Fernando de Andrada-Vanderwilde: «Los animales ignoran en su comportamiento unas líneas fronterizas inventadas por los políticos que gobiernan territorios»
Se llama Fernando de Andrada-Vanderwilde y es presidente de la Fundación de Amigos del Águila Imperial, Lince Ibérico y Espacios Naturales Privados, que gestiona un total de 650.000 ha en España y Portugal. Es un fiel defensor de la caza como actividad que fomenta la independencia económica y la sostenibilidad de gran parte de nuestro territorio, y aplaudiría que la caza mayor fuese considerada como «singular atractivo turístico». Sostiene que la conservación y la gestión del medio ambiente no han de dejarse «a merced» de los diversos criterios políticos, y habla de la naturaleza con la cercanía y la pasión de quien la pisa diariamente: «Cuidarla es realmente gratificante. Llenarla de basura, una ruindad».
¿Podría definir la Fundación y su propósito con una frase?
Grupo, con intereses comunes, organizado o coordinado desde la gestión de una oficina técnica para expresarse como colectivo frente a las Administraciones del Estado.
La Fundación está formada por propietarios de fincas. ¿Es posible asociarse sin serlo?
No es necesario ser propietario de una finca. Los propietarios aportan territorios privados, entre otras muchas cosas, para demostrar una gestión impecable con espíritu de limpieza y mejora ambiental, y eso es uno de los méritos por los que pedimos reconocimiento social.
Los que no las tengan, pero sí reconozcan y valoren este esfuerzo, que sin duda conlleva limitaciones y responsabilidades como modelo de propiedad comprometido con principios éticos derivados de nuestra respuesta social y como componentes del entorno de cada uno, son bienvenidos.
Nuestra oferta: un mundo mejor y más limpio para ellos y sus sucesores, al que nos pueden aportar su apoyo, sus ideas y, en la medida de cada uno, sus recursos.
La Fundación surge a instancias de SEO/Birdlife. ¿Considera que la Sociedad Ornitológica tiene la misma concepción de la caza que cuando se fundó y la que tenía hasta hace pocos años?
Aquí se formulan dos preguntas: nuestro nacimiento como Fundación y la tendencia operativa actual de SEO/Birdlife.
El planteamiento de nuestro origen no es del todo acorde con la pregunta. SEO/Birdlife pudo ser un intermediario, ya que los proyectos de financiación LIFE/Nat para salvar de situaciones críticas especies como el lince ibérico en Andalucía o el águila imperial, obligaron a las Administraciones autonómicas responsables (beneficiarios principales), a firmar convenios de colaboración con los propietarios privados como único camino de garantía para el buen fin de este proceso.
De este concepto operativo surgió, en una reunión en la Estación Biológica de Doñana, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, un llamado Club de Amigos del Águila Imperial en junio de 2002 (compuesto por unos 20 socios), nombre proveniente del reconocimiento de esta importante rapaz, casi en extinción, como Ave del Año.
Un par de años más tarde, cuando ya nos habíamos constituido como Fundación, por expreso deseo de los componentes de este Club de Amigos, para operar precisamente sin dependencia ideológica de ningún grupo ecologista y sí con toda la libertad y respeto total a los derechos dominicales de nuestros socios, incluyendo el ejercicio de la caza como instrumento necesario para la conservación, SEO/Birdlife nos hizo saber por escrito su disconformidad y su consecuente abandono de la Fundación.
Al día de hoy, nuestro número de afiliados a la Fundación es de 150 y los territorios privados bajo su gestión del orden de 650.000 ha en toda España y Portugal.
Respecto al segundo asunto, el único dato que puedo aportar no es la ideología actual de ese grupo ecologista, pero sí que entre los fundadores de la Sociedad Española de Ornitología —1954, Jerez de la Frontera—, con el mecenazgo de bodegueros-cazadores-ornitólogos y propietarios entusiastas de la conservación, la caza se valoraba en su justa medida de apoyo necesario a la conservación. De hecho, hay una foto del famoso motor de la idea, Francisco Bernis, en su chozo de Doñana, donde se ve una escopeta descansando en la pared de barrón (hoy día planta protegida) del chozo.
