El trabuco, una tradición rehalera a punto de desaparecer
Cazaworld ha podido conocer la experiencia de uno de los pocos rehaleros que aún utilizan el trabuco en cada montería
«Los mayores me llaman al puesto diciéndome que hacía muchos años que no venían un rehalero con trabuco. Los jóvenes me llaman por la curiosidad»
Redacción | El uso del trabuco ha sido durante muchos años uno de los estandartes de las monterías más tradicionales. El trabuco es un tipo de arma, más corta que una escopeta y con el cañón ancho y abierto en su salida, que se ha usado tradicionalmente entre los rehaleros para desencamar a los jabalíes y reses más reacias a levantarse. Además, su sonido siempre ha servido para animar el ambiente montero.
En pleno trámite de la rehala y la montería como Bien de Interés Cultural en Andalucía, el uso del trabuco cada vez se hace menos habitual, hasta el punto de que ya es difícil verlos en las rehalas. La reducción de las propinas o la poca predisposición de muchas orgánicas para facilitar la pólvora y los mixtos (no son económicos) han hecho que muchos rehaleros renuncien a su uso.
Cazaworld ha podido hablar con Tolo Escavias, un rehalero de la localidad cordobesa de Adamuz y uno de los pocos que aún lo utilizan.
«Yo compré un trabuco porque me obligaban»
Tolo nos cuenta que él compró su primera rehala teniendo tan solo 17 años. «Yo iba con un orgánico de Hornachuelos llamado Manolo Manquillo que ponía como condición a todas las rehalas que cazaran con él que tenían que llevar trabuco y por eso me lo compré». A cambio, el rehalero nos cuenta que el orgánico les proveía de la pólvora y los mixtos e incrementaba levemente la propina como recompensa por llevarlo.
Según nos cuenta, quince años atrás le seguían llamando en algunas monterías donde le pedían que llevase el trabuco, llegando a aumentar su propina hasta en cuarenta euros con respecto a la de los demás.
Peligroso si no se sabe usar
«Es importante conocer el trabuco, la carga que se debe echar y cómo sujetarlo porque ha habido muchos accidentes», aseguraba el rehalero. Además, nos recuerda que es importante realizar bien la postura a la hora de disparar pasando el trabuco por debajo del brazo para sujetarlo bien y a su vez poderse tapar el oído con el hombro para evitar que el fuerte sonido del arma pueda dañarlo.
Por otra parte, ha destacado también que muchos rehaleros han llegado a sufrir mutilaciones en dedos por no usar el trabuco correctamente.
Expectación entre los puestos
Tolo nos cuenta que en la actualidad es habitual que muchos monteros le llamen, incluso estando a bastante distancia, para que se acerque con el trabuco por la expectación que levanta en ellos. «Ha habido monteros que me han llamado desde muy lejos solamente para que pegase un trabucazo incluso en el mismo puesto diciéndome que hacía muchos años que no venían un rehalero con trabuco. Los jóvenes me llaman por la curiosidad de que nunca han visto uno». Añade que «a lo mejor iba a una montería y acababa pegando veinte trabucazos, casi todos porque me lo pedían los cazadores de los puestos».
En la actualidad destaca que algún compañero suyo lo sigue llevando aunque es consciente de que el trabuco es uno de los elementos tradicionales de la montería española que, como otros, cada vez está más en desuso. Sin embargo, la tradición del trabuco es una de las señas de identidad de la montería española y, por tanto, no debería caer en el olvido.
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