Estas son las claves para poder solucionar el miedo a los tiros en podencos
La mayor parte del tiempo el problema no viene del perro en sí, sino de errores que hemos cometido nosotros a veces por simple desconocimiento
La selección de un carácter equilibrado es esencial para evitar que puedan aparecer problemas como este así como hacer bien la sociabilización, acostumbrar al perro a los ruidos y una correcta iniciación a la caza
Últimamente, a través de algunos grupos de podenqueros de las redes sociales he podido observar varios casos de perrillos que en este inicio de temporada han presentado miedo a los tiros, algo que desgraciadamente suele ser habitual cada año en algunos perros. Por desgracia, mucha gente piensa que debido a ese problema el perro ya no es apto para cazar, pero afortunadamente las probabilidades de poder solucionar ese miedo son altas.
Recuerdo que uno de los mejores podencos que hemos tenido fue un perro que nos regalaron porque tenía ese problema. Gracias a los conocimientos de mi tío (adiestrador canino), y a un paquete de globos, hizo que pudiésemos disfrutar de aquel perro durante muchos años. Además, mi tío me enseñó cómo funciona el miedo a los tiros en los podencos y cómo poder solucionarlo.
Un poco de paciencia, constancia y algo de mano puede devolvernos a nuestro perro, consiguiendo que ese miedo no vuelva a aparecer nunca.
¿Por qué aparece el miedo a los tiros?
En cuanto al miedo a los tiros que un perro puede tener podemos diferenciar de forma generalizada dos tipos, uno físico y otro psicológico.
En cuanto al primero se podría decir que el perro tiene miedo a los tiros porque tanto estos como otros ruidos intensos le producen daño físico al animal en los oídos. Este tipo de miedo es prácticamente irrecuperable por su naturaleza física.
Refiriéndonos al miedo psicológico, aunque en la mayoría de los casos se tiende a culpar al perro, la realidad es que este tipo de miedo a los tiros suele ser fruto de errores que hemos cometido nosotros con el perro.
Una mala socialización. Una iniciación a la caza incorrecta o alguna mala experiencia suelen ser los principales errores que se cometen y que pueden ser responsables de que este problema aparezca. Cierto es que hay perros que pueden tener una personalidad frágil y una mayor predisposición al miedo a los tiros y, aunque se puede corregir, lo ideal es intentar no seleccionar como sementales a perros con este tipo de personalidad.
La prevención es esencial
Aunque la mayoría de los perros sí ha sido bien seleccionado, su carácter no debería presentar ningún tipo de miedo después de haber hecho con ellos las cosas correctamente. Lo cierto es que la prevención nos puede asegurar un altísimo porcentaje de que este tipo de problemas no aparezcan.
La manera en la que podemos prevenir que nuestro podenco no tenga miedo a los tiros comienza con la selección tanto a la hora de criar como a la hora de adquirir un ejemplar.
Selección de un carácter equilibrado. Todo el mundo tiene el estereotipo con el podenco de que es un perro por naturaleza miedoso, tímido y algo esquivo. Es cierto que antiguamente se seleccionaban perros «de un único dueño», ya que la mayoría de estos estaban todo el día sueltos por la calle y se dedicaban a cazar por su cuenta o vivían sueltos en el campo. Ese hecho hizo que parte de raza se seleccionase de esa manera, pero de unos años a esta parte ya no es así. Además, el podenco ha sido una de las pocas razas de perros que nunca ha sido tomado como un animal doméstico o de casa y quien normalmente lo ha tenido en la suya ha sido por ser su perro de caza habitual. Aunque puede quedar algún vestigio de la selección que se hacía antiguamente, en la actualidad la selección del carácter de los podencos va dirigida hacia el lado opuesto. La selección es uno de los aspectos más importantes para tener un podenco lo más equilibrado posible en todos los sentidos.
