Ganaderos asturianos dicen que el lobo y el jabalí ponen en peligro el futuro del sector

30 agosto, 2017 • Noticias de caza

Uno de los ganaderos más veteranos del certamen / P. Bregón

Los ganaderos que se reúnen estos días en el Certamen de Ganado de Avilés afirman que el lobo, el jabalí, el oso, la rata topera y el precio del pienso ponen en peligro el sector.

«Si atropellas a una corza preñada, tú tienes que pagar por ella y sus crías aún no nacidas, pero el cálculo cuando atacan el lobo y el oso no es así», dice un ganadero.

El Certamen de Ganado no solo convierte a Avilés estos días en la «capital ganadera» de Asturias, como señaló ayer la alcaldesa Mariví Monteserín, sino en el foro en el que los profesionales del sector alertan de los riesgos de un campo siempre sujeto a los avatares del tiempo y la fauna. Tras la reconversión y la modernización de un modelo de producción en la década de los ochenta, los temores vienen ahora de la mano del precio del pienso y de los ataques del lobo, el jabalí, el oso y la rata topera que, según los ganaderos, ponen en peligro la calidad de la carne por la que tanto se ha luchado.

La consejera de Desarrollo Rural, María Jesús Álvarez, circunscribió ayer la amenaza de la rata a una zona muy concreta (Comarca de la Sidra) y aseguró que ya funcionan medidas para «tratar de atajar esta plaga y, de forma excepcional, compensatorias para aquellos que tengan daños». «Somos la única comunidad autónoma en poner medidas de estas características en marcha», aseguró. Si es así, ganaderos como José Manuel Cardín, de Villaviciosa, no han notado todavía sus beneficios. «Yo no pido subvenciones, solo que me dejen eliminarla», reclama. «Desde hace tres años, y especialmente desde la última primavera, ye imposible segar. Vas segando y salen corriendo. Se comen raíces y acaban con las pomaradas. Cuando vas a ensilar, pasas el rastrillo y amarañes, pero se ponen en les bales, agujereanlas y se pudren. En vez de amarilles queden negres», sostiene. Cardín lamenta que «están jugando con nuestra comida». «Aquí, en este paraíso natural, que ye en realidad un paraíso artificial, hay protección para todo, menos para nosotros», sentencia al hilo de la negativa de los ecologistas de usar aves rapaces para la caza de la rata.

Si esta especie afecta a la zona centro-oriental, el lobo y el jabalí parecen campar a sus anchas por toda la región. Manuel Pravia, criador de oveja xalda, cree que es «imposible fijar población en el medio rural (sin internet, con problemas para enviar a los chiquillos al ‘cole’ y al pediatra) si no se pone coto a estos depredadores». «Nadie se pone en el lugar de la gente del campo. Hace quince días el oso mató a cuatro ovejas de un rebaño de 250 en Cangas del Narcea. Pueden no parecer muchas, pero el rebaño sigue perdido por el monte. El ganadero solo ha recuperado a 120. ¿Quién se lo paga eso? Si atropellas a una corza embarazada, tú tienes que pagar por ella y sus crías aún no nacidas, pero el cálculo cuando atacan el lobo y el oso no es así», recalca.

A su lado, Germán Concheso, criador de asturcones, se pregunta «qué va a quedar de Asturias si la minería ya no es negocio y la siderurgia está como está. ¿Un Yellowstone?». «Tiene que haber un control. No es lógico que en Oviedo la Policía Local pueda abatir a tiros a un jabalí y eso mismo esté prohibido en el campo», advierte. «No se trata de que desaparezcan, sino de convivir. Y estamos asistiendo a un choque entre administraciones. Se pasan la pelota de una a otra porque las competencias están divididas entre Recursos Naturales y Medio Ambiente, y así el Plan del Lobo sigue sin ser ejecutado», señala.

Tanto Pravia como Concheso, con su ganado pastando en el monte, están más expuestos a los ataques de un lobo al que se ha visto en concejos muy próximos al mar. Sin embargo, Manuel Areces, con ganadería en La Torre (Pillarno), y Pedro Vega, de Colunga, ponen el acento en el aumento de los costes de producción por el alto precio del pienso. «Si antes estaba a veinte céntimos el kilo, ahora está a 25 o 30» y una vaca «come a discreción», señalan. Un incremento derivado directamente de la sequía. «Sin ayudas, determinadas razas rústicas es muy difícil explotarlas», alerta Vega, veterinario de profesión y para quien la ganadería es una afición. Para Areces, el sector «está peor que hace veinte años». Explica que el alto precio del pienso no ha repercutido sobre la carne, lo que mantiene a las explotaciones en la cuerda floja. «Como no recibamos alguna ayuda, acabarán dejando sin trabajo a la gente. No puedes tener una explotación grande porque entre impuestos y gastos varios no sacas para vivir», explica.

Relevo generacional

Curiosamente, el relevo generacional es una de las prioridades de la consejería de Desarrollo Rural, a tenor de las declaraciones de María Jesús Álvarez. Convencida de que «sin jóvenes no habrá futuro», aseguró que su departamento está trabajando en medidas que fomenten su incorporación al sector. Señaló que este relevo no es preocupación exclusiva de Asturias, sino europea, y ensalzó el ‘cese anticipado’, vinculado siempre a explotaciones rentables, como una medida por la que su consejería seguirá apostando.

En unos años sabremos si los hijos del castrillonense Areces, Raúl y Marcos, y Borja, de catorce años e hijo del ganadero corverano José Antonio García, que ayer echaba una mano tanto a su padre como a unos amigos de Pola de Siero, toman las riendas de unas explotaciones que, según profundizaba José Luis Llano Traviesa, de Margolles (Cangas de Onís) y uno de los más veteranos del certamen, son «muy sacrificadas» para los exiguos beneficios que dan. Criador de raza parda de leche, vende su producción a queseros de la zona. Fiel al certamen avilesino desde hace 48 años («ya venía con mi padre cuando era abajo, en Las Meanas»), explica que una de sus reses come unos diez kilos de pienso y hierba «hecha por nosotros» al día. A lo que hay que añadir, el coste y mantenimiento de la maquinaria y las enfermedades que, a veces, afectan a los animales. Entre sus cabezas destaca el toro ‘Mortis’, que con 1.350 kilos acude al certamen desde que tenía un año. «Tiene casi siete y ya estoy pensando en retirarlo», confía un ganadero que tiene como vecinos, una fila más atrás, a Vicente García Díaz, de Bimenes, y a Carlos Manjón, de Colunga, que regresan a la feria ganadera con la raza parda de la montaña, novedad en esta 135 edición.

«Esta es la auténtica, la que vino de Suiza hace más de cien años y que ahora ya es autóctona», explicaron. «Son nobles y rentables. Dan algo de leche (entre 15 y 20 litros al día) y crían. Antes se usaban también para labranza». «Tienen muy buena carne, con algo de grasa así resulta mucho más sabrosa que otras, aunque su apariencia no sea tan perfecta» y para rematar, y tal vez por llevar la contraria al que parece ser el sentir general del sector, los dos ganaderos remarcaron la rentabilidad de la raza. «Ponlo ahí, que estamos ‘podres’ de dinero. Total, para qué vamos a llorar, ya tamos fartucos».

Informa Cristina del Río para elcomercio.es


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