Especial
Imagen de la caza y medios de comunicación
Vivimos un tiempo digital en el que la tecnología forma parte de nuestras vidas. La imagen de la caza se ha difundido y dispersado de tal manera que no siempre sale de un buen emisor ni llega al receptor adecuado. Además, una corriente animalista pretende desacreditar y erradicar todo aquello que sea caza o similar. Así, la imagen de la caza está en entredicho ante la sociedad generalista. Mientras tanto, los medios de comunicación especializados son los cauces profesionales donde se vierten imágenes y textos referentes a la caza. En este Especial Imagen de la caza y medios de comunicación de CAZAWORLD, responsables de los medios y voces de referencia en el sector valoran la imagen actual de la caza.
La caza está en el punto de mira. De una parte, los cazadores ofrecen una imagen de lo que significa para ellos la caza o cómo la viven; por otra, un sector animalista de la sociedad pretende prohibirla. En medio de esta vorágine, en la que se han producido denuncias y ataques furibundos, los medios de comunicación especializados manejan y difunden la información relativa al mundo de la caza intentando llegar al mayor número de cazadores y, llegado el caso, transmitir esos mensajes al resto de la sociedad, que mira con desinterés y cierto rechazo.
En un mundo donde la tecnología digital se apodera de nuestros días y las redes sociales son protagonistas, la imagen de la caza puede llegar a cualquier lugar del mundo y a cualquier persona, sea o no afín a ella. Hasta que la revolución digital se hizo algo común, los contenidos e información cinegéticos se recogían y difundían a través de los medios impresos, radiofónicos o televisivos. Ahora, los canales de información se han multiplicado y es necesario filtrar la cantidad de mensajes que se reciben diariamente.
CAZAWORLD se ha puesto en contacto con diferentes responsables de los medios de comunicación especializados. La intención es obtener una panorámica, lo más rigurosa posible, de la imagen que se transmite de la caza hacia la sociedad o la que esta, de manera adecuada, tergiversada, equivocada o imprecisa, pueda recibir de lo que es la actividad cinegética. También hemos pedido a las fuentes consultadas que expliquen cómo plantear las posibles maneras para mejorar el concepto social de la caza con la finalidad de que un alto porcentaje de la sociedad llegase a respetarla.
En este Especial han participado: Pablo Capote, de Trofeo; José María García, de Caza Mayor; Israel Hernández, de la publicación impresa y la web Jara y Sedal; Rafael Lurueña, de Club de Caza; Cesáreo Martín, de Caza, Pesca y Naturaleza en Gestiona Radio; Antonio Mata, de Caza y Safaris y CazaWonke, y José Ignacio Ñudi, exdirector de Trofeo.
Caza y sociedad
Es prácticamente unánime la visión que los profesionales consultados ofrecen sobre la imagen que la sociedad tiene de la caza. Sea por desinformación o cierta inquina, las personas que no son afines al ejercicio de la caza suelen considerarla una actividad dañina con el medio ambiente y, de forma directa, con las especies que se cazan. Pablo Capote y José Ignacio Ñudi subrayan esa imagen negativa sin más. Cesáreo Martín e Israel Hernández creen que la imagen desvirtuada de la caza que recibe gran parte de la sociedad es consecuencia de la falta de información. «Es una asignatura pendiente de los cazadores, federaciones y asociaciones», dice Martín, que señala la necesidad de «contar» la caza a través de los medios generalistas. Hernández se centra en la sociedad no cazadora, excluyendo a los anticaza, indicando que desconocen «qué es esta actividad, cómo se desarrolla, cuál es su sentido, qué aporta a la naturaleza y al país». Afirma que desde el propio sector cinegético «nunca se ha desarrollado una labor de comunicación que diseñe un mensaje que defina a la caza y a los cazadores».