Correcta socialización. A veces hay animales que pueden resultar esquivos no por su carácter natural sino por no haber hecho con ellos una buena socialización, algo que le sucedería a cualquier raza. Lo que se debe seleccionar son perros equilibrados de carácter, nunca demasiado miedosos ni demasiado dominantes; además se debe hacer una correcta socialización de los perros para evitar problemas como el que motiva este artículo.
Acostumbrarles desde pequeños muy poco a poco. Otra de las medidas de prevención que podemos adoptar para favorecer que nuestro podenco no tenga miedo a los tiros es ir acostumbrando a los cachorros desde pequeños a sonidos fuertes e inesperados. Explotarles algún globo de vez en cuando, dejar caer algún objeto como el plato de metal o algunos otros sonidos (petardos, terminantemente prohibidos), seguidos de su comida, caricias,o premios pueden favorecer que los perrillos relacionen ese tipo de ruidos con cosas positivas. En los campeos, a la vez que sacan un conejo, se les puede explotar algún globo para ir condicionándoles en ese sentido.
Una correcta iniciación a la caza también puede ser vital para prevenir que nuestro perro sufra de miedo a los tiros. A veces cometemos el error de iniciar a la caza a los cachorros demasiado pronto y de una forma inadecuada. Llevar a un cachorro muy joven a una cacería en la que va a haber muchos tiros puede ser muy negativo para él, ya que no deja de ser aún como un niño y su carácter puede no estar preparado para algo así.
Una iniciación perfecta sería a la edad correcta, llevando a nuestro perro solo y completando un lance completo con él, ya sea con caza salvaje o preparada expresamente para la ocasión. Ese lance hará que relacione automáticamente el disparo con morder la caza, evitando la aparición del tan temido miedo.
¿Cómo corregir el miedo a los disparos?
Si el miedo a los tiros es psicológico es posible corregirlo. En algunos casos costará mucho menos, pero en otros será cuestión de trabajo, constancia y paciencia. A veces el miedo a los tiros es tan grande que el perro solo con ver la escopeta intenta huir y esconderse. En ese caso, lo primero que debemos hacer es quitarle el miedo a la escopeta.
Quitarle el miedo a la escopeta. Para poder quitarle el miedo a la escopeta debemos conseguir que la vea como algo normal, e incluso conseguir que la relacione con algo positivo ya que ella, a fin de cuenta, significa caza y poder morder piezas. Una buena manera de conseguirlo es comenzar muy poco a poco en la perrera o en nuestra casa si el perro vive con nosotros.
Un buen refuerzo positivo que siempre suele funcionar con los perros es la comida y otro el cariño que nuestro perro nos tiene. Lo ideal es que trabajemos con él en un lugar donde el perro no pueda esconderse ni huir como puede ser la perrera o una habitación, y si es necesario incluso al principio podemos atar al perro con la correa de modo que no pueda huir.
La forma de trabajar con el consiste en que, de un modo muy progresivo, cada vez que le demos de comer o con la ayuda de premios le vayamos mostrando la escopeta poco a poco. Cuando notemos que el perro va teniendo una mayor tolerancia a la presencia de la escopeta podemos cada vez ir mostrándosela y acercándosela más mientras le premiamos y le acariciamos. Así, progresivamente cada día, para que el perro relacione la presencia de la escopeta con la comida, los premios y las caricias (refuerzo positivo). Cada día, según el comportamiento del perro debemos ir subiendo el nivel hasta que el perro tolere totalmente la presencia de la escopeta e incluso pueda tenerla tranquilamente al lado sin notar ningún tipo de estrés. La última parte de nuestro trabajo consiste en salir al campo con nuestro perro y, si es posible, pasear con él portando una escopeta ficticia o de juguete para que además el perro pueda relacional y ver de forma normal la presencia de la escopeta con los paseos (otro refuerzo positivo). En el momento en el que el perro tolere la presencia de la escopeta, comportándose con normalidad tanto en un recinto cerrado como en el campo, podremos decir que el perro habrá superado ese miedo.
