Gallinas «esclavizadas y con la regla», el nuevo episodio de las activistas veganas
Las veganas que hablaban de violaciones entre gallos y gallinas ahora califican a las granjas avícolas como «campos de concentración».
Redacción | La pareja de veganas vuelve a la acción. Tras difundir su mensaje de que hay que separar a los gallos de las gallinas para evitar «violaciones», ahora se han colado en una granja avícola para grabar un nuevo vídeo. «Un campo de concentración». Así califican esta granja las dos activistas veganas que han salpicado las redes en los últimos días con sus asombrosas afirmaciones.
«Aquí no viene casi nadie… porque, claro, son productos, no son personas», explica una de ellas queriendo comparar e igualar a las gallinas con los seres humanos. Ambas continúan con su argumentación que equipara a los animales con las personas, humanizando en extremo a los primeros.
«Esclavizadas y con la regla»
«Las personas veganas mostramos la realidad», afirma una de ellas, que dice no encontrar las palabras para explicar «lo que está pasando aquí», calificando la granja avícola de «campo de concentración» porque las gallinas están ahí «esclavizadas». Las dos afirman que hay más animales en granjas y mataderos que personas en el mundo.
«Las gallinas las utilizamos para comer la carne y para robarles sus huevos, porque son suyos». Critican que las gallinas pongan huevos en granjas porque, «de normal, pondrían unos 12 más o menos». Aquí emplean una nueva comparación, diciéndole a las mujeres que «es como si tú tuvieras la regla 300 días al año».
Las veganas insisten en el esfuerzo que realizan las gallinas ponedoras, derivando en «muchos riesgos de salud».
«Cosificación, esclavitud y asesinato»
Estas afirmaciones, comparando a la granjas con campos de concentración y a las gallinas ponedoras con el ciclo menstrual, dan pie a que las mediáticas veganas lancen su discurso político. «Esto pasa por el capitalismo; por ahí la importancia de la intersección de luchas. Aquí lo único que les importa es ganar dinero a costa de la cosificación, de la esclavitud y el asesinato de millones de animales cada día para destinarlos a productos que no necesitamos para nada». Y lo resumen con una frase: «no es natural comerse a nadie… y mucho menos comerse a alguien que ha tenido una vida como esta».
El discurso se embarra de tal forma que no aceptan ni las granjas ecológicas, en las que las gallinas «tuvieran tres metros y cojines», porque «no hay forma humana de matar a nadie». Para la pareja de veganas, es como si a una persona la invitaran a un restaurante de lujo y luego la mataran sin darle a elegir.
Extrema humanización
Las veganas dicen que las gallinas «tienen ganas de vivir, experimentan, tienen sensaciones, alegrías… tienen miedo». Calentamiento global, capitalismo, incendios en el Amazonas, criar animales para alimentar a las personas… «Todo tiene relación. Es que no tiene sentido, es surrealista».
«Todo va conectado, ¡todo! Haz la conexión, investiga, posiciónate». «Sé justo, hazte vegano», concluyen las dos, porque «ser ‘vegan’ es lo mínimo que puedes hacer».