La imagen desvirtuada de la caza que recibe la sociedad es consecuencia de la falta de información y esta «es una asignatura pendiente de los cazadores, federaciones y asociaciones». Cesáreo Martín
José María García piensa que la valoración que se tiene sobre la caza «no es la mejor de las posibles», pero matiza que es «una parte importante de la sociedad; por supuesto, no toda» la que mantiene este criterio. Rafael Lurueña habla de la existencia de «intereses partidistas» a la hora de entender qué opina la sociedad acerca de la caza. Para el responsable de Club de Caza, la sociedad urbana conoce el mundo rural a través de los medios generalistas «y por tanto solo tiene información desvirtuada y puntual». Añade que la «sociedad urbanita se cree lo que le cuentan». En este sentido, el director de Jara y Sedal considera que hay un «ejercicio propagandístico bombardeando con mensajes goebbelianos que han dibujado un personaje y una actividad maliciosa que, obviamente, no tiene nada que ver con la realidad».
Antonio Mata divide la sociedad en dos, «urbanita» y rural, para analizar la valoración que se tiene de la imagen de la caza. Sobre la primera, dice que el medio natural y la propia sociedad rural se ven a través de «ojos mediatizados y manipulados por los medios y su propia ignorancia y desconocimiento», lo que ha derivado en un proceso de humanización del «mal llamado “reino animal”». Desde la sociedad rural, para Mata, se valora la caza como «una tradición ancestral, anclada a sus propios genes desde el inicio de los tiempos» y la califica como «forma de vida, recurso económico y una forma más de conservar la sostenibilidad del medio ambiente».
Desde la sociedad rural se valora la caza como «una tradición ancestral, anclada a sus propios genes desde el inicio de los tiempos». Antonio Mata
Lurueña hace una precisión ante esta idea de que la caza está vista con recelo o reproche únicamente desde el conjunto de la sociedad que no la practica y que la desconoce. Así, explica que dentro del propio sector cinegético «existe una valoración de la caza muy distinta de la que las buenas prácticas recomendaría, lo que abre más la brecha entre sociedad cazadora y no cazadora». Es esa visión, indica, que los mismos cazadores tienen de la caza.
Las redes sociales
Los contenidos sobre caza se emiten hoy a través de medios tradicionales (prensa, radio y televisión) y mediante ese entramado de redes de comunicación que se llama internet. Las publicaciones impresas, las emisiones radiofónicas y las televisivas cuentan con el beneficio de la experiencia, pero han de adaptarse a la creciente era digital.
Trofeo es la revista más veterana, después de la extinta Caza y Pesca, de las que llegan mensualmente a los quioscos, y cuenta con la paternidad de la coletilla “caza y conservación” que tanto abunda ahora. Caza y Safaris nació a finales de 1982 y presenta la singularidad de sacar cada número con dos portadas: una para caza nacional y otra para la internacional. Caza Mayor llegó en 1997 al público lector acompañando a Federcaza, del mismo grupo editorial, para editarse de manera mensual dos años más tarde. También en papel, la revista Jara y Sedal surgió en 2001 a raíz del éxito del programa homónimo de TVE (que comenzó a emitirse en 1991) y cuyo vínculo actual es solamente el nombre.
Club de Caza ha ido creciendo desde 2002, cuando por iniciativa de algunos usuarios de foros se creó este medio de internet. Y en el ámbito de la radio, Caza, Pesca y Naturaleza viene a ser una continuidad del programa Linde y Ribera que su presentador mantuvo en otra emisora de radio. Sean palabras impresas o voces de palabras, los distintos medios especializados consultados para este Especial han creado sus vías digitales de comunicación y trasmisión.
Todos cuentan con portales de internet porque, entre otras razones, los dispositivos móviles quieren ganarle terreno al papel. Los usos cambian y el público accede a los contenidos mediante diversos cauces. A través de los móviles, tabletas y otros dispositivos, los usuarios de internet han encontrado además un modo de relacionarse entre sí que parece no tener límites y crece como la espuma: son las redes sociales.
