Increíble: tras tres operaciones difíciles y una amputación esta podenca sigue preñada
Un ejemplo increíble de supervivencia de una podenca que tras tres operaciones y la pérdida de su pata delantera sigue gestante
Su nombre es «Pepi» y hemos hablado con su dueño, José Portillo, quien nos ha contado la heroica historia de esta perra
Redacción | José Portillo, un veterinario y podenquero conocido en el mundo de la caza por ser el propietario del afijo «Los Urcitanos» y Josefina de Manilva, «Pepi», son los protagonistas de esta increíble historia de amor incondicional y superación entre podenca y podenquero.
«Pepi es una perra muy especial; hay muchos podencos listos y buenos pero Pepi es Pepi, esa perra es especial», confesaba José a Cazaworld, expresando el vínculo tan especial que tiene con su podenquilla.
A finales de año, de cara a la planificación de camadas del próximo ejercicio y por las cualidades de Pepi, Portillo decidió criar con ella cubriéndola con un buen podenco.
La mala suerte hizo que a dos semanas más tarde una complicada infección apareciera en una de las muelas de la podenca. La única solución para el problema pasaba por intervenirla quirúrgicamente con lo que ello conllevaba (infección, sedación, cirugía y medicación). En ese momento, el podenquero tuvo que tomar una difícil decisión, o salvaba la vida de Pepi renunciando a la de sus futuros cachorros o quizá podría perder a su mejor amiga. José no dudó ni un instante y antepuso el bienestar de Pepi en todo momento.
La desgracia se cebó con Pepi
Cuando la pequeña podenca se recuperaba de la intervención sufrió un terrible accidente en su extremidad delantera izquierda. La pata de Pepi se encontraba destrozada.
Para poder salvarla, su dueño tuvo que someter a su compañera a una nueva y dificultosa operación ya que se encontraba en estado crítico y había perdido mucha sangre. En la operación tuvieron que reconstruirle prácticamente toda la pata por el estado en el que se encontraba. Esta operación, además, supuso un riesgo muy alto debido nuevamente a la sedación estando en ese delicado estado de salud.
Tras la operación, el podenquero realizaba hasta cuatro curas completas diarias a su querida amiga; tenía que ayudarla a salir adelante como fuese. Por su parte, Pepi agradecía sus cuidados mostrándole su fortaleza, tan característica en una raza con la rusticidad del podenco.
En días posteriores, a pesar de los tratamientos, atenciones y curas, una nueva infección aparecía en el pequeño cuerpo de Pepi, esta vez en su maltrecha y delicada pata. Debido a la infección y tras haber hecho nuevamente todo lo posible por ella, José se vio obligado a someter a Pepi a una tercera intervención en menos de una semana. En esta ocasión, para amputar la pata de la perrilla gangrenada por la infección. De no haberla intervenido, habría fallecido inevitablemente. En todo momento lo único que importaba era la vida de su amiga, costase lo que costase.
A pesar de ser veterinario, José tuvo que hacer frente a los costes veterinarios de las tres intervenciones puesto que no poseía ni los medios ni los conocimientos necesarios para poder intervenirla.
Una increíble sorpresa
Tras los traumáticos sucesos, Portillo seguía cuidando de su inseparable compañera. Los dificultosos cuidados y curas no eran un problema ya que siempre se veían compensados con la alegría que Pepi le regalaba al verle. Incluso estando en plena recuperación, los veterinarios aconsejaron llevarse a la podenca a casa debido a que cada vez que él iba a visitarla ella mejoraba anímicamente de una forma más que notable.
Un día, en una de las revisiones a las que se tenía que someterse Pepi tras las aparatosas operaciones, José se llevó una inesperada e increíble sorpresa.
Su querida Pepi, la cual había sufrido tres operaciones con una fuerte sedación en menos de una semana, la cual casi muere desangrada por sus heridas y a la que habían tenido que amputarle una pata para poder salvarla, ¡mantenía aún a sus pequeños cachorros con vida en su interior!
José se encontraba atónito y tan solo su amplia experiencia en la cría de podencos le podía ofrecer una explicación ante tal suceso. «Solo la gran capacidad fisiológica del ejemplar, sumándose a otros ejemplos conocidos en los podencos de ese vigor ancestral, fruto de una intensa selección natural, han hecho posible lo sucedido con Pepi». Seguro que el amor incondicional entre podenca y podenquero también ha jugado un papel esencial en lo sucedido.
«La perra tuvo estados muy críticos de salud pero siempre luchó y se animaba mucho con mi presencia», confiesa José Portillo.
Pepi se recupera muy bien
En la actualidad, la pequeña podenca se encuentra muy bien de salud a pesar de que por encontrarse en el periodo final de la gestación de sus cachorros existe el riesgo de que aparezcan complicaciones.
Su herida se encuentra cerrada, como nos cuenta José. Su peso está casi restablecido y lo más increíble, debido a sus ganas de vivir, cree que su perra volverá a cazar a pesar de carecer de una de sus extremidades. Todo un ejemplo de superación: «Pepi sigue teniendo esa chispa de energía que tanto la caracteriza», afirma el propietario de la perra.
Amor incondicional por su querida Pepi
El caso de Pepi y su dueño José Portillo ha causado un gran impacto en grupos de Facebook dedicados a la caza menor y al podenco. Sus actuaciones, sus cuidados y sobre todo su amor por su compañera, han posibilitado una historia en la que se muestra una vez más todo lo que puede llegar a hacer un cazador por sus perros de caza y todo lo que pueden llegar a ofrecer ellos a cambio.
«No podía dejarla morir, es mi Pepi y había que hacer todo lo posible porque ella lo merece. Gracias Pepi, por ese carácter tan especial y haber luchado tanto. Espero que siga todo bien y tengas una excelente camada», concluía el podenquero.