Un emocionante rececho de gamo con sorpresa final
¡Ay, los nervios me jugaron una mala pasada! Tener que escoger el que creía era el mejor ejemplar, tener una cámara delante y a todos los presentes, me hizo errar el disparo. ¡Qué mala suerte! Estaba desmoralizado, pero…
Mi nombre es Rayco Cruz Acosta y soy de Tenerife. Les voy a relatar la experiencia que viví en mi primer rececho de gamo con el orgánico Manuel González el pasado 21 de enero, cuando disfruté de un jornada inolvidable en compañía de grandes personas como son los componentes de Jóvenes Orgánicos.
Esta temporada era la tercera vez que me ponía en contacto con Jóvenes Orgánicos para asistir a algunas de sus monterías debido a que, aunque en Tenerife se practica la caza mayor, no tiene nada que ver con la que se realiza en la península. En principio, acordamos un gran fin de semana con tres días seguidos de montería, pero lo que define a este joven emprendedor es la seriedad y sinceridad con sus clientes y por ello me comenta que dos de las monterías no le convencen, por lo que me ofrece un rececho de gamo. Sería el primer rececho para su orgánica y el primero para mí.
Después de aclarar algunas dudas con él, nos disponemos a cumplir lo acordado. Me hacía mucha ilusión porque nunca había tenido esa posibilidad y no había abatido nunca un gamo. Era el animal que se me resistía para darle caza y, qué cosas, me lo estaban poniendo en bandeja. Empiezo a preparar todo para la aventura que se aproximaba regulando el visor de mi rifle por si el lance era demasiado largo, comprando balas nuevas, sacando nuestros pasajes, pagando las tasas obligatorias para transportar el arma…
Llego el día. Estaba impaciente y nervioso. Me había propuesto conseguir un ejemplar de cada especie de caza mayor y estaba cerca de conseguirlo.
Nos desplazamos desde Tenerife a Sevilla. Allí alquilamos un coche y nos dirigimos hacia Alanís, el pueblo de nuestro amigo el orgánico. Esa noche, los dos nerviosos porque era algo nuevo para ambos. Nos fuimos a descansar acordando salir a las 5:45 de la mañana con destino a Cáceres (Extremadura), concretamente a la zona de Las Villuercas. Teníamos 2 horas y media de camino y unos 190 km por recorrer.
De camino a la finca paramos para recoger a José Luis, el cámara de Nova Toma. Una vez en la finca, de camino al cortijo vimos que el terreno presentaba un paisaje de vegetación variada formada por zonas de pinar y otras de eucaliptos, áreas de pradera y manchas de monte bajo muy espeso. Por el camino vimos numerosos grupos de animales que albergaba la mancha: ciervos, gamos, muflones y jabalíes.
Llegamos al cortijo y allí nos preparamos para ir en busca de nuestro ejemplar. Llegamos a una zona despejada de maleza y nos advierten que es muy querenciosa para los gamos, que suelen estar por su cercanía. Efectivamente, allí se encontraban varios ejemplares… ¡Alrededor de ochenta o noventa reses entre las que había venados y gamos con hembras de las dos especies.
La sensación de ver tantos animales allí era algo que no podría describir. Se me ponía el vello de punta cada vez que miraba por el visor. Cada vez que elegía uno, aparecía otro que era mayor, más bonito o… eso me parecía a mí.
Manuel elegía también junto con su madre algún ejemplar y mi padre me intentaban ayudar para que la decisión fuera la mejor.
Cogí mi arma, un Browning del calibre .30-06, y para esta ocasión había elegido unas balas Winchester de 150 grains. Me hacía ilusión tirar con mi propio rifle, así que lo embarqué desde Tenerife.
Me preparé para efectuar el disparo. ¡Bum! Se me fue desviado, un ‘pelín’ alto y a la derecha. ¡Ay, los nervios me jugaron una mala pasada! Tener que escoger el que creía era el mejor ejemplar, tener una cámara delante y a todos los presentes, me hizo errar el disparo. ¡Qué mala suerte! Estaba desmoralizado, pero allí estaban ellos: mi padre; Ana, madre del orgánico; el cámara José Luis y Manuel para darme ánimos y todo su apoyo para intentar localizarlos nuevamente.
Tras dos horas recorriendo gran parte de la finca sin obtener resultados, los localizamos. Intentamos acercarnos y colocarnos para efectuar el lance con la mala suerte de que los animales estaban muy nerviosos y se desplazaron sin que pudiéramos efectuar el disparo. Intentamos seguirlos, con la suerte de que las hembras se separaron del grupo y se quedaron los machos solos, lo cual era magnifico para poder elegir a nuestro ejemplar.
Nos acercamos Manuel, el cámara y yo. Todo listo. Gamo seleccionado a una distancia aproximada de 100 metros y… ¡Puummm…! La res es abatida de un certero disparo en la paletilla, quedando en el sitio sin sufrimiento ninguno.
Momento de alegría para todos los presentes. El primero en felicitarme fue mi padre con un gran agarrón de mano y un fuerte abrazo. Ana daba botes de alegría y al orgánico, muy orgulloso del lance que había realizado, no le salían las palabras para darme la enhorabuena.
Nos acercamos para ver nuestro ejemplar y para asombro de todos… ¡había dos animales abatidos con el mismo disparo! No había palabras para explicarlo porque ninguno de los allí presentes se había percatado del suceso. Revisamos la grabación del lance y no se veía en ningun momento al segundo gamo. Nos dirigimos al cortijo comentando lo sucedido y después de hacer las valoraciones de los trofeos y fotografiarnos con ambos ejemplares, nos marchamos dando las gracias por el trato recibido en la finca.
Salimos con dirección a Aliseda para disfrutar el domingo de otra jornada de caza. Allí nos encontraríamos con el resto de la familia de Jóvenes Orgánicos y muchos monteros que me daban la enhorabuena por lo conseguido.
Llegó la hora de la despedida, y el trato con Manuel González pasa de ser de orgánico a cliente a algo más familiar. Por ello, es justo dar las gracias, en especial, a Manuel y su familia por el trato recibido y decirle a este joven orgánico que siga con esa línea de humildad, seriedad, respeto y preocupación con todos sus monteros, porque con el apoyo de todos va a llegar muy lejos.
Rayco Cruz Acosta