había suministrado pienso de forma extraordinaria.

El crudo invierno que se resiste a decir adiós para dejar florecer la primavera recién estrenada puede haberse cobrado algunas víctimas entre la fauna que habita en el parque de Salburua. Una veintena de los ciervos que pacen habitualmente en los humedales ha fallecido a lo largo de las últimas cuatro semanas, según ha informado este jueves el Ayuntamiento de Vitoria.

El Consistorio ya «está investigando las circunstancias que han rodeado la muerte», de estos ejemplares. La mayoría de los animales fallecidos eran crías, los miembros más jóvenes de la manada, así como las hembras de más edad, esto es, los considerados como los integrantes más débiles del grupo.

Las primeras hipótesis que se barajan para conocer la causa exacta de esta tremenda mortandad que afecta a esta manada de rumiantes en semilibertad, introducida en el año 1999 en el parque vitoriano, apuntan a las adversas condiciones meteorológicas que ha sufrido la ciudad en el último mes. Los sucesivos temporales de nieve, lluvia y frío que han afectado al territorio alavés han podido «influir en la muerte por falta de alimentación de los animales, a pesar de que en las últimas semanas se les había suministrado de forma extraordinaria pienso, esto es, una alimentación complementaria que se ha activado por el fuerte frío como una medida extraordinaria», según ha explicado a EL CORREO un portavoz municipal. Es posible que los miembros más fuertes del grupo —os machos— hayan acaparado buena parte de la comida disponible para todos.

Nada más tener constancia de estas muertes, el Ayuntamiento de Vitoria ha empezado a recabar toda la información precisa para saber, entre otras cuestiones, «si el manejo de los animales ha podido influir en su muerte». En ese sentido, se ha solicitado información a la empresa que gestiona a los ciervos en el entorno de la balsa de Arkaute, dentro de Salburua, al mismo tiempo que «se le ha instado a aumentar las medidas de control y vigilancia sobre el grupo».

Aunque, de momento, se desconoce la cifra exacta de ejemplares que habitan ahora en los humedales, ésta suele oscilar entre «un mínimo de 60 hembras y 15 machos y un máximo de 100 hembras y 40 machos», según apunta el Consistorio. La función principal del centenar de ejemplares que ha sido habitual es la de equilibrar el crecimiento de la vegetación natural, por lo que son conocidos como auténticas «segadoras con patas».

La investigación la están llevando a cabo el Departamento de Medio Ambiente y Espacio Público y la Policía Local de forma coordinada, que han trasladado un mensaje de «tranquilidad». Cuando el Consistorio tenga toda la información sobre lo sucedido, ésta se trasladará al Elkargune de Medio Ambiente y a la comisión municipal.

69 muertos en 2015

Por desgracia, no es la primera vez que los ciervos que habitan en Salburua se convierten en tristes protagonistas de la actualidad informativa. En marzo de 2015, al menos 69 de los 170 ejemplares que habitaban por aquel entonces en los humedales murieron coincidiendo con un extraordinario temporal de nieve, lluvia y frío. Tras la aparición de los primeros cadáveres, el Centro de Estudios Ambientales (CEA), gestor de las balsas, puso en marcha el protocolo de sanidad animal, que implicaba un control veterinario desde la Diputación de Álava y el análisis y diagnóstico del laboratorio Neiker tras la necropsia para conocer la causa de los fallecimientos.

Tras descartarse las enfermedades habituales del ganado estabulado como tuberculosis, brucelosis, lengua azul y otras, se apuntó entonces a una «acidosis ruminal». Se trataría de una especie de empacho por un cambio en la alimentación diaria, al pasar de ingerir forraje natural a comer piensos enriquecidos durante las nevadas, momento en el que comenzaron a enfermar y morir los primeros ejemplares. Antes de los análisis se había apuntado que podía haber sido un caso de inanición motivada por falta de alimento, algo que se descartó después. El Ayuntamiento, gobernado entonces por el PP, insistió en que no hubo error al alimentar a los ciervos.

María Nuño para elcorreo.com