El apoyo internacional conseguido más tarde, a través de personalidades de primer nivel político de la época, fue gestionado por propietarios privados relevantes, sobre todo de Doñana y su entorno, para los cuales la caza era su actividad deportiva predilecta, como también lo era para el Jefe del Estado en esa época, quien finalmente planteó el cambio de la Dirección General de Montes (1833/1971) por el Instituto de Conservación de la Naturaleza (Icona) en 1971.
Personalmente, por mi amistad con muchos de sus promotores, a mediados de los 60 participaba en numerosas jornadas cinegéticas de la época en las que el lince ibérico era especie cazable, así como el águila imperial con búho de reclamo, de acuerdo con la ley vigente de eliminación, premiada, de predadores y rapaces.
Eran felices tiempos en los que ambas especies abundaban sin problemas, cuidadas por propietarios cazadores, hasta llevarlas a su supuesta consideración de “Excesivas”.
¿Qué valoración hace de la caza mayor en España?
Los datos exactos están al alcance de las estadísticas oficiales, pero una valoración de las posibilidades de caza mayor de las especies que tenemos debería considerarse como de ‘singular atractivo turístico’, demostrado por la creciente entrada de cazadores europeos a los muy cuidados y muy bien gestionados cazaderos españoles privados, y en constante progresión.
Algunas razones fundamentales: su carácter diferente, paisajes inigualables, amabilidad de los pueblerinos, precios asequibles o climatología dulce cuando en otros países es muy agresiva.
Resultados: una forma más de turismo que mantiene vivos a pueblos sin recursos y que, además de aportar conservación a nuestras especies y territorios, cazándolas y pagando, aportan recursos económicos que no dependen de los contribuyentes sino de la propia actividad, fomentando por lo tanto independencia económica y sostenibilidad.
Y en cuanto a la caza menor, ¿qué diría?
Prácticamente lo mismo, con la característica o condición añadida de su fomento más fácil por la vía de la cría en cautividad, lo que hace prácticamente, con todas las reservas que se quieran o se deban plantear, este tipo de caza un recurso inagotable.
¿Qué diría que aporta la caza a la conservación de los espacios naturales?
Lo que todos sabemos: equilibrio natural al medio y recursos directos que en otros casos siempre son escasos y mediatizados por circunstancias ajenas a la caza y a su sostenibilidad; es decir, sostenibilidad independiente del erario del Estado, lo que no significa renuncia a posibles apoyos positivos para su expansión y desarrollo, una vez valorada su aportación social.
¿Cree que el concepto de la conservación está ampliamente asumido entre los cazadores españoles o queda camino por recorrer?
Me atrevo a decir que, con la información de hoy día, la responsabilidad asumida por la gran mayoría de los cazadores es total. No quiere esto decir que no haya que seguir insistiendo en formación y mentalización.
Y en cuanto a los usos tradicionales del campo, ¿cree que las administraciones los favorecen o por el contrario los obstaculizan?
Una administración insensata no tiene ya cabida en el mundo moderno y cada vez va a ser mejor. Tenemos que valorar que no estamos solos y que los grandes problemas producen grandes oportunidades en su solución.
Como en la anterior pregunta, sin tirar la toalla.
Para que exista una verdadera custodia del territorio, ¿las administraciones deberían dar más capacidad de acción a propietarios y gestores o qué sería necesario?
‘Custodia del territorio’ es un concepto que responsabiliza y concierne precisamente a los propietarios y gestores como titulares de una política personal de sostenibilidad, aunque pueda sonar a injerencia externa. Son, por lo tanto, ellos los custodios, y lo que las administraciones deben aportar cuando se necesite son medios generalmente económicos y libremente elegibles para llevarla a cabo.