Los contenidos sobre caza que se difunden a través de medios especializados “tradicionales” llegan a un sector de la sociedad que busca esos contenidos. Además, este material ha sido creado con más tiempo y revisado antes de ser publicado. Las redes sociales, sin embargo, cuentan con el factor de la inmediatez y con la libertad del acceso general. Así, cualquier usuario puede crear un contenido relacionado de forma positiva o negativa con la caza y hacerlo público sin filtro ninguno. «Las redes sociales se han convertido en una casa de locos con miles de personas que quieren imponer sus criterios», dice Lurueña, que califica la imagen que se da de la caza en ellas como «extremadamente sesgada».
«Las redes sociales se han convertido en una casa de locos con miles de personas que quieren imponer sus criterios». Rafael Lurueña
Todos los responsables de medios consultados coinciden en señalar a las redes sociales como unos canales de comunicación donde no existe control ni reglas establecidas y en el que son frecuentes la crítica y el insulto. Cesáreo Martín las describe como «una válvula de escape al amparo del anonimato» y añade: «Me parece un sistema moderno de la informática muy peligroso, que puede terminar muy mal si no toma medidas de control el Gobierno». José Ignacio Ñudi recalca esta idea de anonimato de las redes, así como su fácil acceso, para decir que se han llenado «de radicales que critican, siempre con el insulto y nunca con argumentos, cualquier cosa que se salga de lo políticamente correcto».
Esta maraña sin concierto donde la imagen de la caza es tan amplia como desordenada supone «un universo paralelo» para Israel Hernández: «Una realidad virtual totalmente deshumanizada en la que el discurso populista y los bajos instintos silencian los discursos reflexivos y bien argumentados». Pero si los responsables de los medios consultados afirman que las redes sociales, por su propia metodología y forma de acceso, dañan la imagen de la caza y no son capaces de divulgar su verdadera naturaleza, un sentimiento de autocrítica también se hace patente.
Las redes sociales se han llenado «de radicales que critican, siempre con el insulto y nunca con argumentos, cualquier cosa que se salga de lo políticamente correcto». José Ignacio Ñudi
Antonio Mata lamenta esa imagen de la caza que se da «en muchísimas ocasiones» desde el sector cinegético y que «deja mucho que desear», así que recomienda al cazador que sea más «cuidadoso» con lo que publica, sobre todo en lo referente a imágenes. Piensa que hay que evitar «discusiones agresivas y llenas de insultos con los anticaza» y que la defensa, incluso en el caso de que fuera jurídica, no ha de «armar escándalo».
José María García habla del «demérito de muchos cazadores a la hora de utilizar estas plataformas de comunicación global, cuyas posibilidades son tan brutales para lo bueno y lo malo». Con todo lo que permiten, pero sin un «moderador» o con la «poca cabeza que tiene muchos al debatir», Lurueña añade que se ha formado un «pequeño batiburrillo cinegético que genera confusión y discusiones dentro del sector». Esto es así, según el responsable de Club de Caza, porque las redes han mezclado las opiniones de todos los cazadores de toda ubicación geográfica «sin pararse a entender que todo depende en ocasiones del dónde, el cuándo y el quién».
La inmediatez, el alcance global y la ausencia de supervisión parecen tres signos característicos de las redes sociales. Ese poder de llegada de los mensajes y sus posibles repercusiones motivan una reflexión para Hernández: «es importantísimo que todos tomemos conciencia de la responsabilidad que tenemos cuando lanzamos nuestros mensajes a este inmenso medio. Cada imagen, cada vídeo que compartimos puede ser visto por la sociedad no cazadora, que en algunas ocasiones no está preparada para ver ciertas cosas. Por tanto, debemos ser responsables y tomar conciencia que la imagen de la caza y los cazadores es cosa del colectivo, no sólo de los medios especializados».