Solucionar el miedo a los tiros. Una vez solucionado el miedo a la escopeta nuestro siguiente reto es poder solucionar el miedo a los tiros. El concepto y la forma de trabajar son muy parecidos a los usados con la escopeta (refuerzo positivo y asociación), usando en esta ocasión una detonadora o, en su defecto, globos. Jamás debemos utilizar petardos, ya que trabajar con ellos puede agravar aún más el problema.
La forma de comenzar y el escenario es similar a la anterior; los refuerzos positivos pueden ser los mismos (premios comida y afecto). Comenzaremos igualmente en un lugar cerrado y si es necesario usaremos la correa para que el perro no pueda esconderse ni huir. Comenzaremos muy poco a poco e igualmente iremos intensificando el trabajo según vaya respondiendo nuestro perro. El objetivo inicial es que el perro relacione el sonido de una detonación o de la explosión del globo con el momento de comer, con un premio o con nuestras caricias.
En el momento en el que vayamos a echar de comer a nuestro perro, y de una forma natural e inesperada, realizaremos una detonación y observaremos su reacción. Si es de pánico iremos a acariciarlo y tranquilizarlo dándole un premio inmediatamente; si no es así, reforzaremos su actitud con un premio animándolo con nuestra voz. Progresivamente durante los siguientes días, y armados de paciencia, seguiremos con el proceso observando la evolución del perro.
En caso de que el perro vaya tolerando las detonaciones y las relacione con los premios y la comida iremos aumentando el número de detonaciones reforzando todas ellas con los premios, comida y caricias hasta que el perro actúe con total normalidad ante una detonación. Será ese el momento en el que trasladaremos el trabajo al campo.
Trabajo con el perro en el campo. Una vez que el perro pierda el miedo a las detonaciones (hay que recordar que esto puede llevar mucho tiempo y paciencia y que se debe trabajar de forma muy progresiva), trasladaremos el trabajo al campo. Es importante que el miedo a las detonaciones haya quedado completamente resuelto, ya que de no ser así el perro podría recaer y huir con muy malas consecuencias.
Para trabajar con él y si es posible saldremos al campo a nuestra zona de campeo (si la tenemos). También podremos ir con nuestra escopeta de mentira siempre y cuando no creemos la confusión de que nos encontramos de caza. El proceso es sencillo: tan sólo tenemos que esperar a que nuestro podenco saque un conejo y, cuando lo lleve justo delante mientras lo corre, explotamos un globo o realizamos una detonación. De este modo el perro relaciona la detonación con el conejo. Si el perro no reacciona de una forma negativa debemos repetir la práctica durante varios campeos para afianzar nuestro trabajo.
La prueba final
Todo nuestro trabajo se puede ir al traste si no lo finalizamos correctamente. La última tarea y quizá la más importante es la de su vuelta a la caza con su primer disparo de verdad. En este caso es muy recomendable, si es posible, utilizar alguna pieza de caza aportada por nosotros. En caso de que sea un conejo lo ideal es soltarlo, que lo corra, matárselo con la escopeta delante de él y que lo muerda. De este modo todo nuestro trabajo quedará reforzado y su miedo a los tiros estará superado. En caso de no disponer de ninguna pieza de caza también podemos aprovechar un lance de caza real. A mi parecer la vuelta a la caza debe ser progresiva, sin llevarlo en un primer momento a lugares con demasiados tiros. Si es posible, lo ideal es llevar al perro solo los primeros días para poder finalizarle todos los lances y que todo el trabajo termine por asentarse en el perro. De este modo el miedo a los tiros sí que quedará totalmente eliminado.
Como dijimos al principio, no hay que olvidar que la mayoría de las veces el problema no es del perro; el problema viene por haber cometido nosotros algún error aunque sea por mero desconocimiento de la raza. El poder solucionarlo está en nuestra mano ya que antes de descartar a un perro lo mínimo que debemos intentar es darle una oportunidad e intentar corregir sus defectos o los nuestros. Sí que hay casos en los que se antoja imposible poder solucionar el miedo a los tiros, pero es más por una cuestión física que por una psicológica.
J. Javier Calonge
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me encanta el podenco andaluz