En la UE podríamos decir que la base del concepto es el acuerdo Red Natura 2000.
¿Considera que la custodia del territorio es el camino a seguir en un futuro?
Sin haber llegado a identificarla con un término especifico, nacido en USA en el siglo XIX bajo el nombre de Land Stewardship, el ser humano tiene en sus genes ancestrales la custodia del territorio, o el sentido antidespilfarro en todos y cada uno de los recursos naturales que lo mantienen, incluidos en su estabilidad y desarrollo. Así ha sido siempre y así ha de seguir si no queremos que la propia raza humana desaparezca, precisamente por agotamiento de estos recursos.
Ya en la modernidad, la custodia se ha plasmado en un valor comercializable con el nacimiento de instituciones mercantiles (Bancos de Conservación y Custodia del Territorio) cuyo objeto social es valorar y comercializar créditos de conservación o de compensación medioambiental emitidos por plataformas de custodia.
¿Qué espacios han mantenido mejor sus valores naturales durante la reciente historia de España: los gestionados por las administraciones o los privados?
Sin duda, y por pura lógica, los privados. Nadie cuida como su propio dueño, y desgraciadamente esto sale a flote cada año cuando la mano criminal de los pirómanos asolan nuestros montes.
Punto y aparte de venganzas personales, los montes privados están en mucho mejor estado de defensa ante incendios que los públicos por la misma razón que lo están en muchísimo mejor estado cinegético.
El privado valora en toda su capacidad su patrimonio y los rendimientos ganaderos o cinegéticos del mismo. La administración parece que tiene más tarea de la que abarca, demasiado poder mal gestionado.
Pienso que prácticamente la figura de montes públicos (y no están integrados los comunales o municipales de los que se ocupan ancestralmente y gestionan los vecinos), los Parques, salvo en muy contados casos justificables, deberían desaparecer y sus territorios ser vendidos a gestores privados.
La evidente situación comparativa de gestión frente a la privada, en todo lo referente a conservación y aprovechamientos, lo demuestra demasiado a menudo.
Todo eso además justifica de sobra eliminar la insoportable presión forestal que ata de pies y manos iniciativas necesarias y positivas de los privados, que acaba aburriendo a sus promotores por el fárrago administrativo y la paralizante lentitud de resolución a la que nos somete la administración.
Los proyectos de recuperación de especies como el águila imperial o el lince, ¿han de realizarse siempre mediante una gestión pública y privada paralela o no es necesario?
También, sin duda, necesaria y paralela toda vez que solo la administración llega a las fuentes de recursos que se necesitan, siendo la aceptante de los protocolos europeos de defensa de la naturaleza, determinados en Red Natura 2000.
¿Qué puede decir sobre los proyectos de conservación dependientes de subvenciones europeas, cuya continuidad está ligada a ellas?
Que se deben conservar en la medida de lo posible y, si no se consiguen, con una gestión privada exitosa que aporte solidez o sostenibilidad de estos proyectos.
Parto siempre de la base de unos proyectos de conservación justificados y científicamente testados y nunca de unas simples medidas dirigidas por oportunistas, cazadores de financiación, que también existen y a los que llamo «linces de dos patas».
¿Qué batallas principales cree que quedan pendientes en lo referente a conservación y gestión de espacios naturales?
Pendientes, según cada comunidad autónoma, las que no se hayan librado por diversas causas. Siempre quedan temas importantes por resolver, además de los que surgen derivados de la propia actividad y su desarrollo.
Personalmente añadiría la importancia de que el tema medioambiental, la conservación, la gestión y su sostenibilidad, no deben dejarse a merced de los diversos criterios políticos de unas comunidades autónomas, o ni siquiera de unos países con diversidad política y, por ende, de criterio.
La UE debería arbitrar una hoja de ruta compulsiva para todos y a todos nos iría mejor, porque lo demás es caótico. En este sentido, no parece que la Red Natura 2000 sea suficiente ni esté operativamente aceptada ni posiblemente bien entendida.
