Voces de caza
Florencio Markina: «Las hembras de corzo son un factor decisivo a la hora de transmitir las enfermedades»
La semana pasada se publicaba en un medio vasco que una enfermedad «diezma» algunas poblaciones de corzos en España. Porcentajes de parasitación de hasta el 90% salían de boca del presidente de la Asociación Española del Corzo, pero Florencio Markina quiere aclarar las ideas sobre este ungulado y las afecciones que actualmente padece al servir de hospedador de algunos parásitos. Larvas de Cephenemyia e Hypoderma se encuentran en corzos cazados y hay datos de poblaciones con más prevalencia que otras. ¿Se puede comer la carne de los corzos parasitados? ¿Afecta al trofeo la infestación por gusanos? ¿Qué papel juegan las hembras y cómo influye la densidad de animales en el contagio de las enfermedades? Entrevistamos al presidente de la ACE para comprender la situación del corzo español con relación a sus enfermedades.
¿Cómo definiría la salud general de las poblaciones ibéricas de corzo?
En general, la salud de nuestros corzos ibéricos es buena, y muchas poblaciones siguen expandiendo su área de distribución. No obstante, desde hace ya algunos años, en algunas áreas peninsulares —principalmente norteñas—, y fruto de una superación de la capacidad de carga de los diferentes ecosistemas que ocupa, están comenzando a detectarse afecciones parasitarias e infecciosas de relevancia en algunos ejemplares. Sin duda, una llamada de atención del estado de los corzos en relación con su medio y una necesidad de ajustar la gestión de sus poblaciones a la carga de ungulados que soporta el medio natural de algunas áreas.
Habiendo experimentado una franca expansión, ¿tiene el corzo algún factor natural que merme sus poblaciones?
Todas las poblaciones de ungulados han experimentado, en general, una fuerte expansión en toda su área de distribución europea, fruto de una adaptación de las especies a los recursos tróficos que ofrece la agricultura moderna y a un abandono progresivo de los usos tradicionales del medio rural que favorecen el desarrollo de las zonas de matorral y arbolado. Además de los predadores naturales —muchos de ellos también en expansión ante la abundancia de presas— la caza se ha convertido en una herramienta indispensable para regular estas poblaciones, siempre que se haga de una forma planificada y responsable. No obstante, y cuando por diferentes causas, las poblaciones superan la capacidad de carga del medio, son las enfermedades y el descenso de la tasa de reclutamiento —crías que acceden a la reproducción—, entre otros factores, los encargados de regular ese incremento desproporcionado.
La Cephenemyia stimulator, parásito que provoca la miasis faríngea del corzo, lleva asociada a la especie desde mucho antes que se detectara en España. ¿Cómo surgió aquí?
La miasis del aparato respiratorio del corzo es una enfermedad parasitaria provocada por el oéstrido Cephenemyia stimulator, y descrita en corzos europeos desde hace ya algunas décadas. Sin embargo, no es hasta la década de los años 2000, cuando se detecta en algunos ejemplares del noroeste y centro peninsular, supuestamente por introducciones de ejemplares europeos parasitados. A partir de ahí, su expansión —favorecida por unas altas densidades de corzos— está siendo imparable en un gradiente norte-sur.
Los altos porcentajes de prevalencia de la enfermedad, de hasta el 90% en alguna población norteña, ¿a qué se deben y dónde se localizan?
Según los últimos datos de seroprevalencias calculados por el grupo del Invesaga, de la Universidad de Santiago de Compostela, con los que la Asociación del Corzo Español mantiene un convenio para el estudio y seguimiento de las enfermedades parasitarias de los corzos españoles, el 45% de los corzos analizados de 301 muestras recolectadas en la mitad norte peninsular, presentaron anticuerpos frente a C. stimulator, un porcentaje sensiblemente superior al encontrado en otras poblaciones europeas. Eso no impide que, en el caso de ejemplares capturados en algunas zonas de reciente aparición de la afectación (caso de poblaciones del País Vasco y Navarra), la tasa de afectación llegue a ser, puntualmente, del 90% de los ejemplares cazados en primavera-verano. Esto lo que puede indicar es que, en los primeros estadíos de la enfermedad, la mayoría de los corzos son infectados, llegándose a estabilizar la afección con el paso del tiempo en torno a cifras del 30-40% de la población.