Cuidar la imagen y comunicar
En esta oleada de acoso hacia la caza que se percibe en las redes, donde los cazadores defienden su actividad con pujanza pero con bastante desorden, Pablo Capote cree que «habría que empezar por ser autocríticos» si se quiere conseguir que la caza sea respetada socialmente. «El primer paso debería ser sentirnos nosotros orgullosos de nuestros colegas cazadores, algo que por el momento no es siempre fácil. Una vez conseguido esto, creo que hacernos entender sería más sencillo». Por otra parte, el actual director de Trofeo comenta que el envenenamiento de animales, las perdigonadas hacia especies no cinegéticas o que «aparezca un galgo ahorcado», por poner unos ejemplos, son hechos que limitan mucho los argumentos en defensa del colectivo cinegético, convirtiéndose los cazadores en los perjudicados por ese tipo de acciones.
«El primer paso debería ser sentirnos nosotros orgullosos de nuestros colegas cazadores, algo que por el momento no es siempre fácil. Una vez conseguido esto, creo que hacernos entender sería más sencillo». Pablo Capote
La imagen de la caza que el propio sector cinegético da a conocer puede mejorarse. Es lo que piensa Lurueña al referirse a «mejorar el producto y luego venderlo», haciendo referencia a la caza en sí. Dice, no obstante, que lo que se entiende por caza en muchas ocasiones en este país es una «pachanga dominical».
Pero hay que comunicar y llegar a esa parte de la sociedad ajena a la caza. Esta idea parece clara y compartida por todos los responsables de los medios consultados, si bien Ñudi puntualiza que se trata de una tarea «difícil y complicada». Caso distinto es el que sucede en otros países europeos, donde la caza y el cazador son admirados y respetados. García dice que para conseguir ese respeto, que debiera existir de por sí y no los insultos y la intoxicación que abunda en la sociedad española, el mensaje que se ha de transmitir debería superar «los círculos estrictamente venatorios para llegar, calar y abrir los ojos a una opinión pública desinformada y contaminada de alegatos anticaza desde hace años».
Hernández explica que hay que «definir un mensaje claro, profesional, y hacerlo llegar a través de los diferentes canales de difusión que tenemos». Mata habla de «campañas informativas y formativas» a través de todos los medios generalistas (prensa, radio, televisión, redes sociales, etc.) con el fin de que lleguen a la sociedad en general. Aclara que «en realidad, la solución es muy fácil… con dinero, con dinero, con dinero», haciendo referencia a este cometido informativo a gran escala. El responsable de CazaWonke y Caza y Safaris habla además de una ardua labor: incidir en la educación a nivel elemental y medio.
El representante de la radio, Cesáreo Martín, entiende que el respeto hacia la caza llegaría si los informativos de televisión ofrecieran noticias sobre las acciones que hacen los cazadores para el control de determinadas poblaciones de un animal, la donación de piezas o carne a centros benéficos, o aspectos sobre el mundo animal y las especies silvestres. El propósito sería ofrecer una imagen no tergiversada de la caza para «convencer a la gente», comenta el director de Caza, Pesca y Naturaleza.
Volviendo a esa idea de «producto que se puede vender», Lurueña indica que la caza puede ser un buen producto y «debería de poder venderse bien». Hernández resume en una frase la posible solución a la imagen de indiferencia o negatividad que un amplio porcentaje de la sociedad tiene actualmente de la caza: «Comunicación es la respuesta a todos nuestros problemas».
Defensa activa
La sociedad actual no percibe la caza de la misma manera que se veía hace décadas. Los responsables de los medios consultados coinciden en indicar que la principal causa para que esto ocurra es el alejamiento que hace la sociedad urbana del mundo rural, pese a que cada vez son más notables los movimientos ambientales. «El único contacto que la sociedad actual tiene con el mundo rural es por medio de las noticias que puede ver en los medios generalistas y que, como ya se ha comentado, nada tienen que ver con la situación real», explica Lurueña, añadiendo que esos medios resaltan solamente «aspectos puntuales y negativos». Por ello, se entiende que aunque la concienciación ambiental impere en la denominada sociedad urbana, desconocedora de lo rural, esta se construya bajo unas premisas equivocadas y, en ocasiones, tendenciosas.