La famosa anécdota de confluencia territorial de tres autonomías cuyas regulaciones sobre la caza de un corzo son diferentes y cuyas líneas fronterizas coinciden en una sierra, haciendo, según donde el corzo caiga, un caso de diferente valoración, es como una broma sin sentido.
Los animales ignoran en su comportamiento unas líneas fronterizas inventadas por los políticos que gobiernan territorios, otro término fuera de su alcance. El ser humano, rey y regidor de la naturaleza, debe comprender esto actuando como animal inteligente antes que como animal político.
¿La Fundación tiene relación o acuerdos con alguna entidad o federación del sector cinegético?
Tenemos entre nuestros asociados como entidades colaboradoras: Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, Oficina Nacional de la Caza, Federación Española de Caza, Real Club de Monteros, Consejo Internacional de la Caza (CIC), Asociación Cinegética Perdiz Pura (Asper), Bird Watching, MADBird, Wild Watching Spain, y Sucum.
Prácticamente la totalidad de las fincas-territorios asociados practican la caza.
En proyectos como el LIFE Iberlince; ¿puede haber intereses económicos particulares que se antepongan a los resultados de los proyectos o los condicionen negativamente?
En cualquier proyecto con un amplísimo territorio geográfico donde actuar, y este es un caso típico ya que incluso cubre nuestro vecino Portugal, se tienen que producir toda clase de casuísticas muchas de ella imprevisibles.
En este escenario hay que lidiar, porque lo que vale es la filosofía del diálogo y el arbitraje de medidas compensatorias que hagan prevalecer el interés común sobre intereses privados, a los que compensar en su justa medida para garantizar el éxito.
La cadena trófica de los ecosistemas ibéricos, ¿está equilibrada?
El desequilibrio de la cadena trófica está regionalmente relacionado con las condiciones de cada zona, por lo tanto es singular en su causalidad. Como generalidad, podríamos hablar de la indudable influencia de la desaparición del conejo a niveles dramáticos en algunos territorios.
El águila imperial ibérica depende del conejo, pero se han confirmado polladas exitosas (con hasta 3 pollos) en parejas asociadas a dormideros frecuentados de palomas torcaces en invierno. ¿La Fundación tiene datos al respecto o ha estudiado casos similares?
Sí tenemos datos, aunque hoy día el despegue de esta especie es espectacular. Como ejemplo, en la provincia de Cádiz, donde hace pocos años se emprendió una seria reintroducción y está en general muy pobre de conejo, se dan con frecuencia estas polladas que han provocado incluso una dispersión de juveniles a lugares del sur de Marruecos, en este caso con preocupantes porcentajes de electrocución por la vejez de sus líneas eléctricas.
Nuestra Fundación, con el patrocinio de la Fundación Santander, ha desarrollado una muy exitosa aplicación para defender esta dispersión de juveniles de la plaga de estas líneas insuficientemente protegidas, y en la que el propio Reino de Marruecos ha manifestado su interés.
La recuperación del lince y la dispersión de ejemplares está ligada a los cotos de caza y propiedades privadas. ¿Considera que los responsables del proyecto transmiten a la sociedad este hecho y le dan la notoriedad que tiene?
Esta situación es evidente. No me atrevo a decir que los propietarios privados necesitan ni agradecen una excesiva notoriedad sobre sus territorios y fincas por lo que puede tener de un oportunismo del cual generalmente huimos los privados en nuestra actitud de conservación y producción de naturaleza. No creo que los propietarios privados fomentemos esta actitud para que se nos aplauda, y sí por lo que tiene de ancestral y testada costumbre…
En todo caso, «a nadie le amarga un dulce», por lo menos de vez en cuando.
Desde la Fundación y fincas privadas de caza ligadas a la conservación, ¿cómo valoran el silencio ecologista ante sus proyectos?