De hecho, en algunas poblaciones infectadas del noroeste, y que en su momento registraron una alta mortalidad, en la actualidad ya están en franca recuperación.
En España, ¿cuáles son las poblaciones más afectadas por la Cephenemyia y cuáles son las menos perjudicadas? ¿Cuáles pueden ser las causas?
En los estudios realizados hasta la fecha, promovidos en su mayoría por la Asociación del Corzo Español, parece demostrarse que las poblaciones de corzos de zonas de clima oceánico y de montaña son las más afectadas, siendo las áreas de clima continental y mediterráneo las que, por el momento, registran menor incidencia del parásito. Esto, sin duda, puede tener relación con las densidades de corzos presentes en cada tipo climático (a mayor densidad de corzos mayor probabilidad de ser infectados por el oéstrido) y con unas condiciones climáticas más favorables para el desarrollo de este díptero parásito.
¿La colaboración de los cazadores a la hora de informar sobre corzos parasitados es similar en todas las zonas corceras?
Como en casi todos los aspectos relacionados con las investigaciones que atañan a especies cinegéticas, la colaboración de los cazadores es fundamental. En este caso, en el que la mayoría de las veces la afectación por C. stimulator no es posible detectarla hasta la captura del animal y su posterior examen, su participación es esencial. Desde 2013, la ACE viene desarrollando el “Proyecto Oéstridos”, destinado a que los cazadores que observen presencia de parásitos en los corzos/corzas capturados lo comuniquen a la dirección electrónica ace.gusano.corzo@gmail.com, lo que nos está permitiendo caracterizar a nivel municipal, la presencia de oéstridos en las poblaciones españolas. Aunque, por supuesto, siempre es mejorable, la respuesta de los cazadores está siendo buena y nos está permitiendo sacar conclusiones interesantes. Lo mismo sucede con la recogida de muestras de los corzos capturados y que con posterioridad son analizadas en el Invesaga. Desde nuestro punto de vista, el seguimiento de la evolución de las enfermedades es fundamental para adaptar la gestión a las necesidades de las poblaciones.
¿Cómo puede un corzo inmunizarse contra el parásito de la Cephenemyia?
La inmunidad frente a un parásito es siempre mucho más complicada que frente a enfermedades infecciosas. Algunas investigaciones parecen indicar que los corzos llegan a desarrollar anticuerpos que dificultan el desarrollo de las larvas de C. stimulator. También se han observado cambios comportamentales en los animales que dificultan la eyección de larvas de estos oéstridos en las fosas nasales de los corzos (evitar zonas abiertas, tomar comportamientos más nocturnos, etc.). Lo que parece claro es que los corzos españoles, sin un sistema inmunitario y etológico adaptado a la presencia de este parásito, están sufriendo altas tasas de parasitación. A medida que los corzos estén en contacto con la enfermedad irán desarrollando los mecanismos necesarios para combatir la parasitación y alcanzar un equilibrio, como sucede en otras poblaciones europeas de este ungulado afectadas por Cephenemyia.
Hace poco se ha descubierto una nueva parasitación en los corzos, en este caso de la mosca Hypoderma o mosca de los barros, que parasita bajo la piel a los ungulados. ¿Cómo definiría su situación actual y cómo se encuentra la investigación al respecto?
Al igual que sucede con Cephenemyia, Hypoderma es otro género de oéstridos parásitos, en este caso a nivel subcutáneo, que está descrito en poblaciones europeas de cérvidos y bóvidos, y que, como en casi todos los casos, viene asociado a síntomas de sobredensidad de las poblaciones. Una característica de los oéstridos es su especificidad, es decir, su predilección por una especie de hospedador en concreto. Lo especial de la detección de Hypoderma en corzos del centro peninsular, hace apenas un par de años, es que se trata de la especie Hypoderma actaeon, descrita en ciervos y gamos, pero nunca en corzos, confirmándose así un traspaso de parásitos entre especies. En este caso, el origen de la parasitación de los corzos puede venir causada por la sobredensidad de ciervos. La ACE, en colaboración con el Invesaga, fue la primera en detectarlo, y desde entonces está realizando un seguimiento de la evolución de la enfermedad, al igual que en caso de Cephenemyia, a través del proyecto oéstridos y gracias a la colaboración de los cazadores.