En general, para aquellas personas no cazadoras, ese cambio de imagen se debe a la pérdida de esa concepción de la caza como actividad necesaria y estrechamente ligada al medio natural. «Una sociedad alienada por lo políticamente correcto y un universo falso de felicidad», afirma Hernández, no puede comprender el hecho de la muerte como algo ligado a la actividad cinegética (léase los toros, etc.) que no es propiamente su fin. El responsable de Jara y Sedal advierte que, cuando las personas compran carne en un comercio, hay una «desconexión con el drama y con la vida animal que estaba detrás» y eso provoca que la caza se vea como «algo anacrónico».
Cuando las personas compran carne en un comercio, hay una «desconexión con el drama y con la vida animal que estaba detrás» y eso provoca que la caza se vea como «algo anacrónico». Israel Hernández
El cambio que se ha producido, para el director de Caza Mayor, se debe sobre todo a un «cambio del modelo de sociedad imperante y, en consecuencia, del perfil mayoritario de sus integrantes». García reconoce que «lo rural ha perdido la batalla frente a lo urbano» y por ese motivo la caza es «una gran desconocida e incomprendida para el gran público de las ciudades».
El que fuera director de Trofeo dice que la porción de la sociedad que tiene esa idea negativa de la caza se podría explicar porque entienden la naturaleza como «esa postal idealizada y sacralizada que el cazador perturba matando a los animales por puro placer». Y a modo de respuesta para reconducir la imagen que la sociedad tiene de la caza, ante la idea de realizar una defensa de lo todo que significa e implica la caza, Ñudi reconoce que esta labor es «oportuna pero muy complicada porque la sociedad es cada vez más urbana».
A la hora de acometer una defensa activa de la caza, Antonio Mata es partidario de trabajar «bajo unos parámetros muy distintos» a los utilizados hasta ahora, y enumera aspectos fundamentales en los que basar el discurso: utilidad y necesidad de la caza, sus principios éticos y morales, así como su historia y tradición, entre otros muchos. En esta línea de actuación, Mata desaconseja hacer públicas «las barbaridades que se hacen en algunas monterías» y desprecia «los tiroteos», que «sólo nos echan mierda encima», dice. Añade que se ha de hacer una defensa muy activa a nivel legal y judicial contra aquellos que insultan o amenazan a los cazadores, pero insiste en que esto se ha de hacer de manera más discreta.
Cesáreo Martín es partidario de contestar de manera «educada y respetuosa» a los insultos dentro de esta labor de defensa, y aconseja denunciar a la «prensa sin prejuicio» que ofrece únicamente noticias negativas relacionadas con el término “caza”. Y este «conflicto de imagen, de comunicación», como lo define Hernández, ha de abordarse partiendo de un colectivo unido y desarrollando una defensa muy estudiada.
José María García cree necesaria una «profunda reflexión» acerca de la conveniente unión del sector cinegético, ya que su fragmentación actual lo sitúa en «desventaja frente a sectores no afines y algunos muy críticos con la caza». Partiendo de esa unidad, siempre que sea «procedente», aclara, es partidario de «defender activamente lo que es y representa esta afición».
Es necesaria una «profunda reflexión» acerca de la conveniente unión del sector cinegético, ya que su fragmentación actual lo sitúa en «desventaja frente a sectores no afines y algunos muy críticos con la caza». José María García
Esta oposición entre cazadores y detractores de la caza es calificada por Hernández como una «guerra» que el sector cinegético tiene «serio riesgo de perder» porque se enfrenta al «populismo», que califica de «peligroso». Para Lurueña, faltan profesionales y una buena estrategia de mercado que sea «organizada, meticulosa, pensada milimétricamente y muy estudiada». Para el responsable de Club de Caza, muchas de las defensas de la caza que se llevan a cabo están mal enfocadas, y pueden empeorar más su imagen ya que carecen de «la calidad necesaria para desarrollar una defensa activa de la caza».
