Humildad de perrero

26 marzo, 2013 • Miscelánea

artículo invitado de Ana B. Marmolejo, cazadora y autora del blog Oliendo a lentisco y jara.

Te congela el mas profundo de los pensamientos, el frio de la madrugada cuando aun no ha salido el sol. Vives un amanecer diferente al que puedes vivir los lunes, el despertador sonó con la música estridente, que no molesta, de un sábado de perros.

Mientras sueltas las cadenas de tus canes, en la soledad poco tranquila de tu perrera recuentas y nombras bajito a los valientes que subirán al furgón y debutaran entre las jaras.  Mientras subes y atas, se mezcla el frio con la humedad del rocío de la mañana y el vaho del furgón se impregna de un olor que te hace pensar ¿Qué hago aquí? Gracias al tiempo, no puedes dar respuesta a esas preguntas, pues los primeros rayos de sol rompen el amanecer y a ti y a tus valientes os espera el dia.

cazadora Ana B Marmolejo
Rumbo perdido, a un rincón donde las jaras necesitan tus voces, haces acto de presencia en cualquier desayuno donde a veces tu presencia es necesitada pero no deseada, recibes el abrazo de los que como tú esperan a parte ocupando ese lugar que se le reserva al perro, ries, pues eres feliz ocupando ese lugar que la sociedad alta de la montería clásica te obliga a ocupar, humildad de perrero la llaman. No molesta permanecer en pie, al lado de la candela que tus propias manos hicieron al llegar, miras de reojo los todoterrenos de gama alta que abandona a su suerte el desayuno y sabes que miras en la lejanía su salida, tan solo para calcular cuanto te queda para cambiar tu ropa verde oscura por tu traje de luces.

Ese instante en el que se silencia la salida de las armadas, cuando cerca de una casa señorial solo quedan servicio, guias y arrieros…. Ese momento de silencio de clase alta oculta, en el que parece que has retrocedido en el tiempo y te has colocado en aquella época en la que el saco de pan y el taco esperaba a los que a aquella junta habían llegado con perros acollarados,
andando después de dos días. Parece que en parte, hay cosas que ni para bien ni para mal cambiaran.

La importancia de saber ocupar tu lugar, con la cabeza quizá siempre un poco inclinada aunque por dentro sabes que la tienes por encima del mundo que te rodea. No te sientes menos, y cuando te nombran para indicarte tu suelta, la cabeza ocupa su lugar altivo y ves que eres necesario que sin ti y tus valientes, esto no seria posible. Ocupas entonces el punto de mira, las insignias de tus perros conocidas y descubres que incluso para algunos en sus posturas, tienes nombre y apellidos…glorioso, ver batir jaras a tu podencos, extasis cuando desde un puntal los animas, apoteósico cuando sus ladras se mezclan con tu voz y el culmen un disparo que tras de si deja olor a sangre. el mas dulce de los orgasmos narrados entre jaras.

Pasan las horas, el paseo de los todoterrenos se sucede por las pistas de cualquier finca del mundo, y tu con tus valientes, vuelves a ocupar tu lugar anónimo. Vuelve el silencio al monte, solo resuena una caracola entre pinos…vuelves a la soledad del mundo del perro esa misma que es hasta reconfortante. Humildad de perrero serena, que te hace cargar de nuevo tu
furgón, inclinar la cabeza a la posición que debe ocupar esperando una gratificación, que cuando recibes piensas…ignorante pues esto que me das hoy como aquel que reparte limosna, no es nada comparado con el premio que me dieron los valientes entre las jaras, justo en ese momento en el que ladras, sangre y pólvora fueron uno.

A Ana tuvimos la suerte de entrevistarla hace unos meses, aquí la entrevista.


2 comentarios. ¿Quieres agregar algo?:

  1. Maribel Arévalo Félix dice:

    Me encanta este relato y ver q hay gente q sabe apreciar la figura del perrero y sus cannes,q son pieza imprescindible para tener buenos lances,no todo es lujo y ver quien es el q lleva mejor coche,armas,ropas en fin minucias para mí,ya q el espíritu de la buena caza y buenos cazadores no son los lujos.

  2. campero dice:

    Qué prosa más bonita tienes, Ana B. Y se siente que vives la caza y, sobre todo, viviéndola junto a tus «valientes». Si apareces por aquí, deja otro escrito… y otro más, que seguro los vamos a disfrutar muy mucho.

    Joven mujer, apuntas brillantes maneras con las letras…

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