¿Se han detectado corzos parasitados por Cephenemya e Hypoderma?
Aunque por el momento no se han dado muchos casos, sobre todo por haberse detectado Hypoderma en áreas con baja afectación de Cephenemyia, sin duda con el avance de ambas parasitaciones será frecuente el hallazgo dual a corto y medio plazo, si bien recordemos que el desarrollo la mosca de los barros H. aecteon depende de la presencia del parásito en poblaciones de ciervos con valores de densidad elevados.
De las dos parasitaciones, ¿cuál puede perjudicar más al hospedador?
Como cualquier parasitación, ambas enfermedades merman la capacidad física de los animales parasitados, que en conjunción con problemas de sobredensidad y con afectaciones por otras enfermedades, pueden llevar a la muerte de los animales. Al final, ningún parásito suele provocar la muerte de su hospedador, sino que suele ser la asociación de factores la que induce a un incremento de la mortalidad en una población determinada.
¿Hay alguna relación entre la parasitación de larvas y garrapatas? ¿Afectan a los corzos a la vez?
Las garrapatas son ácaros parásitos que, además de mermar la condición física de los ejemplares parasitados, actúan como vectores en la transmisión de muchas enfermedades infecciosas. En estudios realizados en el noroeste peninsular, se ha visto que el 95,65% de los corzos están afectados por garrapatas. Desde el punto de vista epidemiológico, estas enfermedades transmitidas por estos parásitos son importantes, sobre todo, porque convierten a los corzos en reservorios de estas enfermedades, algunas de transmisión a humanos como la anaplasmosis o la enfermedad de Lyme. Como en todos los casos, las densidades de corzos y de otros ungulados son determinantes en la presencia de garrapatas y en la transmisión de enfermedades infecciosas.
La parasitación de los corzos por la moscarda o por la mosca de los barros, ¿condiciona la formación, desarrollo o estado general del trofeo o de las crías?
En lo que a Cephenemyia se refiere, se ha visto que afecta más a los machos que a las hembras, aunque, sin embargo, la intensidad de la infección —mayor número de larvas por animal— es mayor en las hembras, y por tanto tienen una mayor responsabilidad en la dispersión de la enfermedad. Lo mismo sucede con las crías, que si bien están menos afectadas por la enfermedad que los adultos, son las que presentan mayor número de larvas del parásito y por tanto tienen mayor riesgo de complicaciones en su estado general. Lógicamente, y en casi todos los casos, dependerá del estado físico del animal —en relación a su vez con la densidad de la población— su grado de afectación por los parásitos. Si el animal está debilitado tendrá su reflejo en la conformación del trofeo, en el caso de los machos, y provocará mayor mortalidad en las crías.
Los animales cazados que están parasitados, ¿se pueden comer?
Los animales parasitados por oéstridos son aptos para el consumo humano, ya que no afectan a la calidad de la carne. Sin embargo la posible intervención de los corzos como reservorios de otras enfermedades zoonóticas hace que se recomiende consumir la carne, en general de todas las piezas de caza, sometida a tratamiento térmico suficiente y/o a congelación.
La relación natural entre parásitos y hospedadores, como es el caso de las larvas de la mosca y de los corzos, tiende a regularse para que la parasitación de la especie pueda continuar. ¿Por qué hay entonces porcentajes tan altos en poblaciones de corzos españoles?
En general, la aparición de enfermedades parasitarias suele ser un síntoma de sobredensidad y, claro, cuando afectan a una población ya debilitada por otros factores y si, además, lo hacen sobre individuos que no tienen un sistema inmune preparado para combatir al parásito, el desarrollo de la enfermedad suele ser rápido, afectando a un gran número de ejemplares y con tasas de mortalidad elevadas. Con el paso del tiempo y a medida que las densidades descienden —y los individuos que quedan tienen, por tanto, mejor condición física— las relaciones parásito-hospedador llegan a un equilibrio. Pero lo frecuente es que, aunque las poblaciones parasitadas se recuperen, nunca lo hagan hasta los niveles de densidad de partida.
¿Queda mucho por saber acerca de esta parasitación y sus consecuencias en el hospedador?