Hay ecologistas convencidos y sensatos, y los hay que hacen de la ecología una bandera de absoluto oportunismo político o populista y, además, bien remunerado para ellos y para sus excesivas estructuras fomentadas desde una financiación que debería llegar directa al campo.
Intentemos quedarnos con los buenos y bloquear el crecimiento de los malos.
¿Qué beneficio obtiene una finca privada que, por decisión de su propietario, práctica buenas prácticas conservacionistas? ¿Cree que sería interesante crear un beneficio dependiente de los resultados para aquellas fincas que adopten buenas prácticas para la conservación de la fauna y la flora?
La primera la contestaría diciendo que la colaboración con las Administraciones beneficiarias de líneas de financiación para favorecer especies conduce, por lógica, a unas mejoras de hábitat consensuadas y libres de acometer en las fincas privadas, que en definitiva suponen mejoras estructurales permanentes para las mismas.
Respecto a crear un beneficio o premio por los resultados obtenidos, es algo que he defendido siempre porque se vería crecer como la espuma el objetivo perseguido.
Unos ejemplos ilustrativos serían la compensación en forma de Kg de abono, de impuestos sobre combustibles, exenciones de IBI o de contribuciones suntuarias, etc., por pollo volado de águila imperial o por cachorro de lince ibérico. Este tipo de medidas le gustarían a todos.
La caza es un recurso natural que hay que gestionar como hay que velar por el entorno en el que habita. ¿Puede existir caza sin un entorno natural o en un entorno deteriorado?
Parece un contrasentido, porque es ignorar dos principios fundamentales del turismo cinegético: el paisaje y la incertidumbre por los resultados.
La idea de conservación existente a finales del XIX y principios del XX entre los colonos ingleses y franceses de África ¿puede considerarse una simiente de la actual o no?
La conservación, como casi todo, surge como problema cuando se manifiesta como necesaria de acuerdo con alarmas que saltan.
Si los elefantes no se vendieran a 50 o 60.000 euros, habrían desaparecido, y esos colonos que cita descubrieron y convencieron hace ya muchos años a los países en los que trabajaban que, por ejemplo, la caza fotográfica podía producir por cada elefante y año su valor de muerte conservándolo vivo, un negocio perfecto.
Por eso están ahí, y cuando hay demasiados o hacen daños irreparables al medio natural, pues se venden como trofeo, que siempre hay quien los paga y la carne gratifica y cae como regalo en el mercado local.
¿Qué valoración haría de la trasmisión de valores en naturaleza y caza a las nuevas generaciones?
El relevo generacional es fundamental. Hay que aficionar a los jóvenes a la naturaleza, a la caza y a la pesca, a respetar el paisaje y la biodiversidad, y a entender todo esto como creación de naturaleza y como sostenibilidad de su uso porque si no entramos en la espiral de la degradación o irrecuperabilidad del medio, y esto puede herir de muerte a la propia raza humana.
¿Cómo definiría el presente de la caza y qué futuro prevé?
Hay cambios como en todo por aquello de que la única constante que existe es el cambio. Quizás, uno muy evidente es la evolución de la caza como fuente de proteínas fundamental para el desarrollo del cerebro humano, a una definición como sport (deporte en el XIX) y a lo que hoy podríamos definir como «turismo cinegético» muy ligado, por cierto, al gastronómico.
En este sentido incluyo también la pesca deportiva.
Si tuviera que destacar una frase o reflexión sobre la caza y la conservación, ¿cuál sería?
‘Seamos Sensatos’, con mayúsculas, y no nos dejemos arrastrar por la demagogia populista. La naturaleza nos enseña observándola y tiene afortunadamente una enorme fuerza de recuperación. Cuidarla es realmente gratificante. Llenarla de basura, una ruindad.
Apunte final… para los lectores de CAZAWORLD.
Animarlos para que sigan adelante porque cuantos más seamos más se nos oirá.