El setter ante el exigente reto de ‘la africana’
«El setter inglés es un perro con una gran capacidad de adaptación a distintos entornos, terrenos y climas, pero como decía anteriormente, es cierto que asume mucho mejor el frío y los climas húmedos que se encuentra en las modalidades de invierno, que el calor sofocante de los secarrales en los que habita la codorniz»
A menudo, becaderos y perdiceros hemos utilizado la Media Veda como escuela para nuestros cachorros e incluso para reactivar algún veterano acomodado en ciertas costumbres negativas.
Esto nos puede invitar a pensar que la caza de la pequeña migratoria es pan comido, pero nada más lejos de la realidad, pues la brava africana no es precisamente una presa sencilla de conquistar. Obliga y mucho a nuestros canes y requiere de ellos toda su capacidad e instinto para llegar a ponerla en muestra.
Por este motivo, los cazadores prestamos gran atención a la preparación de nuestros perros, mucho más si cabe, cuando quien nos acompaña es un Setter Inglés, una raza de excepcionales cualidades cinegéticas, con la que podemos disfrutar mucho en esta modalidad, pero que quizás, hablando de rastrojos, linderos y codornices, no se le pueda incluir a la altura de los mejores especialistas.
Sin ser un especialista, es un buen codornicero
A simple vista y por sus características, continentales como el braco o el bretón, son ejemplares mucho más dotados para la caza de un ave que requiere pausa, una gran dosificación en el esfuerzo y una búsqueda tenaz y concienzuda a la mano del cazador.
Pero no por ello son una mala elección para esta disciplina venatoria, todo lo contrario, aunque hemos de ser conscientes de que requieren un entrenamiento un poco más eficiente y tener algunos aspectos en consideración.
Las cualidades del setter requieren de su mejor forma física
La importancia del entrenamiento previo de nuestro setter es tal que, cuando carece de ella, se ve apocado a sufrir por el campo en lugar de emocionarse persiguiendo la siguiente emanación.
Un setter cansado, extenuado por su falta de forma física y con la lengua evaluando la temperatura del suelo, nunca será capaz de elevar sus sentidos, por más excepcionales que estos sean, al nivel crítico necesario para ofrecer un buen rendimiento venatorio.
Tengamos en cuenta, además, que para un perro acostumbrado a los climas húmedos y fríos de la invernada, los cazaderos de codorniz son entornos muy exigentes, pues además de superar las altas temperaturas estivales, tiene que navegar por terrenos de gran dureza, resolviendo lances entre el polvo y la paja de los trigos, centenos y cebadas.
El énfasis de los primeros días puede pasar factura
Tantos meses parados le quitan el sueño a cualquiera y cuando pisamos el campo ardemos en deseos de hacerlo todo excesivamente rápido, aumentando nuestro nerviosismo incluso, si el primer lance se demora más de lo deseado.
Y el setter, que no es ajeno a nuestro estado de ánimo y que también tiene su cuota de excitación, después de tantas semanas de descanso cinegético, termina por mostrarse excesivamente ansioso, lo que supone una mezcla explosiva para un perro ya de por si muy pasional.
Por ello es recomendable cargarnos de tranquilidad, relajar la tensión y tratar de ser lo más naturales posibles en el objetivo de ponerle freno a ese exceso de actitud del setter y no vernos con la lengua fuera, detrás de un perro larguísimo, que nos obliga a echar a correr para llegar a cada muestra, cuando el superávit de emoción no le lleve a pasarla por encima.
El agua para combatir el exceso de calor
El setter inglés es un perro con una gran capacidad de adaptación a distintos entornos, terrenos y climas, pero como decía anteriormente, es cierto que asume mucho mejor el frío y los climas húmedos que se encuentra en las modalidades de invierno, que el calor sofocante de los secarrales en los que habita la codorniz.
Una buena práctica que yo sigo con los míos es cazar en los páramos durante las primeras horas de la mañana y aprovechar las vegas o aquellas zonas más cargadas de agua para el final de la jornada, cuando se supone que el calor arrecia en mayor medida.
¡Un abrazo y al monte!
Álvaro Fernández
(Cuaderno de Caza)