Mensaje profesional
Para protegerse y reaccionar ante los ataques de los sectores anticaza, y de esa tendencia que se expande por la sociedad que considera la caza como algo negativo, surge desde hace tiempo, como señala el director de Trofeo, un interés creciente por actuar en defensa de la imagen del cazador. «Se han creado fundaciones, asociaciones y mesas de trabajo que pretenden unir diversos colectivos relacionados con el campo para trabajar en la mejora de esa imagen ante la sociedad y para conseguir, de una vez, un interlocutor válido con la administración y los poderes públicos».
Los responsables de los medios consultados coinciden en que la defensa activa de la caza debe encauzarse de tal manera que llegue a la sociedad general saliendo del ámbito estrictamente cinegético. A la sociedad que no es cazadora le llega una imagen de la caza «negativa y destructiva» desde los medios generalistas, según indica Israel Hernández, que califica a estos medios como responsables de esa nociva imagen. Ñudi coincide al afirmar que los medios de comunicación enjuician y critican «aquello que ellos mismos han desautorizado» mediante un «bombardeo constante» para que la caza no esté bien vista. Para que lo sea, Cesáreo Martín afirma que hay que emplear los medios de comunicación para transmitir «con un lenguaje claro y entendible, hechos y buenas palabras, no insultos y demagogias» para llegar a la sociedad «urbanita». Es la misma idea que mantienen Hernández y Lurueña acerca del mensaje a transmitir: claro y profesional.
Por muchos mensajes o explicaciones que se ofrezcan a favor de la caza, «el urbanita» nunca comprenderá «esa pasión por cazar que muchos tenemos» y concluye: «Nunca aceptará, porque no es cazador, que la caza sea una pasión que además ayuda a conservar la naturaleza. Y todo este proceso comienza por respetar lo que siente otro semejante, y eso cada vez pasa menos, por mucho que presumamos de demócratas respetuosos».
Mientras se desarrolla un discurso organizado que llegue a la sociedad sin filtros de parcialidad y animadversión hacia la caza, su imagen está en entredicho. Los responsables de medios de comunicación especializados que se han consultado para este Especial proponen partir de la unión del sector para crear una defensa activa que se realice con profesionalidad y que transmita a la sociedad general el amplio significado de la caza. Convienen, asimismo, en que no toda imagen que se ofrece de esta actividad a través de los medios o redes sociales es válida ni adecuada, por lo que el lenguaje comunicativo ha de cuidarse desde una reflexión sobre la situación actual con esa oposición virulenta entre defensores de la caza y extremados detractores.
«La caza es una pasión inexplicable y muy personal, que implica la muerte de animales, hoy sacralizados por muchas razones», dice Ñudi, que desvela su pesimismo debido a que ve complicado luchar contra la tendencia anticaza. Por muchos mensajes o explicaciones que se ofrezcan a favor de la caza, «el urbanita» nunca comprenderá «esa pasión por cazar que muchos tenemos» y concluye: «Nunca aceptará, porque no es cazador, que la caza sea una pasión que además ayuda a conservar la naturaleza. Y todo este proceso comienza por respetar lo que siente otro semejante, y eso cada vez pasa menos, por mucho que presumamos de demócratas respetuosos».
CAZAWORLD / Daniel Puerta Serrano
NOTA: CAZAWORLD publicará durante el próximo mes de enero las entrevistas íntegras a los responsables de los medios consultados.
AVANCE: Trofeo centrará su número de enero 2017 en este asunto, con el título El cazador ante la sociedad.