Queda mucho por saber de casi todo. Y desde luego, se debe de hacer un seguimiento de las enfermedades de la fauna silvestre, para, en su momento, tomar las decisiones adecuadas que permitan controlarlas y, en su caso, erradicarlas, si ello es posible, mediante la adecuada gestión de las poblaciones. Y como estamos viendo, evitar, por todos los medios, las translocaciones de animales ya que podemos estar favoreciendo, entre otras cosas, la dispersión de enfermedades.
Desde la Asociación del Corzo Español, ¿qué recomendaciones se dan para prevenir las parasitaciones o hacer que sean menos significativas en las poblaciones de corzos?
Desde luego, en primer lugar, estar atentos a cualquier aparición de parásitos en los corzos capturados y tomar las muestras pertinentes para su análisis, cuando así se solicita. La ACE pone a disposición de todos los cazadores los medios para poder hacerlo y las vías para su estudio. Y en segundo lugar, efectuar una caza racional y acorde con los planes de gestión, de tal forma que mantengamos en equilibrio tanto los niveles de densidad adecuados a las características de cada medio, como las razones de sexos y edades. Especial atención al cumplimiento de los cupos de hembras, que como hemos visto, pues son un factor decisivo a la hora de transmitir las enfermedades y como factor de ajuste de las poblaciones
¿La ACE realiza algún tipo de actividad formativa para la gestión en zonas con prevalencia de estos parásitos?
Desde la detección de enfermedades en los corzos, la ACE ha intentado generar toda la información necesaria para su seguimiento, incluso patrocinando con sus fondos sociales proyectos de investigación al respecto. Además de la edición de publicaciones destinadas a informar a administraciones, gestores y cazadores, las enfermedades parasitarias acapararon gran parte de las ponencias del IV Simposio sobre el corzo en la Península Ibérica, organizado por la ACE a principios del año 2017. Por otro lado, y en relación con esto, desde hace ya varios años, la Asociación sigue organizando las Jornadas de Corzas a finales del invierno, invitando a los cotos de caza a cumplir los cupos de animales asignados y contribuir así, a realizar una gestión equilibrada de las poblaciones.
¿Hay alguna población corcera en España libre de parasitaciones? Si es así, ¿a qué se debe?
Las tasas de parasitación, como ya hemos comentado, suelen tener una relación directa con las tasas demográficas. Si bien el corzo es un animal territorial, y por tanto con menor riesgo de contagio de enfermedades que otras especies de cérvidos más gregarias, desde luego no por ello está a salvo. En aquellos lugares donde se den condiciones de equilibrio de poblaciones corceras con el medio que ocupan, y con baja presencia de otros ungulados en el ecosistema, y donde se esté efectuando una gestión cinegética equilibrada, seguramente las cargas parasitarias sean muy bajas y los animales presentarán buenas condiciones de salud. Volvemos a recalcar aquí, la importancia de conocer con detalle la dinámica de poblaciones de ungulados y adecuar su aprovechamiento cinegético a las características del ecosistema.
¿Consideran desde la ACE que la administración debería tener mayor implicación en estos casos?
Tanto en el caso de la adecuación de los cupos a la realidad del terreno como en el tema del seguimiento de las enfermedades que afectan a nuestra fauna silvestre, la Administración debe jugar un papel fundamental. Muchas veces, un excesiva rigidez a la hora de adecuar los cupos a la necesidades de la población y la falta de una coordinación en la gestión integral de todos los aprovechamientos del ecosistema, dan como resultado desviaciones que perjudican el desarrollo armónico de la poblaciones.
Apunte final… para los lectores de CAZAWORLD.
Partiendo de la base de que, hoy en día, la caza moderna es una herramienta de conservación, aunque muchos se empeñen en verlo como un contrasentido, los cazadores deben de asumir ese papel e intentar compaginar la actividad cinegética-lúdica con su responsabilidad en materia de gestión. Por otra parte, las Administraciones deben aunar esfuerzos para coordinar y armonizar todos los aprovechamientos del medio natural en su conjunto.
2 comentarios. ¿Quieres agregar algo?:
Soberbia entrevista !! Periodismo en estado puro, con afán de informar al publico. Contenidos que dejan de forma clara y didáctica, la realidad de algo tan importante como la salud de nuestros pequeños cérvidos. Mi más sincera enhorabuena.
Exelente articulo.